Mi Pódium

Se fue sin querer queriendo

  • Por Osbaldo

Chespirito tuvo el poder de ponernos a todos en un mismo rasero, en un lugar común, en el cual el nivel de todos los expectadores era el mismo y en el cual el mensaje caía como pez en el agua.
No creo si alguien me dice que siguió sus programas y no le gustaron.
Yo lo recuerdo desde sus inicios en las películas de Capulina y de Tin Tan, en las cuales tuvo sus primeras apariciones y en donde empezaron a circular sus primeros libretos.
Su simpatía e ingenio -la cara de tonto y su gran capacidad para construir diálogos humorísticos- le produjeron el acumular un gran poder entre los mexicanos y los latinoamericanos.
En la última etapa de su carrera, se metió a la política -era sobrino de Gustavo Díaz Ordaz, pero era también contrario a él- y apoyó a Vicente Fo en su arribo a Los Pinos. En su Libro Querer Queriendo, Chespirito se abrogó el triunfo del panista gracias a su apoyo.
Tuvo tanto poder que su muerte borró este fin de semana el seguimiento a la tragedia de Ayotzinapa: el régimen tuvo tres días de descanso por el luto a Roberto Gómez Bolaños.
Dejo a continuación un texto enviado por un generoso y creativo lector de La Opción de Chihuahua sobre la muerte de Chespirito:
"¡Chanfle! ¡Lo sospeché desde un principio! Pero sé que se fue sin querer queriendo. La pregunta es: ¿y ahora quién podrá defendernos? Pero... que no panda el cúnico, porque solo lo seguirán los buenos. Seguramente, a la muerte se le chispoteó, al no llevarse a otros. En fin, mejor ahí la dejamos, porque ya saben que yo como digo una cosa digo otra. Y ya vieron que me gustaba mucho Chespirito... ¡No contaban con mi astucia! P.D. Eso es todo porque, por hoy, mejor me iré a comer una torta de jamón.

Y lo digo desde aquí, porque éste es mi pódium.

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