No hay ciudadanos sin espíritu crítico: amin maalouf
- Por TDD
México.- Amin Maalouf está convencido de que la cultura y la educación pueden salvar al mundo. “Debemos construir una cultura de convivencia armónica, de paz, de universalidad. Creo mucho en el poder de la cultura, del arte, de la literatura. Me parece que nunca ha sido tan importante como hoy”.
En entrevista con Excélsior, el escritor de origen libanés nacido hace 70 años afirma que ahora necesitamos más de la cultura que en el pasado. “En otros momentos, cuando había problemas, no teníamos los medios materiales para resolverlos. Ahora sí los tenemos, pero falta que las mentes estén listas para eso”.
En su primera visita a México, el premiado novelista y ensayista piensa que “las grandes batallas” deben ganarse dentro de la mente de las personas. “Hay que desarrollar la idea de que nuestro destino es común, que no puede haber valores para una civilización y otros diferentes para otra. Todo esto pasa dentro de las mentes y ¿qué puede determinar esta evolución?, la cultura”.
Quien vive en Francia desde hace cuatro décadas destaca además la urgencia de despertar, sobre todo en los jóvenes, el espíritu crítico y dice que la cultura es esencial para desarrollarlo.
"Creo que en esto hubo una regresión, en un momento dado se le dio menos importancia, pero es vital. No hay ciudadanos sin espíritu crítico y libertad de expresión. La cultura lo alimenta, pero ésta debe motivar la reflexión; no se trata solamente de acumular conocimientos, sino de sentirse libres de imaginar, decir lo que piensan del mundo y transformarlo. El mundo necesita una transformación”, comenta.
Estos temas son abordados por el ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2010 en su título más reciente, El naufragio de las civilizaciones (Alianza editorial, 2019). En este libro, Maalouf parte de la premisa de que, a pesar de los avances tecnológicos de la era actual, que han facilitado el acceso universal al conocimiento, el mundo no se encamina hacia el progreso y la libertad, sino hacia la destrucción de todo lo conseguido.
"Al principio de siglo se decía que el mundo estaba dividido en áreas de civilización y que la gente reaccionaba más en función de su pertenencia religiosa. Esto es cierto, pero no creo que haya ya un choque entre bloques. Lo que caracteriza a esta época es que los bloques tradicionales están desmoronándose o estallando.
"En occidente, por ejemplo, los vínculos entre Estados Unidos y Europa ya no son de alianza, como hace 30 o 40 años. Hoy, estos vínculos son sólo a nivel económico. Incluso, dentro de Europa existen tensiones muy fuertes, como el Brexit, por ejemplo. Y, en el lado árabe musulmán, existen conflictos internos entre kurdos, turcos, árabes y persas. Estamos realmente en un periodo de fragmentación”, considera.
El autor del libro reconocido con el galardón Aujourd’hui 2019, por ser “el mejor de geopolítica”, confiesa que su interés profundo es la historia. “He escrito lo mismo libros sobre los siglos III y XVI, que sobre centurias que aún no llegan. Pero lo que me interesa es la evolución del mundo, la marcha de la humanidad es lo que me apasiona”.
¿TRIUNFA LA IGNORANCIA?
El autor de León el africano (1988), cuya obra completa está traducida al español, advierte sobre otro fenómeno: la victoria de la ignorancia. “Tenemos un declive preocupante. En algunos países, los gobernantes sienten que deben mostrarse como alguien que no tiene cultura para estar cerca del pueblo.
"Es decir, están orgullosos de ser ignorantes y esto es inquietante; porque ellos son, ante todo, modelos a seguir y cuando la gente ve que no leen, que ven a la cultura y al arte con condescendencia y desdeño, su actitud como sociedad se ve afectada”, explica.
La identidad es otro tema sobre el que ha reflexionado Maalouf. “Tenemos varias pertenencias y nuestra identidad no puede limitarse a una sola. Nací en Líbano. Este país nunca será extranjero para mí y me preocupa lo que pasa allá. Pero, al mismo tiempo, vivo en Francia, he abrevado de su cultura, de su modo de vida, me encanta el vino francés; también es mi casa.
"Podemos amar dos países, diferentes culturas y lenguas. Es la actitud más natural y no hay que intentar mutilarse diciendo ‘esta parte de mí no la quiero’, al contrario. Yo siempre agrego elementos nuevos a mi cultura e identidad. Nuestro destino es abrazar el mundo lo más posible. Creo que la aventura humana es mía, no de un solo pueblo, soy parte de ella y tengo ganas de vivirla en su totalidad”, agrega.
El también académico de la lengua —quien lamenta que el árabe, que durante mucho tiempo fue uno de los principales idiomas del saber y la ciencia, no tenga “la imagen que debería”— se define como “un visitante apasionado” de México, país al que promete regresar.
"Cada vez es más importante la presencia de mi obra en español. Antes, su difusión se limitaba a España, pero a partir de este libro los editores mexicanos la promoverán más. Es la primera vez que vengo, no la última. Empiezo a conocer el país; me interesa todo, la comida, las bebidas, sus museos; es un universo que apenas estoy descubriendo”, indica.
El autor de El desajuste del mundo e Identidades asesinas, quien hace sin pesimismo y con esperanza “una llamada lúcida a la responsabilidad colectiva”, adelanta que su próxima publicación será una novela, cuya trama no quiso detallar.
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