Hallan en el desierto de Samalayuca la Flor de Arena
- Por José Oswaldo
Ciudad Juárez.- En busca de su "tesoro" Raúl Castro elige, por pura corazonada, un montículo del desierto de Samalayuca y, con una barra, pala y un viejo bote, comienza a excavar hasta encontrar cristales que forman una flor de arena o rosa del desierto.
Este "tesoro" es una formación de cristales que ejidatarios de El Vergel, a 85 kilómetros del centro de Ciudad Juárez, extraen para venderla incluso a nivel internacional, y sus precios van de los 10 a los 500 pesos.
"Excavo al puro tanteo, porque que me late", comenta Castro, de 53 años, quien sin más protección que sus manos se introduce a una profundidad de siete metros para sacarla.
"Tanto pueden salir muy chicas o muy grandes, o diferentes, o nada", explica. "Entonces si ya no sale nada ahí, pues hago otro hoyo más allá y otro más allá, hasta que salga".
Si su corazón acertó en el lugar correcto llega a obtener desde 10 kilos de piedras hasta una tonelada.
Para ingresar, luego de haber cavado por unos cuatro días, se amarra con una soga de la cintura y se sujeta de la "cigüeña", un utensilio que le permite bajar poco a poco.
Su esposa, María Cueto, de 45 años, se encarga de limpiarles la arena con agua y colocarlas en bases de yeso para ofertarlas sobre la carretera Juárez-Chihuahua, o en exposiciones artísticas.
En su rancho se observan las flores sobre maderas que, con los rayos del sol, pareciera que han caído estrellas.
Castro, quien además es presidente del comisariado del ejido El Vergel, uno de los cuatro que comprende el poblado de Samalayuca, inició a los 8 años a adentrarse en la profundidad del desierto al ver a su padre Pablo Castro, actualmente de 79 años, tener een sus manos las formaciones de cristales convertidas en rosas.
Esta actividad la combina con la cría de ganado porque no sobreviviría con la venta de la flor, que fue descubierta desde hace unos 50 años, cuando los antiguos pobladores realizaban pozos en busca de agua.
Incluso El Vergel era un pueblo carbonero que desapareció por una intensa sequía.
"Los pobladores empezaron a hacer norias para encontrar agua y ahí empezaron a ver las piedras, ahí les llamó la atención y luego ya después venía gente y preguntaba por ellas", menciona María, quien, junto con uno o dos parientes más, acompañan a Castro en la búsqueda.
Aunque una parte de Samalayuca es área natural protegida, la parte de donde obtienen el material está exenta.
La naturaleza es tan caprichosa que lo mismo le regala pequeñas piedras que otras de 10 kilos y unas más de hasta 500 kilos.
Además de los Castro, otra familia también realiza esta actividad, pero utilizan maquinaria con la que han extraído piedras de hasta dos toneladas.
Las formaciones, explica el ejidatario, se dan porque se cristalizó la arena.
Daña ventas la violencia
En años pasados, la familia de Raúl Castro tenía clientes de Estados Unidos que se llevaban toneladas de "Flor de Arena" para comercializarlas, pero tras la época de violencia y de crisis económica dejaron de llegar hasta El Vergel.
Para ingresar a este poblado se deben recorrer unos 15 kilómetros hacia el poniente del kilómetro 70 de la carretera Juárez-Chihuahua.
Aunque con la venta de la "Flor de Arena" logran sacar aunque sea para comer, la principal actividad es el ganado.
"Con las piedritas no vive uno, no se sostiene uno todo el tiempo", expresa Raúl Castro mientras sus botas se entierran en los montículos que dan testimonio de las excavaciones que ha realizado durante años y que cobijan pequeñas rosas que no contemplan para venderlas por estar muy diminutas.
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