Casas Grandes: sus orígenes
- Por José Miranda Madrid
Casas Grandes.- En el año 1528, durante el reinado de Carlos I de España (1516-1556), solo cuatro personas logran salvarse, las cuales integraban la expedición de Pánfilo Narváez, al naufragar en las costas de Texas.
Ellos fueron: Alvar Nuño Cabeza de Vaca, tesorero real, los capitanes Andrés Dorantes y Alonso del Castillo y un esclavo negro de nombre Estebanico.
Después de mil penurias por los calurosos llanos de Texas, estos cuatro desdichados llegaron a una ranchería habitada por indios Sumas en las riberas norte del Río Grande, hoy Río Bravo, y allí los hicieron prisioneros y esclavos.
El jefe Suma, tenía un hijo herido de flecha, así que les promete que si curan a su hijo serán libres, por lo que empiezan a curarlo mediante rezos y aplicación de hierbas medicinales.
Se atrevió don Alvar a sacar la punta de la flecha clavada muy cerca del corazón del herido por medio de una cirugía, y con suerte que se salvó el muchacho, pues el jefe indio había dicho: si se salva el joven guerrero, serán libres, si muere, morirán también ustedes.
La suerte quiso que se salvara y quedaron libres para seguir su aventura, pues buscaban el mar del poniente (Océano Pacífico), donde desembarcaría otra expedición salida en las mismas fechas que la de Pánfilo Narváez, pues sabían que encontrarían peninsulares por el rumbo de Sinaloa.
Así, los Sumas de Rio Grande, dijeron que a tres días de camino al occidente había otra tribu, refiriéndose a los indios Janos.
Entre 1535-1536, llegan a la región de los Janos. Se congratulan con ellos, descansan unos días y siguen su camino, siguiendo indicaciones de los indios Janos, quienes les dijeron que detrás de las montañas azules, por donde se mete el sol, encontrarían un pueblo de indios Opatas y llegaron a lo que hoy es Ures, Sonora, que Alvar Nuño bautizó como “Valle de Corazones”.
Siguieron la costa del pacífico hasta encontrar a su gente a quienes platicaron la gran aventura y una gran colección de mentiras alucinadas por el negro Estebanico, entre ellas, la gran fantasía de las siete ciudades de oro, que en sus alucinaciones como el Quijote de la Mancha, viera los molinos de vientos y los ejércitos enemigos.
Para 1562, con el reinado ya de Felipe II (1556-1598), el Virrey de la Nueva España, don Luis de Velazco, lleno de codicia y basado en las mentiras de los náufragos ordena una gran expedición hacia el norte de Zacatecas y nombra al joven español Francisco de Ibarra, de solo 16 años y quien se convirtiera en el Fénix de los exploradores, como jefe de la misma, ya que era sobrino de don Diego de Ibarra, rico empresario minero de Zacatecas, dueño de varias minas y yerno del Virrey, quien costeó los gastos de tal exploración.
En 1563, en las primeras exploraciones vieron la necesidad de fundar comunidades y tras la llegada al Valle de Guadiana se asentó la ciudad de Durango, convirtiéndose en la capital del Nuevo Territorio al que le dieron el nombre de Nueva Vizcaya, comprendiendo los ahora estados de Durango, Chihuahua y parte de Coahuila y Sinaloa.
En el mes de julio de 1562, el Virrey, Luis de Velasco otorgó como nombramiento de gobernador y capitán de las tierras y gente que pusiera bajo el dominio del reino de España, al joven Francisco de Ibarra.
Ya con 19 años de edad, el capitán Ibarra, llegó a la ya abandonada ciudad de Paquimé en 1565 y el Domingo de Ramos de la primavera florida, Fray Pablo de Acevedo celebra una misa frente a las ruinas de Paquimé, siendo esta la primera liturgia que se celebrara en el hoy estado de Chihuahua.
El capitán Ibarra que fue el primero en pronunciar el nombre de Casas Grandes al ver la grandeza de aquella cultura y de la que solo quedaban las evidencias de su existencia.
Poco tiempo duró su función, al sufrir una grave enfermedad pulmonar que lo llevó a la muerte, pero antes recomendó que se fundara un pueblo en el Valle de las Casas Grandes.
Sin embargo, no fue hasta 100 años después, en 1661, bajo el reinado del monarca español Felipe IV (1621-1665), que a petición de un grupo de Sumas que habitaban el Valle de Casas Grandes, solicitaron al gobernador que se construyera una misión y enviara evangelizadores a la zona.
Viendo el éxito de los Sumas del Paso del Norte y sus habitantes, el gobernador don Francisco de Gorraez y Beaumont, ordenó que se fundara dicho pueblo, encargándole en 1661 al capitán Andrés de Gracia, comandante y alcalde mayor del Paso del Norte, enviara vecinos de ese lugar con familiares y amigos a fundar Casas Grandes.
Fue el capitán Andrés de Gracia el comisionado de la fundación.
Así se construyó una misión a cargo del doctrinero Fray Andrés de Páez del Valle de San Bartolomé, quien administró la obra de construcción y fundación del pueblo de Casas Grandes y para el 13 de junio de 1664, estos dos personajes reportaron al Gobernador que ya se había levantado una iglesia como misión evangelizadora y que se habían asentado 14 familias con rebaños de ganado mayor y menor, enseres y herramienta para la labranza de la tierra.
Tal vez por esa fecha, del parte dado al Gobernador, se decidió nombrar a San Antonio de Padua como Santo Patrono de la Misión y protector del nuevo pueblo de Casas Grandes, registrándose en la historia como su fundador al capitán Andrés de Gracia, nombrado Alcalde Mayor de la Comarca de Casas Grandes.
El Camino Real
En el año de 1641, todavía bajo el reinado de Felipe IV, se abrió el primer camino del Mineral del Parral hacia el sur de Sonora y para el 15 de agosto de 1651 se extendió desde Satevó hasta el noroeste de la Nueva Vizcaya para comunicar al noreste de Sonora.
Así, lo que primero se fundaron fueron Misiones, después Presidios y por consecuencia asentamientos humanos.
Así, en la década de 1640 se fundó Janos como la Misión de la Virgen de la Soledad y en 1649 se fundó la Villa de Aguilar, hoy ciudad Guerrero y para 1659, los frailes Franciscanos fundaron la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos de El Paso del Norte del Río Grande, mientras que en 1661 la Misión de San Antonio de las Casas Grandes y para 1668 las de Bachíniva y Namiquipa.
De la misma forma, viendo la ausencia de seguridad y protección de los habitantes se decidió construir presidios o cuarteles militares y torres de vigilancia sobre el camino que unía todas estas poblaciones.
Los presidios que se construyeron fueron: El Paso del Norte (1683), San Francisco de Conchos (1685) y Janos (1686), ya bajo el reinado de Carlos II (1665-1700).
Anterior a este último, se construyó el de Casas Grandes, el cual se cerró y cambió justamente a Janos, por ser este punto el cruce al de Fronteras, localizado en el hoy estado de Sonora.
Con la apertura de las minas de Santa Eulalia, la fundación de San Francisco de Cuéllar (Chihuahua) y las haciendas de beneficio de metales, para 1709 nació una economía fuertemente ligada entre las poblaciones ya partir de este hecho, el nuevo territorio con Parral al sur, Casas Grandes y Janos al norte, el movimiento comercial se movió hacia el oriente con el paso obligado por Chihuahua.
Para la tercera década del siglo XIX, la ciudad de Chihuahua mejoró notablemente su situación con su casa de estudios superiores o Colegio de los Jesuitas, la Casa de la Moneda, una gran cantidad de haciendas de beneficio de metales, recibiendo los metales del sur del estado y desde el norte los de Santa Rita del Cobre en Nuevo México, pasando por Janos y Casas Grandes.
Esta región con el paso de metales hacia el sur y diversas mercancías al norte, tuvo un gran auge incrementando el crecimiento y propiciando el asentamiento de una gran diversidad de artesanos y oficios para dar servicio a los viajeros.
Se abrieron más tierras de cultivo, presidios, hospederías, mesones y todo aconteció sobre el camino que conducía desde Durango, Parral, Chihuahua, Guerrero, Namiquipa, San Buenaventura, Galeana, Casas Grandes, Ramos, Janos, entroncando en este último punto hacia Sonora por la Misión de Santa María de Carretas para brincar el Puerto del Púlpito, prosiguiendo a Santa Rita del Cobre para finalmente llegar a Santa Fe en Nuevo México.
La integración comercial de diversas áreas ocupadas por españoles en anteriores momentos de la historia, fue la base de la formación del pujante estado de Chihuahua y Casas Grandes, estuvo presente, ya como Villa de San Antonio de las Casas Grandes, categoría que le diera el Caballero de la Orden de Santiago, don Teodoro de Croix, con la fundación de los cinco ejidos al noroeste de la Nueva Vizcaya en 1774, que fueron: Namiquipa, La Cruz Galeana, Casas Grandes y Janos, en su carácter de Comandante General de las Provincias del Norte, con base en Arizpe, Sonora.
El reino de la Nueva Vizcaya que comprendía los estados de Durango, Chihuahua, parte de Coahuila y Nuevo México, estuvo bajo la audiencia de Guadalajara en asuntos judiciales hasta el año de 1823, en que se convirtió en el estado libre y soberano de Chihuahua.
Antes de este suceso, a Casas Grandes, se le había elevado al rango de municipio desde 1820, todavía bajo la Ley de Cádiz, o sea, antes de la promulgación de la Independencia.
(Con información de Leopoldo Horacio Chávez Valenzuela, cronista de Casas Grandes)
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