Opinión

Burocracia… más que un distorsionado concepto

  • Por José Oswaldo

Por Carlos Jaramillo Vela

Es sabido que la organización de cualquier corporación humana es requisito indispensable para el eficaz logro de los objetivos de esta. Los esquemas organizacionales de distribución de jerarquías, responsabilidades y funciones tienen como propósito fundamental la obtención de resultados colectivos a través del trabajo coordinado. Bajo tales premisas, desde principios del siglo XX el sociólogo alemán Max Weber acuñó el término burocracia, con el cual dio a conocer su filosofía del modelo organizacional ideal, tanto para el ámbito público como para el privado, dejando para la posteridad un legado de principios ideológicos y de aplicación práctica que revolucionaron los tradicionales moldes de organización económica, laboral y política de la sociedad.

A pesar de la despectiva connotación que generalmente se le da al término burocracia, este no es sinónimo de holgazanería, lentitud o negligencia en el desempeño de las responsabilidades laborales. La palabra burocracia se deriva de los términos “buró” (escritorio u oficina) y “cratos” (poder), lo que significa “el poder ejercido desde los escritorios o las oficinas de las organizaciones”. Tal concepto sobre el poderío ejercido se refiere a las facultades o atribuciones que los integrantes de una estructura gubernamental o empresarial poseen en virtud del nivel jerárquico que ocupan dentro de ella. Así, quienes se sitúan en los puestos directivos, están en condiciones de ejercer el control y dirección del esfuerzo colectivo de sus subordinados, y de ese modo alcanzar de manera eficiente y oportuna las metas institucionales que dan sentido a la existencia de la organización.

Al tenor de tales razonamientos lógicos, las teorías modernas sobre los preceptos de organización gubernamental, social, educativa o empresarial han llegado a aceptar como una verdad indiscutible las tesis de Max Weber, quien siempre ponderó al modelo burocrático como la herramienta humana de carácter colectivo más adecuada para la consecución racional de los fines sociales, académicos, políticos o económicos perseguidos por cualquier institución. El impacto y la vigencia actual del discurso organizacional emanado de las brillantes concepciones de Weber, convirtieron a este intelectual germano en uno de los padres de la administración pública moderna, así como en un importante paradigma para el ejercicio de la iniciativa privada.

Si bien, es cierto que el andamiaje organizacional que define la estructura y funcionamiento interno de las entidades gubernamentales determina en buena medida el éxito de estas, ello no basta para lograrlo. Solo una plena integración institucional garantizará la consecución de las metas municipales, estatales, nacionales o trasnacionales que los diversos entes de gobierno se fijen para alcanzar el bien común o estado de bienestar social, al que se pretende llevar a la comunidad mediante el ejercicio de la actividad política. Para que una corporación pública se pueda encontrar en una situación de verdadera integralidad institucional, es necesario que además de contar con una estructura burocrática apta para el logro de sus fines, disponga de un plan de acción consistente en políticas públicas específicas y factibles que hagan asequibles sus objetivos, pero también es indispensable que otorgue garantías jurídicas, a través de una Ley del Servicio Profesional de Carrera que asegure la estabilidad, capacitación, ascenso, jubilación y demás prerrogativas laborales a los empleados y funcionarios públicos que desarrollan sus carreras profesionales dentro de la misma. El modelo burocrático de la administración pública es, entonces, el cimiento histórico cuya incuestionable racionalidad ha detonado el surgimiento, tanto de las políticas públicas como de las prerrogativas jurídicas de los servidores públicos, permitiendo que los gobiernos vanguardistas cuenten con la tríada de herramientas –estructura, plan de acción y estímulos al personal- imprescindibles para el logro de sus objetivos. Así pues, la burocracia, lejos de significar el distorsionado concepto que la interpretación denigrante del vocablo ha arraigado en el lenguaje coloquial, es el epicentro teórico y práctico en torno al cual giran la normatividad jurídico-administrativa y la operatividad logística mediante las que las organizaciones públicas de todo el mundo desarrollan sus funciones, en el incesante esfuerzo por satisfacer las necesidades de la sociedad.

carlosjaramillovela@yahoo.com.mx  

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