
Por: León Reyes Castro.
Hoy en la tarde violé la regla dos en la campaña no hay tiempo para la vida personal, se la dediqué o me la dediqué a convivir con mis perros, éste asunto de amar a los perros es como el tema de los toros, hay cabrones que disfrutan con hacerlos y verlos
combatir entre sí y los perros, aunque se madre ante entre sí, lo hacen para definir dominios, en los toros, es una danza de la muerte, entre la bestia y el hombre y los resultados son inciertos, la muerte puede ser el fin de uno de los dos, ¿Qué me hace amar a los perros y a la fiesta o como le quieran llamar, de los toros?
No lo sé, hay razonamientos filosóficos y éticos para defender los toros, a mí me valen madre, no tengo rubor alguno de reconocer que los toros es una barbarie y una fiesta sangrienta, así son todas las actividades que giran en torno al uso de los animales, en mis mocedades, aunque no lo crean trabajé en el área de matanza de cerdos y vacas y vale madre una corrida de toros, frente a una sangrienta matanza de cientos de vacas para alimentar a un friego de humanos, por años deje de comer carne ante el horror del proceso de matanza, siempre me pregunto, ¿Por qué ahí no se aparecen los defensores de los animales?
La matanza de cerdos es el peor espectáculo que he visto en mi vida, la forma en que enfrentan los cerdos a la inminente muerte, me hace imaginar los campos de concentración o las ejecuciones en masa, los cerdos chillan, se resisten, se horrorizan, etcétera.
Por eso me parece que los musulmanes tienen razón en no consumir cerdo, aunque ellos lo hagan por otros motivos.
Yo tengo otra razón de peso, aunque contra pelo de los evolucionistas, estoy seguro que nuestro pariente más cercano es el cerdo, el día que vean un cerdo en canal, y constataran
la semejanza de nuestros órganos con la de ellos, es más el olor de la grasa de los humanos
es semejante a la de los cochis y la forma en que enfrentan la muerte violenta es igual.
Dicen los malquerientes de Pancho Villa que cuando lo querían fusilar en Jiménez a pesar de tener fama de muy macho, lloraba, gritaba, pataleaba y suplicaba, espero no lastimar a nadie por ser el personaje del sexenio.
Seguramente amar a los perros y amar a los toros, es una más de mis muchas incongruencias ante la vida.
Por lo pronto me pase una tarde a toda madre en compañía de Dinorah y mis perros olvidándome de políticos, encuestas, bajas pasiones humanas, adivinanzas electorales, pronosticando resultados.
Por lo pronto por si hay duda alguna, manifiesto mi conflicto de intereses, estoy haciendo lo que se hacer trabajar para que ganen, primero las damas, como buen caballero, Lucia y Serrano.