Opinión

El corral de Corral

  • Por José Oswaldo

Por Gerónimo Stefan

Cuando el chihuahuense común creía que había visto ya todo en política con la proliferación indiscriminada de candidatos independientes y los saltos de un partido  a otro, de personajes en busca de un cobijo para ser nominados candidatos a algo, se encuentra al caer la tarde con la noticia de que Javier Corral, el senador plurinominal fue registrado como candidato a la gubernatura del estado de Chihuahua.

Entre quienes no hay mucha tendencia a la ficción política anidaba la esperanza de que el PAN recapacitara, de que Corral finamente dijera que se queda como senador y de que la contienda por la gubernatura mantuviera un mínimo de respeto al electorado y no se convirtiera en la caricatura  en que los partidos de oposición la han convertido.

Pero triunfó el histrionismo y “candidato habemus”, con todo lo que esto implica.

Para que Corral resultara candidato, tanto Madero como Ricardo Anaya hubieron de olvidarse de los insultos que el plurinominal les obsequió cuando pretendía hacerse con la presidencia del partido Acción Nacional.

Corral mismo, olvidando que hablaba de un partido al que había que rescatar, no le hace el feo ahora al PAN  y  no tiene empacho alguno en cabalgar sobre lo que el consideró ruinas, de ese instituto político.

Pero si Corral, engañado por su propio discurso, metido en su laberinto y encerrado en el corral de un discurso contradictorio y corrosivo, pudo convencer a la cúpula panista, queda todavía por saber si acaso logre convencer a las bases…esas que en la contienda por la presidencia de AN le obsequiaron con un olímpico desaire, prefiriendo a Ricardo Anaya por abrumadora mayoría.

Queda también y sobre todo, pendiente de convencer, el electorado que ha visto a Corral gritar siempre desde la extrema derecha, afiliarse a la extrema izquierda y alabar o maldecir a propios y extraños según la conveniencia del momento  que difícilmente podrá comprarle su oferta de gobierno.

Porque bien vistas las cosas, Corral no trae oferta ninguna. Cegado por las ansias de un desquite en contra del gobernador del Estado que lo exhibió en el senado en sus vínculos con el narcotráfico, en las personas de sus hermanos convictos y confesos de estos delitos en la Unión Americana, todo su discurso de campaña va dirigido al logro de ese personalísimo desquite.

Apostar a este rencor ha demostrado ya su ineficacia. De ninguna forma puede decirse que Corral haya tenido eco durante el tiempo transcurrido desde que iniciara su campaña de linchamiento del jefe del ejecutivo estatal, agrupando a personales de escaso brillo político y ávidos de figurar, como Jaime García Chávez, Francisco Barrio y Víctor Quintana.

Los fracasos sucesivos, primero de su Unión Ciudadana y luego de su Movimiento Cívico, hablan de una falta total de credibilidad de su persona… y de que  hasta el chihuahuense menos informado sabe ya a qué atenerse con el plurinominal.

Engolosinado también con la perspectiva de reunir a candidatos independientes, ya probó el rechazo del Chacho Barraza, quien desdeña cualquier acercamiento con el plurinominal y se niega a cederle sus canicas. Corral va solo y por la libre...

Además de sus ansias viscerales de desquite en contra del gobernador, Corral habla de generalidades como “rescatar Chihuahua”… no se da cuenta de que el término “rescate” no convenció a nadie cuando lo usó para buscar la presidencia de Acción Nacional y menos va a convencer ahora.  

Ayuno de programa político, Corral da vueltas en el laberinto de su empobrecido discurso dando el triste espectáculo de confundir el gobierno de un partido, con la alta responsabilidad de gobernar un Estado.

Por otra parte, no se trata de gobernar un Estado cualquiera…se trata de estar a la altura de un Estado que viene de tiempos violentos y que recuperó la paz y la seguridad pública, haciendo posible con ello la prosperidad económica y el auge en la educación superior, entre otras cosas…

Frente a estas realidades, suena hueco el término “rescate”, que usa Javier Corral, pues en el tiempo en que Chihuahua gritaba con desesperación sus ansias de ser rescatada de la espiral de violencia que la envolvía, Corral guardó silencio y su padrino Francisco Barrio usó su puesto de embajador para huir de México, según declaraciones vergonzosas  del mismo  Barrio.

Hace algunos años el periodista Raúl Flores Simental hablaba del “corral” que Corral le hizo a su amigo Héctor Mejía para sacarlo del juego político y anularlo definitivamente.

Hoy Javier se encuentra atrapado en un minúsculo corral construido por él mismo y  cuyos muros le impiden ver la realidad. Esto explica por qué, a 00pesar de tener a su misma gente en contra Javier aspire ahora a convertir lo negro en blanco y pretenda obtener, como candidato a gobernador,  los votos que le negaron antes como aspirante a presidente del PAN.

Sin discurso legítimo, sin aceptación en su propio partido y arrastrando un pasado turbio de invasión y despojo de terrenos federales en Basaseachi, amén de las complicidades con sus hermanos narcos sentenciados en los Estados Unidos, Javier Corral comienza su campaña de lodo acorralado en su propio chiquero.