Primero están los policías que, en lugar de proteger a la ciudadanía, terminan trabajando para el crimen organizado. Y luego, los empresarios que, lejos de generar empleo y aportar al desarrollo económico de Ciudad Juárez, prefieren robar y aprovecharse de su propia gente. Así no funciona una ciudad que aspira a crecer. El caso más reciente es el de Felipe V., dueño de la cadena de licorerías “Carlitos Güey”, detenido ayer por su presunta implicación en un fraude millonario que afectó a unas 30 personas y que, según denuncias, supera los 20 millones de pesos. Incluso clientes denuncian que llegaban los pedidos siempre a medias o cuando querían. Felipe le prometió a un inversionista expandir el número de sucursales y ofrecer generosos rendimientos mensuales; por supuesto que no cumplió, y la víctima decidió denunciarlo y se prevé que en las próximas horas se lleve a cabo la formal imputación por el delito de fraude. Cuando quienes deberían protegernos se venden, y quienes deberían invertir saquean, el tejido social se desgarra. Veremos que sigue en el siguiente capítulo de los mirreyes también lloran… y roban.