Crónicas desde la franja de Gaza

5. MAR MUERTO

  • Por Editor R
Los colores

Los colores

A 400 metros/BNM

A 400 metros/BNM

Panorámica

Panorámica

La esquina

La esquina

Sin meterse

Sin meterse

La sal

La sal

El whats app

El whats app

El paseo

El paseo

Se va el sol

Se va el sol

La playa

La playa

Al trabajo

Al trabajo

La otra orilla

La otra orilla

Edificios

Edificios

Más allá

Más allá

Las costumbres

Las costumbres

Mar Muerto

Mar Muerto

Al otro lado

Al otro lado

Al mall

Al mall

Hotel

Hotel

Caminando

Caminando

Pan

Pan

Qué fotón

Qué fotón

Luna llena

Luna llena

Toda la familia

Toda la familia

Asando pollo

Asando pollo

A la vera

A la vera

Día de campo

Día de campo

Las olas

Las olas

A contraluz

A contraluz

Carpas

Carpas

Pozo de barro

Pozo de barro

El ocaso

El ocaso

Nadando

Nadando

En alto

En alto

La vista

La vista

El chofer

El chofer

De regreso

De regreso

Un templo

Un templo

La arquitectura

La arquitectura

El paisaje

El paisaje

Cargando

Cargando

En el camino

En el camino

Shoppers jordanos

Shoppers jordanos

La torre

La torre

Reporteando

Reporteando

Por Osbaldo Salvador Ang.- En números redondos tardamos una hora en llegar al Mar Muerto. 

Pasamos la entrada a la residencia del Rey Hussein y más adelante nos desviamos al mar. 

Accedimos por el Hotel Ramada Inn. 

Por 25 Dinares permiten usar sus instalaciones, comer en un gran bufete, meterse a las albercas y treparse en el camioncito que lleva al famoso Mar Muerto.

El taxista que envió Muhamad sabía hablar inglés menos que yo, así que logramos entablar una buena conversación.

Como no había nada más que hacer, empecé en el trayecto a enseñarle a hablar en español. Le dije cómo se decía: buenos días, buenas tardes y buenas noches. 

En reciprocidad, Zede -así dijo llamarse- me dio clases de árabe durante el trayecto.

Por ejemplo, para saludar, (¿cómo estás?) se dice Salam Alaikub. 

Los buenos días se expresan con la frase Saba Alker (la k debe sonar como jota) y para decir buenas noches, se dice Masa Alkeer.

Así que Zede se la pasó diciendo buenos días y yo Salam Alaikub a todo jordano que me topaba. 

En un mini marketing nos bajamos a comprar una pepsi y yo le decía a todo mundo Salam Alaikub.

En el restaurante del hotel Ramada se fue a otra mesa a comer. No le dije nada porque dicen que debes respetar las costumbres.

También me fui solo en el camión al Mar.

En realidad, el Mar Muerto es un lago. Limita con Israel, Cisjordania y Jordania.

Se llama así porque es nueve veces más salado que cualquier otro mar. Su híper salinidad hace que no haya peces vivos, ni siquiera bacterias.

Es un lago muy grande porque tiene 605 kilómetros de superficie. Está a 400 metros bajo el nivel del mar.

Junto a las olas del mar hay un pozo de barro negro. Se dice que es rico en minerales y se usa para tratamientos terapeúticos y cosméticos.

Del otro lado del Mar Muerto se aprecian enormes residencias con hileras de palmeras. No se mira que exista la navegación.

En la Biblia se le llama Mar Salado o Mar de Arabá. Se relaciona con la historia de la esposa de Lot y el tema de Sodoma y Gomorra. 

En el libro de Ezequiel existe una cita interesante:

“Vivirán cantidad de criaturas vivientes por donde llegue el agua de este río . Abundarán los peces en el Mar Muerto pues sus aguas se volverán dulces”.

Según Google, fue en las. aguas del Mar Muerto donde Jesús fue bautizado por Juan Bautista.

Alguna vez este mar fue vibrante y lleno de vida. Pero Jehová hizo llover fuego y azufre sobre las ciudades de Sodoma y Gomorra.

Por eso la zona se convirtió en un desierto y el mar se hizo un lago salado con híper salinidad.

De acuerdo con la profecía de Ezequiel, un río brotará del Monte del Templo y llenará el Mar Muerto para que la vida pueda prosperar allá.

Mientras tanto en la playa está clavado un letrero que sugiere no meter todo el cuerpo al agua y menos exponer ojos a su salinidad.

Pero una familia de españoles -el padre es de Costa Rica- se embarra la piel, cara, manos y todo el cuerpo, y después de media hora se meten al mar para lavarse.

Un joven sale corriendo de las aguas porque dice que le cayó agua en los ojos y le arden como chile piquín.

Fotos y videos completan el paseo.

Es como ir a las albercas en Aldama, solo que acá se trata de lugares milenarios e icónicos reflejados en la Ley de Dios, o séase, la Biblia.

De regreso oscurece. En las acera de la carretera al Mar Muerto, familias enteras se acomodan en el piso y asan pollo.

Se pasean en camellos o en caballos y conviven con los niños. No se mira que tomen bebidas alcohólicas, ni siquiera refrescos de bote.

Los árabes se la pasan hable y hable y hable.

En la noche siguen las noticias del conflicto entre Israel y Palestina. 

Hasta el canal de noticias Al Jazeera llama “genocidio” al ataque de Israel sobre Gaza.

Todos los días caen bombas de aviones, en drones o ataques armados con tanques de guerra.

Un día mueren veinte personas, al otro diez, luego cinco y así sucesivamente.

No hay descanso para los palestinos después de su violenta incursión del 07 de octubre de 2023.

Los edificios se derrumban de golpe por el bombardeo y la gente muere sepultada o por las esquirlas de las explosiones.

En su mayoría, las víctimas son niños.

Pero el mundo no tiene ojos para mirarlos.