Crónicas desde la franja de Gaza

6. HABIBAH

  • Por Editor R
Los clientes

Los clientes

En la esquina

En la esquina

Vehículo de la tienda

Vehículo de la tienda

Para pedidos

Para pedidos

Súper pay

Súper pay

Charoleando

Charoleando

Domingueando

Domingueando

Best in the world

Best in the world

Rollitos

Rollitos

El mercado

El mercado

De pistacho

De pistacho

Los pasillos

Los pasillos

Dulzura

Dulzura

Más azúcar

Más azúcar

Enormes

Enormes

Verde, verde

Verde, verde

Se acaban

Se acaban

Torre de dulces

Torre de dulces

Qué grande

Qué grande

Otra vista

Otra vista

Dáme más

Dáme más

De todo

De todo

¿Mango?

¿Mango?

A la orden

A la orden

Panorámica

Panorámica

Dulcelandia

Dulcelandia

Postres de fruta

Postres de fruta

¡Qué pastel!

¡Qué pastel!

Ups

Ups

Más y más

Más y más

Pastelandia

Pastelandia

Increíble sabor

Increíble sabor

¿Postre joven?

¿Postre joven?

De frutas

De frutas

El exterior

El exterior

Prueba éstos

Prueba éstos

Mesas afuera

Mesas afuera

El logo

El logo

Amplio espacio

Amplio espacio

Habibah nocturno

Habibah nocturno

Cerca de ahí

Cerca de ahí

Al fondo

Al fondo

¿Día de descanso?

¿Día de descanso?

Tráfico, tráfico

Tráfico, tráfico

Un choque

Un choque

El sábado es día inhábil en Amman. Así que se convierte en una oportunidad para ir a Habibah, la tienda de dulces y postres más famoso del Medio Oriente.

Los que ya han estado en Jordania me dijeron que no podía irme de Amman sin haber ido a Habibah.

Algo así como dicen en Parral cuando visitas esa ciudad: debes ir a la Gota de Miel antes de salir del lugar.

Para mi sorpresa, Habibah Sweets está a dos cuadras del hotel donde me hospedo, en la mera esquina dela calle Al Madina Al-Monawara St.

El negocio abre a las nueva de la mañana y cierra a la una de madrugada. Decenas de empleados se mueven incesantemente, de un lado a otro, para atender a la clientela.

La gente acude al sitio, compra sus postres y se sienta en las mesas de la banqueta a disfrutar el dulce, acompañado de un café turco o simplemente de agua.

Guardando las debidas proporciones, se me afiguró la Luz del Día, en la ciudad de Chihuahua, en los años setentas, a donde iban las familias los domingos a comer nieve y malteadas.

Ahí fue donde Guillermo Prieto Luján, el verdadero líder moral del panismo en el estado de Chihuahua, se ganó el mote de El Bananas. 

Era por las malteadas que gustaba pedir. Y como Chihuahua cabía en la palma de la mano, todo mundo sabía del apodo del extinto y famoso personaje panista.

El Kanafeh es el postre más popular del Abibah. 

Está hecho de base de sémola, con una capa de queso encima y sirope o miel a base de azúcar. Mi instinto y mi bolsillo me dicen que eso debo pedir.

Por un Dinar y medio, me sirven en un plato desechable una gran porción de Kanafeh, imposible de acabar en una sola sentada.

Torrentes de azúcar deben correr por la sangre al deglutir esa especie de pay, pero como dice la canción de Antonio Aguilar, hay que darle gusto al gusto, la vida pronto se acaba.

En todos los negocios o empresas de Aman aparecen colgados de la pared tres fotografías de los Hussein. El primer Rey de Jordania, el actual monarca y el príncipe, joven heredero de la corona.

Habibah fue fundada en 1947 por el empresario Haj Mahmoud Habibah y desde entonces se ha vuelto un sitio emblemático en la ciudad de Amman. 

Después del gran postre en el Habibah (and sons, dice ahora el letrero), luego de haber gorreado tres o cuatro muestras de distintos y riquísimos dulces, hay que caminar por la avenida.

Amman es una ciudad pujante. Está americanizada en una interesante mezcla con las tradiciones locales y la cultura jordana.

Hay mucho movimiento. Existen malls, mii markets, tiendas locales de ropa, calzado, tenis, muchos negocios de comida para llevar.

Muchos Uber Eats llenan los pequeños negocios de comida con decenas de pedidos.

Está un Mac Donalds en la esquina, hay enfrente un Carls Junior y más allá una pizzería o una farmacia y un banco.

Pero no pierden las tradiciones. Las mujeres cubren la cabeza o también el rostro y los hombres usan barba, la que tengan, y colores oscuros y lisos de ropa.

Todo el tiempo hablan por teléfono.