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Se reunió el Papa en Cuba con el Patriarca Kiril de Moscú

Después de la llegada del Papa Francisco a México, el padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, ofreció en el Centro Internacional de Prensa de la...
  • Por José Oswaldo
Se reunió el Papa en Cuba con el Patriarca Kiril de Moscú

Después de la llegada del Papa Francisco a México, el padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, ofreció en el Centro Internacional de Prensa de la Ciudad de México una conferencia en la que habló sobre el encuentro que ayer por la tarde tuvieron en La Habana, Cuba Su Santidad el Papa Francisco y Su Santidad el Patriarca Kiril de Moscú y toda Rusia.

Lombardi dijo que este encuentro histórico fue una ocasión de alegría tanto para el Papa como para el Patriarca y comentó que se trató de un diálogo entre hermanos que entendían muy bien los problemas de sus iglesias y del mundo del hoy, que desean servir juntos.

En palabras de Lombardi, la reunión del Santo Padre Francisco con el Patriarca de Moscú fue “un paso muy grande en el ecumenismo”. Recordó que en junio de este año se realizará el Concilio panortodoxo por primera vez después de centenarios.

El Papa además expresó en el avión su agradecimiento con Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y Ministros de la República de Cuba, por haber ayudado en este encuentro.

Destacó que el Patriarca obsequió al Papa una reproducción de la Virgen de Kazán, uno de los íconos clásicos de Rusia en tiempos difíciles y un libro escrito de su autoría sobre problemas sociales, de justicia y de paz. Por su parte, el jerarca de la Iglesia Católica obsequió un cáliz de plata, reliquias de San Cirilo y un ejemplar de la encíclica Laudato si en su edición rusa. Calificó a los obsequios como “significativos e interesantes”.

Añadió que ahora todo el corazón y atención del Papa es para el pueblo mexicano; expresó que ha sido excepcional la forma en la que el pueblo mexicano ha recibido al Sumo Pontífice. El Papa ha usado dos sombreros, uno en el avión y otro en México, en ese sentido “es mexicano”.

Sobre el itinerario del Papa para el sábado, que incluye una misa en la Basílica de Guadalupe, recordó que Su Santidad siempre habla de la Virgen de Guadalupe y que ha expresado su deseo de rezar tranquilo y en silencio ante ella. “El encuentro con la Virgen de mañana por la tarde será emotivamente fuerte”, comentó.

Kiril de Moscú y el Papa Francisco, en su encuentro privado en La Habana

Más allá de su contenido, que es ya un paso de gigante para dejar atrás una enemistad de casi mil años, la declaración firmada en La Habana es un documento que abre muchas puertas, y todas hacia caminos prometedores.

La caída del «muro de Moscú» permitirá a la Iglesia católica cultivar la amistad con las Iglesias ortodoxas «eslavas», las de sentimientos filorrusos, reacias a dar los pasos de acercamiento que han protagonizado a lo largo de los últimos cincuenta años las Iglesias ortodoxas «griegas», que miran como referencia al Patriarca Ecuménico de Constantinopla.

Paradójicamente, la caída de la barrera psicológica al diálogo entre Moscú y Roma mejora también el diálogo entre las Iglesias ortodoxas, muchas de ellas excesivamente nacionalistas y apegadas al propio modo de hacer las cosas en su país.

Isla de Creta

La ortodoxia, en su conjunto, necesita un respiro similar al que trajo para la Iglesia católica el Concilio Vaticano II. Con un poco de suerte lo pueden conseguir el próximo mes de julio en el concilio panortodoxo, el primero que se celebra en 1.300 años, y que la parte más conservadora de la Iglesia Ortodoxa Rusa ha intentado impedir.

De hecho, uno de los documentos que se debatirán en la isla de Creta es precisamente el de ecumenismo, la relación con las demás Iglesias cristianas, que los ortodoxos apenas han cultivado.

A decir verdad, muchas de esas Iglesias tampoco han cultivado apenas el diálogo con la sociedad civil y con la cultura, limitándose a condenas rutinarias de lo que no se ajusta a las normas tradicionales, pero perdiendo la oportunidad de influir positivamente en la vida de la sociedad.

El «abrazo de La Habana» aumenta la estatura del Patriarca Kiril, no sólo respecto a las otras Iglesias ortodoxas –que, todas juntas, suman un tercio del total de fieles- sino también dentro de la Iglesia Ortodoxa Rusa, que reúne a los dos tercios y es, en cierto modo, un gigante rodeado de enanos.

Kiril es un renovador que ha ido centralizando a lo largo de siete años las estructuras de una Iglesia un tanto dispersa y paralizada. Ha nombrado numerosos obispos jóvenes y está intentando dinamizar la vida de una Iglesia que necesita modernizar sus estructuras y su modo de trabajar.

En este sentido, la línea «centralizadora» de Kiril y la línea «sinodal» de Francisco suponen rumbos de convergencia entre organizaciones basadas en principios opuestos: las Iglesias nacionales con estructura sinodal y diócesis muy autónomas, típicas de los ortodoxos, y la Iglesia mundial y universal con un Papa que gobierna lo esencial de cada diócesis y puede intervenir con rapidez en caso necesario.

En 1964, durante el primer encuentro de un Papa y un Patriarca Ecuménico de Constantinopla desde el cisma del 1054, Atenágoras dijo a Pablo II que «nosotros tenemos que caminar juntos y en armonía, y a todos los teólogos los ponemos en una isla para que discutan entre ellos, mientras nosotros caminamos por la vida”.

En este caso, se han ido a la isla los primados de las dos Iglesias, para ponerse de acuerdo en empezar a caminar juntos sin la rémora de las discusiones de los teólogos.

Otra línea prometedora que también facilita el encuentro de La Habana es el diálogo de las Iglesias ortodoxas con las demás religiones. La caída de barreras psicológicas milenarias ayuda a considerar normal el colaborar con otras religiones en objetivos comunes como, por ejemplo, crear una cultura de paz cuando hay fanáticos que intentan crear guerras religiosas, y movimientos terroristas que las ponen en marcha.

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