Opinión

Escaparate público

  • Por Alejandra Pérez
Escaparate público

Por: Carlos Jaramillo

- Braulio Gutiérrez Almuina:  el abogado…, el maestro…, el amigo.

- El debate: otro acierto de Enrique Serrano.

- Manuel Bernardo Aguirre y Enrique Serrano: un mismo origen social.

Con nostalgia fue recibido el reciente deceso de Braulio Gutiérrez Almuina, apreciado maestro y funcionario de la Facultad de Derecho, de la Universidad Autónoma de Chihuahua. A Braulio, como cariñosamente se referían a él tanto sus alumnos como sus colegas catedráticos, se le conoció siempre por su afable trato, así como por la particular inclinación que tenía hacia el establecimiento de vínculos de franca interlocución y ayuda con sus alumnos.

Descanse en paz el estimado Braulio Gutiérrez, abogado cuya estela quedará marcada en forma indeleble, porque supo predicar con el ejemplo una acertada filosofía, pues fue un dedicado maestro, que además de transmitir conocimiento a sus alumnos supo ser amigo de ellos.

Pese a lo que las mentes perversas vaticinaban que ocurriría a raíz del debate entre los seis candidatos al Gobierno del Estado de Chihuahua, dicho escenario no fue, ni con mucho, la especie de hecatombe política que algunos esperaban.

La realidad, esa que se ha visto reflejada una y otra vez en las recientes encuestas, se impuso una vez más, y para quienes pretendían hacer del publicitado evento la ocasión propicia para acortar la distancia de sus abanderados respecto al candidato puntero de la coalición priísta, Enrique Serrano Escobar -que desde el inicio de las campañas mantiene su calidad de amplio favorito-, dicha confrontación sirvió para  demostrar que el aplomo, la preparación y los posicionamientos del alcalde de Juárez con licencia, convirtieron las aviesas intenciones de los aprendices de Maquiavelo, en algo menos eficaz que la pólvora mojada.

De nuevo, como lo ha venido haciendo desde el comienzo de su precampaña, acertadamente Serrano fue el candidato que planteó las propuestas de gobierno que los chihuahuenses quieren y necesitan, desdeñando así, con estatura política y argumentos de gobierno, la perorata y la diatriba, para confirmar la razón por la cual desde meses atrás todas las encuestas de opinión ciudadana coinciden en señalarlo, en modo indiscutible, como el virtual triunfador de la jornada electoral del próximo domingo 5 de junio.

Dicen que en política no hay coincidencias. Tal vez esta frase sirva para explicar por qué en el PRI, debido a su esencia profundamente popular, suelen converger muchos personajes con orígenes y tendencias similares en los aspectos social, cultural, económico e ideológico. Cierta vez, durante una reunión familiar, mientras respondía a la pregunta expresa de uno de sus nietos adolescentes, Manuel Bernardo Aguirre (qepd), ex gobernador de Chihuahua, le dijo a este: “Mira hijo, mi vida no ha sido fácil, está hecha de esfuerzo; yo a tu edad no tenía las comodidades que tú ahora tienes, pues como en mi casa había carencias y el dinero no alcanzaba para todo, no pude seguir asistiendo a la escuela porque tenía que trabajar para ayudar a mis papás y hermanos, y pagar algunos de mis gastos; pero desde niño tuve la mejor lección, una que no me dio la escuela sino la vida misma: aprendí que con dedicación y rectitud uno puede lograr todo lo que se proponga”.

La anécdota descrita, y poco conocida -o tal vez inédita-, muestra, sin duda, la gran similitud existente entre los perfiles personales de Enrique Serrano y Don Manuel -como afectuosamente le decía el común de los ciudadanos-, pues, independientemente de sus respectivas carreras políticas dentro del Revolucionario Institucional, el origen social de ambos fue prácticamente el mismo.

El hecho de que igual que a Manuel Bernardo Aguirre, las circunstancias socioeconómicas familiares hayan obligado a Enrique Serrano a superar la adversidad, desde su infancia, a base de trabajo, explica con absoluta claridad la filosofía de vida y la experiencia personal, implícitas en el lema que Serrano acuñó para su campaña: “Con esfuerzo todo se puede”.