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Golondrinas

  • Por José Oswaldo
Golondrinas

Por León Reyes Castro

No he querido investigar nada sobre las golondrinas, siento que debo ser con ellas, como he sido con las mujeres de las que me he enamorado, es mejor no saber nada de ellas y a partir de tu enamoramiento, construir tus fantasías.

Así puedes pensar, que el objeto de tu deseo brotó del mar, que llegó del bosque, o es una tortuga del desierto que se metamorfoseó en la mujer que tocas, que exploras, que besas y te besa, que te fundes en ella y que vino de la nada, pero que vino por ti y para ti.

Estos meses, desde que llegaron las golondrinas, sólo las miro y anoto en mi mente sus cambios.

Las pasiones del poder, que hace mucho tiempo no me apasionan, me han tenido ocupado, mi vida personal pasó a segundo plano, el reto era combatir y vencer con una losa en la espalda.

Los guerreros no piensan en la derrota, aunque el entorno se los anuncie, luchan hasta la muerte.

Derrotados, ven el cielo y sin excusa reconocen que el contrincante venció.

Vi llegar a las golondrinas, primero en Carolinas, tenían su nido, en el otoño habían partido.

Las que llegan son las que se fueron o son sus críos que aquí nacieron, preguntando, me dicen: pueden ser los mismos, pueden ser sus críos, por algún mecanismo misterioso, registran su origen.

Al poco tiempo veo a otra pareja, en casa del Campestre, iniciar los miles de viajes para construir su nido.

Pasan los meses, unas terminan el nido, otras empollan.

Misterio: ¿Por qué las que construyen su nido empollan primero que las que ya lo tenían?

Dicen que donde anidan golondrinas hay amor y armonía, lo dice mi hermana Armida, que sabe muchas cosas de Dios y milagrerías.

También dicen que no toques el nido, ni le hagas nada porque no regresarán.

Me gusta vivir en el misterio de ellas, así me gusta el misterio de las mujeres, están contigo, pero no son tuyas, sabes que te acompañan, pero no sabes cuándo las perderás y nunca comprenderás el por qué.

Hace días los polluelos del Campestre que son cuatro, ya vuelan con sus padres, todos los días los veo crecer, los de Carolinas, siguen en su nido.

El sábado vi en Carolinas que un polluelo había caído de su nido, era muy pequeño, pensé en levantarlo y ponerlo en su lugar, me arrepentí, me dije: es como si quien te quiere y te abandona, regresa contigo contra su voluntad, que obre natura, morirá si sus padres no lo levantan, así fue, murió, no sé si no pudieron o no quisieron rescatarlo, ¿Será que entre ellos el que cae, no está preparado para la vida?

Será como cuando dejan de amarte, que aunque sepan que mueres, te abandonan sin sentir nada.

Por lo pronto ojalá y Armida tenga la verdad, pues en este tramo de la vida necesito armonía y amor, pues un guerrero nunca se rinde, siempre estará presto a nuevas batallas, pero algunos necesitamos a quien amar y que nos amen.