Opinión

Ni perdono, ni olvido

  • Por José Oswaldo
Ni perdono, ni olvido

Por Bernardo Cerdeira

El dos de octubre no se olvida, ni perdona. Es uno de los acontecimientos del cual la mayoría de los mexicanos recordamos, ya que se llevó a cabo una de las matanzas más sangrientas en la historia de nuestro país ejecutada por la administración de aquel Gobierno.

Con dedicación mi editorial para las próximas generaciones, que sirva para mantener siempre presente el recuerdo estudiantil en demanda de mayor libertad de expresión, no se perdona, al batallón Olimpia (Grupo paramilitar) que realizaron provocación, represión y desaparición de personas, por el simple motivo que los jóvenes estudiantes y académicos lucharan por sus derechos y  realizaran de manera pacífica manifestaciones, no se olvida, la Matanza en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.

Hasta la fecha no se ha logrado esclarecer exactamente la cantidad oficial de asesinados, heridos, desaparecidos y encarcelados. La fuente oficial reportó en su momento 20 muertos, pero algunas investigaciones actuales, deducen que los muertos podrían llegar a varias centenas y responsabilizan directamente al gobierno de México.

En 1968, México era gobernado por Gustavo Díaz Ordaz, ya fallecido, mientras que Echeverría Álvarez fungía como secretario de Gobernación, quienes según la opinión de miles de estudiantes que marchan cada año, nunca pudieron explicar de forma clara y veraz esos acontecimientos.

Los actores intelectuales del crimen, utilizando todos los medios con los que contaba el estado, principalmente al ejército mexicano, que tiñería con sangre la mayor traición al asesinar al pueblo que tenía que defender, cómplice del gobierno, deshonrar a los verdaderos héroes que dieron su vida para proteger a su pueblo.

La tarde del 2 de octubre de 1968, después de que desde un helicóptero que sobrevolaba la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, arrojara una luz de bengala, empezaron los disparos en contra de los miles de estudiantes que colmaron el lugar.

Como señal para que los francotiradores del Batallón Olimpia apostados en los edificios Chihuahua, 2 de Abril, 15 de Septiembre, I.S.S.S.T.E. 11, Revolución de 1910 y la Iglesia de Santiago, así como varios miembros del Batallón Olimpia parapetados en los departamentos del Chihuahua y en el corredor del tercer piso, abrieran fuego en contra de los manifestantes y militares que resguardaban el lugar, para hacerles creer a estos últimos que los estudiantes eran los agresores.

Los militares al llegar a la plaza de las tres culturas, sorprendió a todo México, los disparos no fueron dirigidos contra los agresores de los estudiantes, sino hacia la multitud de manifestantes que se encontraban en la plaza de Tlatelolco.

También dispararon sus armas los integrantes de la "famosa Brigada Blanca", vestidos éstos de civil, pero identificados por portar un guante blanco como distintivo.

Muchos manifestantes que lograron escapar del tiroteo se escondieron en algunos departamentos de los edificios aledaños, pero esto no detuvo a los miembros del ejército, que sin orden judicial, irrumpieron en cada uno de los departamentos de todos los edificios de lo que conforma la Unidad Tlatelolco.

Los estudiantes fueron golpeados, desnudados, humillados, detenidos, asesinados en plena plaza, reprimidos por el ejército. Varios testigos aseguran que durante este lapso, el Batallón Olimpia se disfrazó de empleados de luz y agua para poder buscar estudiantes fácilmente. Los detenidos, por su parte, fueron enviados a distintas cárceles de la Ciudad de México; los cabecillas fueron enviados a la penitenciaría o al “Palacio Negro” de Lecumberri así como al Campo Militar Nº 1.

Este es uno de los acontecimientos del cual la mayoría de los mexicanos están enterados, sin embargo, es el caso de impunidad por excelencia.

Ningún personaje responsable que fungía como autoridad fue llevado ante la justicia, el partido en el gobierno el revolucionario institucional (PRI) nunca intervino para esclarecer los sucesos, los medios de comunicación comprados por el jefe del ejecutivo para que la verdad no saliera a la luz pública, los tribunales encargados de la administración de justicia brillaban por su ausencia.

El tiempo pasó y nunca se esclareció el castigo para los responsables, sabiendo quienes eran, todos sabemos quién era el presidente de la república y el general del estado mayor, en el 68.

Un compromiso moral y patriótico tenemos todos los ciudadanos en recordar siempre la matanza de Tlatelolco, fomentar con el trascurso de cada generación, la trágica historia por la que paso México, para obtener la libertad de expresión y de exigir los derechos que nos corresponden a todos, mantener firme el 2 de octubre no se olvida, no se perdona. Para que jamás se vuelva a repetir.

El 8 de noviembre de 2011, el Congreso de la Unión declaró el 2 de octubre, día de duelo nacional. Además, se propuso inscribir dicha fecha en el muro de honor de la Cámara de Diputados, en memoria de los "mártires de la democracia".

Gracias por su atención.

Twitter. @BernaCerdeira