Opinión

Las Matazones

  • Por Cynthia
Las Matazones

Por Carlos González Fernández

“Desde cualquier ángulo en el entorno” avista las dolorosas cifras de los homicidios dolosos que invariablemente circundan las tragedias de gran cantidad de familias mexicanas que se han visto perjudicadas al ya no contar con alguno de sus amados miembros, así sea el padre, algunas veces, la madre, el tío, el hermano, el sobrino, etc., más sintomático cuando se trató de quien proveía la manutención de aquel hogar donde los hijos y la viuda quedaron desamparados por la tragedia y que, fueran o no  involucrados en el “bailongo”,  es imposible soslayar que una parte importante de los homicidios ocurrieron a personas que estuvieron en “el lugar y momento equivocado”; la violencia denominada de alto impacto fue propicia cuando el Presidente Calderón decidió abrir la guerra al narcotráfico en 2006 con 50 mil uniformados de la Ley. Un año más tarde, en 2007, las estadísticas INEGI, con base en Registros Administrativos, indicaban 8 homicidios por cada cien mil habitantes, según 8 mil 867 acribillados; en 2008 fueron 14 mil 6; en 2009, 19 mil 803 y de ahí pa’l real. En 2010, la no despreciable suma de muertos violentamente, 24 mil 374 homicidios. Y Chihuahua,  ese año, entre  las entidades más afectadas con 4 mil 747 víctimas.

En cuatro años (2010 a 2013), por cada cien  mil habitantes, pasamos de 30 mil 535 a 41 mil 563,   un incremento de 26.7 por ciento. [2011 (27 mil 199) a 2012 (32 mil 639)], el incremento en ese año fue del 16.3 por ciento; 2012 a 2013, crecieron las muertes 28 por ciento. Entonces, en su sexenio, Calderón Hinojosa alcanzó 126 mil 888 (menos diciembre 2012, mes en que asumió la presidencia Peña Nieto) más  2013, 10 mil 95 homicidios relacionados con el crimen organizado que es la menor cantidad de asesinatos en esos cuatro años. Es justo denotar que todas las cifras expuestas, excepto las de 2013,  no son exclusivamente derivadas del narcotráfico. En 2014, el dato es de 19 mil 669 muertes violentas, según estadística recientemente publicada por el INEGI en revelación preliminar y, desde luego, las que van con corte a agosto de 2015, que si este año, hipotéticamente iguala las cifras que arroja la prestigiada institución el año pasado, en medio sexenio,  va “a la par con Londrés”, respecto a la anterior administración panista. Chihuahua, Sinaloa, Guerrero y Jalisco son los estados más impactados por el crimen organizado; estaremos hablando de un promedio nacional de 841 cadáveres por mes que son muchísimos. ¿A poco sí?

Analistas, por ejemplo, del  Centro de Investigación para el Desarrollo Institucional Independiente, Asociación Civil (CIDIIAC),  estudian otras entidades que se incluyen a las expuestas en estas circunstancias: DF, Michoacán, Estado de México, Morelos, Durango, Baja California, Tamaulipas, Nuevo León y Colima. También exponen que los secuestros (otra lacra que lacera a la sociedad), de 2012 a 2013, crecieron 20 por ciento y este último año mencionado, fueron registrados 131 mil 946 secuestros, y mayúsculamente, las extorsiones al estilo de “el padrino”, alcanzaron los 7 millones 794 mil 400 casos, aunque por extorsión fueron registradas tan solo 7 mil 284 denuncias en 2012 y 8 mil 196 en 2013, lo que denota que la inmensa mayoría jamás denuncia, quizá por desconfianza en nuestras autoridades y/o por temor de que los vándalos les hagan más daño tal como lo demuestran muchas fechorías de estos bandidos. En 2010, año en que se dispararon las muertes nacionales, se alcanzaron 22 homicidios por cada cien mil habitantes y si sirviera de consuelo, Brasil registra 25, Colombia 39, Venezuela 47, Guatemala 48, El Salvador 52 y Honduras 58 homicidios por cada cien mil habitantes. Como sea, la percepción por delitos de alto impacto (incluyendo las aberraciones de Ayotzinapa y Tlatlaya ), es del 73 por ciento, respecto a la inseguridad que siente (percibe) nuestra población mexicana…                      [email protected]