Estradita, como le decían a aquel abogado en su tierra natal, Cuauhtémoc, era medio vaguito, la verdad de las cosas.
Así que, se perdió tres días.
Dónde andaría, pues sólo Dios sabe… y él; pero, ni Dios, ni él, dijeron palabra sobre eso.
Ingenioso, como dicen que era, al cuarto día le llamó a su esposa.
Y le dijo:
-Si te piden rescate por mí, no les des nada. Ya me les pelé.
Y lo digo desde aquí, porque éste es mi pódium.