Opinión

Qué esperar del Papa

  • Por José Oswaldo
Qué esperar del Papa

Uno, dos, tres

Por Luis Raúl Valenzuela Colomo

Uno: qué esperar del Papa

Decía un poema de San Juan Pablo II que “la verdad no recubre las heridas con aceite para que sean menos dolorosas”, y eso es, precisamente, lo que los mexicanos esperamos del Papa Francisco: Que hable de las verdades que laceran a nuestro pueblo.

No porque el traiga todas las soluciones, sino porque un líder moral, como lo es el Papa, tiene el deber de orientar con el Evangelio en la mano, sobre los grandes temas que están en la mesa del debate.

Algunos de estos temas ya los tocó el Papa en la entrevista previa: la violencia y la corrupción.

Pero es necesario que el Papa nos recuerde verdades fundamentales en materia de familia y matrimonio, en materia de defensa de la vida, cuando en México un pequeño grupo de ministros de la Suprema Corte está cambiando todo ante la impotencia de un pueblo.

Cuando el Papa habla con la verdad, ésta se escucha y resuena ampliamente y es capaz de confrontar y despertar pueblos enteros, como ocurrió con el extinto Juan Pablo II, quien no tuvo miedo de enfrentar el otrora poderoso Imperio Comunista, hasta que este se derrumbó ante el afloramiento de la Verdad profunda del hombre.

La ideología de Género está generando ya las bases para la persecución de los cristianos en el mundo entero. ¿Cuánto más tardará el Papa Francisco en confrontarla?

Yo esperaría que el Papa defienda la familia natural, como una célula básica de la sociedad que no merece ser artificiosamente distorsionada.

Que proclame la verdad sobre la Vida desde el momento de la concepción, en un país donde miles de abortos son practicados como nuevos sacrificios humanos en la misma tierra donde se apareció la Virgen de Guadalupe.

Dos: Javier Corral, candidato

El PAN por fin decidió y el candidato a gobernador designado por el CEN es Javier Corral. Ya no hay vuelta de hoja.

Una histórica segunda oportunidad no a cualquiera se le concede. Seguramente el aprendizaje de la primera experiencia, obtenida en la elección que perdió ante Reyes Baeza, le será de gran utilidad. Deberá evitar la confrontación con los medios, por ejemplo.

El ingenio de Javier se hizo presente de inmediato al decir: “yo soy el candidato más independiente de todos”, lo cual es innegable.

Javier siempre ha seguido su propio criterio, más allá de los lineamientos de partido o de grupo parlamentario. Ha pretendido ser fiel a lo que a él le convence en cada circunstancia, aún a riesgo de convertirse en lobo solitario.

No se duda tampoco de su valor y arrojo.

Sin embargo la carencia de un marketing político eficaz. La ausencia de estructuras bien organizadas capaces de sacar adelante una elección. La incapacidad de sumar a todos los panistas e involucrarlos en una lucha que es de todos, la visceralidad en el discurso, suelen afectar las campañas panistas.

La imagen de Javier tiene que ser la de un candidato capaz de gobernar para todos, de generar confianza y buenas perspectivas para el Estado. Que alcance a penetrar en el electorado no cautivo, aquél que define múltiples elecciones.

Para llegar a este electorado, generalmente el mensaje tiene que ser más de propuesta que de confrontación.

Siendo objetivos, creo que sus posibilidades de triunfo en este momento son inciertas, dado que la presencia de Chacho Barraza en la contienda dividiría el voto opositor.

Así mismo los partidos que llevan candidatos panistas como Movimiento Ciudadano y PRD, le arrancarán pedazos al PAN. Tienen esa finalidad.

Habrá que tomar muy en cuenta este nuevo factor que complica tanto la contienda, haciendo más que difícil hacer llegar el mensaje al electorado.

Javier es un personaje de talento innegable, pero tendrá que complementarse para la cuestión político-electoral.

Además deberá unificar al panismo y no dejarse prender la mecha por quienes pretendan división.

Esta vez Javier debe dejar atrás al lobo solitario.

Tres: adiós, Padre Lalo

Adiós al Padre Lalo. Un sacerdote entregado a su ministerio. Profundo conocedor de la Biblia. Sus homilías siempre estaban encendidas por el fuego de la Palabra de Dios.

A pesar de estar enfermo, jamás celebró una misa con desánimo, por el contrario, siempre entregaba el alma en cada eucaristía.

Jamás sus misas eran aburridas. Por el contrario, eran una vivencia fuerte.

Como profeta de nuestros días sacudía conciencias. Lograba despertar a los católicos dormidos que vemos pasar los días, sabiendo que la Fe retrocede en muchos terrenos, y permanecemos indiferentes, como si la Palabra de Dios no tuviese ningún valor en nuestras vidas.

Una vez escuché a alguien decir que quería asistir a misa, “pero con un sacerdote que sí crea”. Entonces recordé al Padre Lalo. Él realmente creía en la Palabra de Dios y así lo transmitía.

No se cansaba de repetir las palabras del salmista: “Que sea lámpara para mis pies, luz para mi camino”.

Tampoco se cansaba de proclamar: “La palabra de Dios es como una espada de doble filo”, aludiendo a las palabras que Pablo dirigió a los Hebreos: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón”.

El Padre Lalo, muchas veces incomprendido por su particular forma de predicar el Evangelio, deja un enorme hueco en la Diócesis.

Al final de sus días concluyó la elaboración de un bello catecismo que unía la doctrina con el sustento bíblico, que seguramente será de gran utilidad. Además escribía un libro de oraciones que se titularía “tesoro del corazón”. Ojalá puedan rescatarse estos valiosos proyectos.

Adiós, querido Padre Lalo.