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Los desatinos del candipluri

Por Gerónimo Stefan A escasos días del cierre de campañas, es manifiesto que tres ejes equivocados ha tenido la campaña del candidato plurinominal Javier corral. Los tres...
  • Por José Oswaldo

Por Gerónimo Stefan

A escasos días del cierre de campañas, es manifiesto que tres ejes equivocados ha tenido la campaña del candidato plurinominal Javier corral. Los tres convergen en la persona del gobernador del Estado y dibujan para la historia documentada de la política en Chihuahua, el caso de un candidato norteado que se empeña en denostar a una persona que de todas formas ya se va; en vez de orientar su discurso por la propuesta, o si lo que prefiere es la confrontación, por las personas de sus contrincantes.

La insistencia del candipluri (como lo bautizó Cruz Pérez Cuellar en el debate) a sostener un discurso descalificador en vez de orientarlo por un proyecto de gobierno que pueda convencer al elector, ha llegado a tal punto que el propio Cesar Duarte, destinatario básico de la diatriba de Corral, ha tenido que aclarar lo obvio:” No estoy en las boletas…no soy, por lo tanto, el contrincante a vencer”.

El asunto que pudiera ser motivo de risa en otras circunstancias, no lo es si se tiene en cuenta que de esta equivocación de Corral derivan otras dos, ambas perniciosas.

En efecto, del denuesto como elemento del discurso, se pretende inducir al imaginario colectivo a la ignorancia de la obra realizada… y de la ignorancia de la obra realizada a la nula exigencia que tendría su gobierno, pues cualquier cosa que se realizara podría hacerse aparecer como la gran obra.

Esto parecer ser lo que en el fondo busca Corral: que la gente piense más en la persona que en la obra realizada en un ejercicio de gobierno, porque si se diera tal cosa, quedaría aún más al descubierto el vacío de propuestas viables y la pobreza de ideas para gobernar que exhibe Corral.

Pero Corral está imposibilitado para criticar la obra, pues tendría que reconocer los avances y su discurso se vería obligado a orientarse por la forma en la que él, como eventual gobernador, podría no solamente mantenerla, sino superarla.

Este sí que es un problema insoluble para Corral, quien en vez de discutir ideas, opta, como los tontos, por discutir personas.

La otra equivocación tiene que ver con el uso deficiente de la lógica, que traería para la comunidad una confusión generalizada: Atacar la buena fama de alguien no implica necesariamente que el que ataca sea mejor…

Que Corral critique a una persona no significa que el pueda obrar de la mejor manera. Por otra parte, que ataque a un gobierno quien jamás ha gobernado y nunca ha trabajado bajo la exigencia elemental de obtención de resultados, no quiere decir, ni de lejos, que esta persona lo haría mejor.

Decir no es lo mismo que hacer y Javier siempre ha dicho, pero nunca ha hecho.

Javier quiere ocultar en una nube de palabras su incapacidad para la acción, y, puesto que gobernar implica sobre todo actuar, “El Patas Blancas” se encontraría perdido en un esquema de trabajo que le pidiera acción y resultados y que no se contentara ya con discursos, por mas altisonantes que estos puedan ser.

Pese a que con este discurso equivocado Corral no ganaría ni la presidencia de un comité de vecinos, hay algo todavía más grave: Corral borda en el vacio al tratar de menospreciar y aun despreciar la figura del gobernador porque, si es una verdad de a kilo que su nombre no está en las boletas, si es otra aún de mayor peso, que el nombre de Duarte está en la memoria colectiva, en los cuatro puntos del Estado, merced a la obra realizada en beneficio de la entidad.

Si se ha de hablar de paz social, no puede hacerse sin ligar este beneficio a la figura de Cesar Duarte.

Si el tema es la educación, no puede esconderse el nombre del gobernador que ha apostado a la ampliación de la oferta educativa de nivel medio y superior, llegando incluso al rescate de una institución como la Escuela Superior de Agricultura, cerrada en su momento por el capricho y la incapacidad del entonces gobernador Francisco Barrio.

Si de infraestructura se trata es imposible referirse a sistema carretero de la entidad sin que le acompañe la figura de Cesar Duarte..

Y si Chihuahua alojará a la planta Solar más grande de América Latina, tal cosa no puede separarse de la gestión del gobierno estatal actual.

Es larga la lista de motivos para que el Chihuahuense piense en el gobierno de Cesar Duarte como un parte aguas en el progreso del Estado Grande, derivado fundamentalmente de la pacificación del estado, el impulso a la educación, el equipamiento para la salud, la atracción de inversiones y la generación de empleo por encima de la media nacional.

Un sonsonete descalificador difícilmente podría oponerse a la contundencia de los hechos y, al final de cuentas, hablar mal de Duarte va a resultarle contraproducente a Corral, porque obliga a cotejar los dichos de este merolico con la realidad de una gestión de gobierno que marca un Chihuahua distinto y un rumbo definido... difícilmente susceptible de torcerse sin el reclamo de la sociedad.

¿Qué peso puede tener la acusación de “tirano” en contra de una persona que revirtió la pérdida de 90,000 empleos en el 2009, contra la realidad actual de una recuperación de casi 200,000 nuevas fuentes de trabajo?...

¿Qué reclamo se puede hacer a quien logró que la oferta de vacantes supere a la demanda, no ya solamente en Ciudad Juárez, tradicionalmente bien posicionada en el terreno laboral, sino en Chihuahua capital y en ciudades ubicadas más al sur, como Camargo y Jiménez?

Oponerse con ceguera obstinada a la realidad es el peor error de Javier Corral en la conducción de su campaña y demuestra que en materia de quehacer político, se quedó anclado en los reclamos del verano caliente que sembró muchas esperanzas para los Chihuahuenses y en el plazo corto, desbordó en decepciones y en deserciones.

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