Opinión

La columna

  • Por Cynthia
La columna

Por Carlos Jaramillo Vela

Las chambas de los arribistas: inconformidad del panismo hacia el Gobernador.

Fermín Ordoñez: el implacable verdugo de Corral.

El nuevo Auditor Superior, Armando Valenzuela: sin el menor tacto político delata a quien lo designó.

Llaman la atención las revelaciones hechas el día 13 de febrero por una de las columnas políticas más importantes del periodismo chihuahuense, donde se señala el enojo existente entre los militantes panistas por la incorporación de gente sin experiencia ni trayectoria en algunos puestos importantes de la administración del gobernador Javier Corral. El arribismo político-administrativo es, pues, el motivo al que dicho medio informativo atribuye las inconformidades que empiezan a surgir entre los panistas que consideran que el titular del ejecutivo aún no les ha liquidado las facturas políticas generadas en la pasada campaña que lo llevó al poder. Lógico es, sin duda, que existan reclamos partidistas contra el mandatario, pues se supone, al menos en teoría, que las primeras y más importantes posiciones político-administrativas debían ser repartidas entre los de casa. Sin embargo, los panistas no deben olvidar que dada la proclividad de Corral hacia el establecimiento de nexos y alianzas con grupos de izquierda o de otras tendencias del espectro ideológico, el senador con licencia tiene fuertes compromisos políticos no sólo con la de su origen, sino con varias instituciones u organizaciones políticas. Seguramente algunos panistas se preguntan: ¿En qué lugar de la escala de prioridades del gobernador se encuentran ellos?

Uno de los líderes políticos y exfuncionarios de la pasada administración estatal, que mayor seguimiento –marcaje casi personal- le ha dado a las declaraciones y manejos de la administración de Javier Corral, desde los albores de la misma, es Fermín Ordoñez. Sí, Ordóñez, quien además de ser uno de los que busca resultar favorecido en la ya muy próxima definición del nuevo dirigente estatal del Partido Revolucionario Institucional, y en la también cercana resolución de las candidaturas del 2018, se ha convertido en algo así como la inseparable sombra de Corral, persiguiendo a éste en todo tiempo y sitio, pues ha sabido aprovechar la serie de escándalos y yerros en los que se han visto envueltos las y los funcionarios estatales albiazules para erigirse como una de las más sonoras voces opositoras en la denuncia y protesta pública por el desempeño del régimen corralista. La más reciente y controversial iniciativa de Fermín Ordóñez fue la denuncia interpuesta contra el Fiscal General del Estado, César Augusto Peniche, en virtud de su ejercicio en el cargo estando legalmente impedido para ello debido a la sanción suspensiva que le fue impuesta por la Secretaría de la Función Pública, lo cual evidentemente desde el punto de vista jurídico constituye un acto ilícito tipificado como delito, y bajo la óptica ética es una falta de honestidad y congruencia tanto hacia la ciudadanía chihuahuense en general, como en especial respecto al personal subordinado de la dependencia a su cargo; puesto que resulta absurdo que quien tiene por función investigar y perseguir la comisión de ilícitos sea el primero en incurrir flagrantemente en uno de ellos. El corolario de esto es que Fermín Ordóñez, quien se ha vuelto para la administración de Javier Corral en algo así como su más cruel “verdugo”, o el más “ingobernable” de sus gobernados, ha sido el que ha puesto el dedo en la llaga, al perseverar en su osada acción mediante la que pretende demostrar –así lo ha dicho- que los hechos de su ejercicio de gobierno desmienten a la retórica del jefe de palacio.

Y quien entró al puesto de Auditor Superior del Estado, resbalándose, o más bien dicho descuidando totalmente las formas políticas, fue el panista Armando Valenzuela, pues apenas había sido formalmente designado como sucesor del priísta Jesús Esparza, al frente de la Auditoría Superior del Estado de Chihuahua, cuando raudo y veloz fue y dijo ante los medios que quien lo invitó a ocupar el cargo fue el Secretario de Hacienda, Arturo Fuentes. El día 14 de febrero los medios de mayor circulación en la capital del Estado dieron cuenta del traspié cometido por el nuevo titular de la ASECH.  Este  notorio error -propio de novatos-, cometido por el nuevo funcionario revela un absoluta falta de experiencia y tacto en cuestiones políticas, pues su evidente omisión de los modos y las formas mandó al cesto de la basura la labor de los diputados de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado de Chihuahua, quienes desde días antes habían agendado reunirse a primera hora del lunes 13 de febrero para nombrar al relevo de Esparza. Así pues, la ingenuidad e imprudencia política del Contador Valenzuela le aguó la fiesta a los legisladores, y echó de cabeza a quienes además de ser sus amigos y padrinos son sus jefes: el secretario Fuentes y el gobernador Corral. Incluso el día 15 de febrero la columna política del diario impreso de mayor circulación en la capital del estado arremetió fuertemente contra Armado Valenzuela por su inobservancia a las formas políticas, y refirió el malestar que el novel jefe de la ASECH causó a los diputados del PAN y de los demás partidos al exhibirlos mediante sus impertinentes expresiones. Así, dicho medio informativo, abordó la indiscreción de Valenzuela en los términos a continuación transcritos: “Más tardó Armando Valenzuela Beltrán en llegar como titular provisional de la Auditoría Superior del Estado que en ponerse, solito, en la cuerda floja, con su propia revelación...”. Además, dicho medio comparó la diferencia existente entre los inadecuados modos de operar que utiliza el PAN y la experiencia PRI, pues refirió: “El PRI... cuidaba las formas. El PAN no cuida las formas, tampoco el fondo...”

 

[email protected]