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Pedro Zaragoza y yo

Por Osbaldo Salvador Ang.- El hombre tiene la mandíbula apretada y el ojo abierto del venado. Su pelo largo, ensortijado, encanecido, acompasa sus nervios. Mira de reojo el auditorio, compuesto por una...
  • Por Redacción1

Por Osbaldo Salvador Ang.- El hombre tiene la mandíbula apretada y el ojo abierto del venado. Su pelo largo, ensortijado, encanecido, acompasa sus nervios. Mira de reojo el auditorio, compuesto por una treintena de periodistas, entre camarógrafos y reporteros.

Pedro Zaragoza Fuentes ha pasado trece meses, según dice, a salto de mata, como si fuera un bandido. Huía y huía: del poder político, de la cárcel, de la persecución, de la venganza, de la sangre, de un lado a otro.

Empero, su hijo, Pedro Zaragoza Delgado, cayó en las garras del sistema. Mientras él corría como Forest Gump, sin saber a dónde, su vástago, detrás de los barrotes, en una cárcel de Sinaloa, pagaba el precio de la venganza filial, la de su hermano Jorge. 

Los reflectores le apuntan, las cámaras flashean y el micrófono dispara las preguntas de los reporteros. Un juicio de la ONU, litigado por un abogado de Costa Rica, le devolvió la vida. Ha regresado a Ciudad Juárez -no su hijo, porque teme aún por su seguridad, aunque ya está libre- y, se dice, asimismo, Pedro Zaragoza Fuentes, en un momento de reflexión, que la hora de hablar, ha llegado.

Es un hombre extremadamente inteligente, me había anticipado un notario. Sus negocios le han hecho inmensamente rico, riky, rikín, le diría López Obrador, pero, como el mismo Pedro Zaragoza Fuentes, en esa rueda de prensa, medita, no le sirvieron, de nada, para romper el nudo de la corrupción política.

Andar a salto de mata, como bandolero, el hombre más rico de Juárez, y tener al hijo en la cárcel, en un estado como Sinaloa, merece el más respetable de los silencios. Ver sufrir a un hijo, es como abrirse en canal el pecho con una sierra eléctrica. Por eso, hay un ambiente serio, tenso, fúnebre, se diría, en esa conferencia de prensa.

Un reportero fronterizo se acerca y me dice, con una enorme sonrisa, como si hubiera descubierto el hilo negro, o el agua hervida, reminiscencia de aquellas influencias televisivas de antaño, de la ojiverde Verónica Castro, claro, mientras yo me sirvo un café, en una tasa de loza, de color blanco: Los ricos también lloran, exclama, y reconoce que ha pensado en ponerle esa cabeza a la nota. Apenas susurramos, porque hay aquí un silencio doliente. A Don Pedro Zaragoza, se le respeta, por su efigie, y, más aún, por su dolor.

Yo recuerdo, por una parte, la película En el nombre del Padre, traslúcido y dramático sufrimiento del padre y el hijo, reunidos en una prisión, y, por el otro, el capítulo 4 del génesis, el libro bíblico, donde se narra el odio de la sangre, que llega, incluso al crimen. La sangre de los hermanos no necesita fuego para hervir, pienso, con ganas de grabar la frase, no olvidarla, acuñarla, para el momento de escribir. Quizá, en este caso, el que se escribe, aquella gorda oveja de la biblia, sea el ducto de gas y la pipa de leche.

Empero, Chaverito, Yury Chavero, su abogado local, chihuahuita, hijo del reconocido abogado de la ciudad de Chihuahua y de la magistrada en retiro, Rosa Isela Jurado, está contento. Fue él, quien halló la ruta para liberar a Pedro Zaragoza Fuentes, por medio de un litigante tico.

Así que, abre la rueda de prensa con datos y estadísticas del caso, de la prisión preventiva, de los abusos y excesos de esta medida cautelar, de la automática, aclara, para señalar que el caso sentó un precedente que hará historia. Muchos otros serán beneficiados con el caso Pedro Zaragoza, dice Chaverito, contento.

Sigue Víctor Manuel Rodríguez Rescia, el abogado costarricense, que llevó el proceso de Los Zaragoza, quien explica las razones que tuvo El Grupo de Trabajo de Detenciones Arbitrarias de la ONU para resolver el caso. Consideraron, básicamente, que la prisión preventiva, o automática, contenida en el actual artículo 19 de la constitución federal, para aplicar a un catálogo de delitos graves, como fue en este caso, la extorsión, aunque sin pruebas, viola el artículo 9, párrafo 3 del Pacto de San José. 

Este artículo, considera que la prisión preventiva sea una medida excepcional, y no la regla, porque constituye una limitación severa al derecho de libertad personal, que es, a la vez, un derecho humano, fundamental y universal. Por ello, la libertad debe ser considerada como la regla y la prisión como una excepción a la misma. Por tanto, la reclusión, previa a un juicio, no puede ser una práctica general -qué barbaridad, si vienen a Chihuahua hallarán un cúmulo de materiales de este tipo- sino una determinación individualizada de que esta medida sea razonable y necesaria. Además, prima facie, en la detención de Pedro Zaragoza Delgado, no se cumplieron las reglas domésticas: no le leyeron sus derechos, no le informaron las razones para su detención, no le entregaron notificación para conocer los cargos imputados en su contra, no le presentaron ante un tribunal en el plazo legal de 48 horas, y otras tantas más. Por eso, el Grupo de Trabajo de Detenciones Arbitrarias de la ONU, concluyó que, la detención de Zaragoza Delgado, fue arbitraria e ilegal. Luego, un auténtico marrazo a la nuca del estado mexicano: el Grupo de Trabajo hace un llamamiento a México para que derogue esta norma constitucional y la legislación que ordena la prisión preventiva automática, o, para que, al menos, la modifique de acuerdo con el artículo 9, párrafo 3, de El Pacto. Sentadas las bases legales del juicio, toca el turno a Pedro Zaragoza Fuentes, que, ha esperado, pacientemente, a que concluyan las locuciones de sus abogados. Al hacer uso de la voz, toma el micrófono y lee cuidadosamente un texto, antes de abrir el espacio a preguntas y respuestas, como debe ser toda rueda de prensa que se precie de ser democrática.

Con un acento grave, serio y sereno, enfocado a que sean claras las ideas y la lectura de su posicionamiento, Pedro Zaragoza Fuentes dice que la detención de su hijo fue una acción perversa de los administradores de la justicia en el estado de Sinaloa. Viví momentos de angustia, dice, pues padecemos un sistema judicial carente de ética, en donde se pasó de un asunto judicial a otro, político, para mostrar el brazo del poder, sin importar nada. Subraya que 56 días se cuentan fácilmente, pero no para un sentenciado inocente, que fue sometido a tortura física y sicológica, un chivo expiatorio de un sistema corrupto y sus secuaces, para intentar doblegarme en un juicio que no han podido ganar en los tribunales, asienta. Luego, un remate fortísimo, que viven miles de mexicanos: pasamos de ser ciudadanos de bien a perseguidos en nuestra propia patria; fuimos confinados al miedo mientras el rostro perverso de nuestros contrincantes, se reía del sistema judicial al que compraron a un precio y encontraron la veta de la corrupción. Vio al gobierno como una dictadura, en donde existe violación permanente de los derechos humanos. Como lo vemos todos, a diario, sin poder hacer nada. Luego, como se dice, un bálsamo para el dolor, aminorarlo, tal vez, con ese carácter humano que conmina a intentar que otros eviten el sufrimiento del que ya lo vivió. Sería para que la justicia a favor de ciudadanos de bien, pueda  servir cuando la autoridad se venda o se corrompa, subraya. Y elabora una frase final: me queda como experiencia que cuando una puerta se cierra, organismos como la ONU abren canales de experiencia para luchar contra tiranías que se niegan a desaparecer y que se venden (O sea, ¿el PRI?).

A pregunta expresa, Pedro Zaragoza Fuentes, se niega a revelar la trama de su historia, con los factores y actores del poder político, aunque en los medios nacionales se hayan escrito chorros de tinta sobre el tema. Con mucho gusto lo haría, dice, pero, no puedo declarar más; no se trata de ver un asunto donde unas personas puedan interferir, el problema es que el sistema permita que eso haya ocurrido (empero, en el actual conflicto, todo el país supo, por medio de desplegados y declaraciones, incluso del mismo empresario, que fue un hermano del ex secretario de gobernación, Miguel Angel Osorio Chong, de nombre Eduardo, junto con el ex procurador de justicia de Sinaloa, Gilberto Higuera Beltrán, el que construyó la historia del proceso penal que llevó a la cárcel a Pedro Zaragoza Delgado, por medio de tráfico de influencias, intimidación e invención de pruebas). 

Sobre Corral -otra pregunta que le formulan- aclara que tuvo buena intención de ayudar, pero, al paso de más de veinte reuniones entre Jorge y Pedro, al ver que el primero no llevaba los documentos para darle formalidad a los acuerdos, lisa y llanamente, perdió credibilidad. El gobernador iba a comer a a casa de la mamá de los Zaragoza y, cuando llegó a la gubernatura, se ofreció para interceder, pero, la verdad de las cosas, aunque Pedro hable de la buena fe y buen gesto, del mandatario, no pudo hacer, literalmente, nada. Después de veintitantas reuniones, se perdió la credibilidad; estoy my agradecido con él, así fue como nos ayudó, dice, con ese inalterable semblante, que, enseguida, se quiebra, al evocar el recuerdo de su señora madre. En sus honras fúnebres, subraya, no pude ir; todo el año anterior, el 2016, ella estaba acostumbrada a que todo los días la visitaba yo. Le preguntaba a mis hermanas, que por que razón no estaba yo y no le podían decir, eso me dolió. Se calla y toma un vaso de agua, para pasar ese amargo traje, ante el mudo escenario que se apropia del salón cibeles. 

Después, con un gracias por venir, concluye la rueda de prensa. Don Pedro, como le dicen, concede dos o tres entrevistas a canales de televisión, en corto, platica, de cerca, con algunos periodistas, hace una rueda para comentar aspectos de su huída, (por ejemplo, el día en que tuvo que lavar, bajo la regadera, sus calzones usados, con las manos, tallándolos con el jabón, porque ya no tenía ropa y no podía salir a comprar) pero no pierde el entorno del escenario. Está atento de todo lo que ocurre en el salón, y, cuando todo mundo tiene la despedida en la boca, se adelante e invita a comer. 

-¿Quiénes van? -le pregunta Pedro Zaragoza Fuentes a Rafael Navarro, el periodista que organizó la conferencia de prensa, muy felicitado también por el abogado costarricense.

-Los que oyeron -dice Navarro, y todo mundo se ríe.

La cita es a las 2:30 pm en La Diana, ubicada en ejército nacional y paseo de la victoria.

A la hora convenida, armados con rifles de alto poder y chalecos antibalas, guardias de la familia vigilan la entrada del restaurante y los alrededores del privado en donde se desarrolla la comida. Hay unos veinte comensales, entre periodistas, abogados y las dos hijas de Pedro Zaragoza, además de una cerrada seguridad, que sabe no ser molesta en el evento. La estrella de los medios es Héctor Gordoa, de televisa, a quien traen en la palma de la mano, pues hará un trabajo especial sobre la rueda de prensa, el cual fue secuestrado, junto con su camarógrafo, en Tamaulipas, por el cartel de Sinaloa, liberado por el mismo grupo armado, y quien desmintió a Genaro García Luna sobre el mentiroso rescate, pregonado en medios por la secretaría de seguridad pública federal, en aquellos años del calderonismo.

Hay un tremendo rib eye, con un cerro de camarones encima, o un fino filete de pescado, para escoger, en el menú, ablandados por un vino tinto, edición muy especial, de la casa madero, o blanco, chardonnay, peculiar, este último que toma en una copa Pedro Zaragoza Fuentes. Los meseros se esmeran en atender a los comensales, que no les falte nada, parece ser la instrucción, pues apenas levanta uno la cabeza y se aparece uno con su chaleco color vino y su camisa blanca. 

La conversación gira, en ese momento, en torno a la situación que guardan los derechos humanos en el estado de Chihuahua. Pero, apenas se vacía un poco la copa, y el mesero está atento, dispara la botella y el salud, con el habitual choque del vidrio de las copas, invade el salón. Hay seriedad, pero, a la vez, festejamos la resolución de la ONU, la liberación de Pedro Zaragoza Delgado y el retorno de Pedro Zaragoza Fuentes. Copa tras copa, el abogado tico nos dice que no nos dejemos de los abusos del gobernador Javier Corral y, en el colmo del optimismo, se ofrece a llevar nuestro caso a la corte interamericana de derechos humanos y dirigir un viaje a Ginebra, para exponer el gravísimo asunto de la represión informativa que existe en Chihuahua y del facista e ilegal manejo de los recursos públicos del gobierno del estado en materia de medios de comunicación. Rodríguez Rescia, que dice conocer a Fernando Baeza Meléndez, del que dice los ticos están enamorados y hasta lo harían presidente de Costa Rica, se asusta de cada historia y experiencia que se le cuenta, ahí, en la mesa, donde sigue el postre, consistente en un platón con rebanadas de pastel de chocolate, pay de queso o pastel de fresa. El abogado nos mira con lástima, con pena ajena, como minúsculos entes subdesarrollados, sin huevos para defendernos a nosotros mismos y como si fuéramos cucarachas que cualquier gobernante, verbigracia el actual, nos pisa y desaparece sin que, absolutamente, nada ocurra. Por los poros le aflora la percepción de Ciudad Juárez, por su frente aparece un texto como en pantalla electrónica, con sus pensamientos, en el cual se escribe que nuestra ciudad es como una urbe endiablada, poseída por el demonio, alejada de la mano de dios, abandonada a su suerte, como un torbellino de maldades, en la que se mezclan todas las desgracias, tales como feminicidios, ejecuciones, descuartizamientos, decapitaciones, fusilamientos masivos y un largo catálogo de modos de asesinar. En contraparte, quien fuera a decirlo, habla de una costa rica altamente desarrollada, en donde no existen crímenes tipo juaritos, ni delincuentes de cuello blanco, ni violación a los derechos humanos. Solo un enorme pinar, a lo largo y ancho del territorio nacional costarricense. Pero, nadie le cree, obviamente, pues le describe como un suiza americano.

-Los están matando, a ustedes, los periodistas -nos dice, con su acento tico, mientras unos ochos rostros le miran, impávidos, porque habla de triunfos procesales, de derrotar a Corral, de restaurar la justicia, de hacer de la verdad el símbolo del periodismo y nosotros le vemos como si fuera nuestro Marco Tulio Cicerón, el que salvará a Juárez, como aquél salvó Roma, a la edad de setenta años, contra la conspiración de Catilina, para luego regresar el estado de derecho y pasar a la historia, aunque, antes, le arrancaran la cabeza y la clavaran sobre una estaca, en las puertas de entrada a Roma, la ciudad eterna, para que todos la vieran, con la orden de dejarla ahí, hasta que fuera suficiente la exhibición que diera paso a la ejemplaridad de la pena.

En ésas estamos, cuando la mesa, aturdida por las copas de vino y el café con bailey o frangélico, que empieza a servirse, preámbulo del final, veo que Pedro Zazagoza Fuentes se ha quedado solo, en su lugar, sin decir nada, sin voltear a ver a nadie, en esa agradable caída silenciosa que sucede a toda comida, sea en privado o con amigos y familiares, después del movimiento de sillas que ocurre en la dinámica del convivio.

Sin más ni más, me levanto, ocupo la silla contigua y disparo la pregunta, a bocajarro, enseñando el cobre de periodista, como siempre, para no dejar que pase esa oportunidad de entrevistar en cortito a un personaje de esa magnitud, quien bien podría escribir una novela larga, tal vez dividida en tomos, sobre la historia de su vida. Pero, el periodismo es rápido, aquí y ahora, dicen, momento a momento, la noticia nos carcome, no hay tiempo de pulir las palabras, ante la urgencia del instante, de la novedad, de la respuesta, de esa masa amorfa que es la información y que le toca al reportero dar forma, moldear.

-¿Siente rencor? -suelto, en forma de interrogante.

Pedro Zaragoza Fuentes se revuelve y hace una pausa tan profunda, que percibo haber equivocado la pregunta y, cuando estoy a punto de cambiar el tema, voltea a verme y, con esa reflexión que parecer ser inherente a su personalidad, gotea su respuesta. Dice que sería mentir si contestara que no, dado el calvario que le ha tocado vivir, paralelo al de su hijo, debido a la profundidad de las agresiones y la maldad con que se tejió la intriga política y la judicial, que condujeron a la cárcel a su hijo Pedro Zaragoza Delgado. 

En la plática, el empresario evoca toda su hoja de vida: desde la niñez hasta los 74 años que ha cumplido, en una interminable ola de conflictos políticos, económicos, judiciales y familiares, que bien parecerían imposibles de existir en un líder empresarial cuya fortuna, según la revista Ya Basta, de Miguel Cantón Zetina, está valuada en unos tres mil millones de dólares, 150 empresas, 20 mil empleados, 5 barcos de los más grandes del mundo, 10 terminales marítimas, 4 aviones, helicópteros, transportadoras y fábricas de cilindros.

Es el Pedro Zaragoza que fue llamado a cuentas por el ex procurador Jorge Carpizo, en la era del salinato, quien le dijo, frente a frente, en su oficina de la ciudad de México, en la PGR, que era concuño de Félix Muñoz Talavera y Rafael Aguilar Guajardo, entonces líderes del cártel de Juárez, en la época de los ochentas.

-¿Usted si tuvo oportunidad de escoger a sus concuños? -le contestó, con calma, Pedro Zaragoza Fuentes.

-Porque yo no -remató.

Es el mismo que reflexiona sobre la ocasión en que un trailer con cocaína fue decomisado en centroamérica, motivo por el cual se causó un escándalo de dimensión multinacional, dada la firma de la empresa que lleva su apellido y, así, por el estilo, recuerda, uno por uno, los problemas que le ha tocado enfrentar y resolver a lo largo de su vida. 

La conversación retoma su ritmo y hace que los demás comensales guarden silencio y escuchen a un personaje de la talla de Pedro Zaragoza Fuentes, en un momento de reláx, contar por si mismo la historia de su vida, de su familia, de los pleitos con su hermano menor, Jorge, y su relación con políticos de toda talla, de una manera que resulta imposible guardar, con detalles, para ser reproducida en este texto, que, apenas, logra dar unos pincelazos del asunto.

Yo le digo que me llamó mucho la atención, en su rueda de prensa, a pregunta expresa que le formularon, sobre el gobernador del estado, la frase con la que respondió: perdió credibilidad. Es que, resume, la expresión, de manera magistral, lo que todo el estado de Chihuahua siente y piensa, sobre Javier Corral, al que, incluso, han empezado ya a desbordar sus propios correligionarios de partido, como puede ser el caso de Imelda Kalisch Seyfertt y Federico Tico Baeza Mares. En el fondo, ambos empresarios, brincaron por dos poderosas razones: una, la incapacidade del gobierno para resolver problemas y, otra, la desvinculación de Corral del estado, que incluye una pésima toma de decisiones, en un entorno desarticulado, ineficiente y corrupto, que solo el propio mandatario se niega a ver.

-Lo perdimos -dice Pedro Zaragoza Fuentes, centrado en la conversación, para proceder a efectuar un riguroso examen de la vida y obra de Javier Corral, que podría escribirse en dos líneas, pues, de trabajo, no hay nada, aunque, si se reprodujeran sus discursos, los textos no cabrían en la biblioteca del cidech, ni en la de la universidad autónoma de ciudad Juárez, ni aún en la de la unam, pero, tal vez, si había espacio en la biblioteca del congreso de los estados unidos, catalogados con el sistema dewey. Repasamos el capítulo de sus visitas a la casa de la familia Zaragoza, a donde iba a comer, y su posterior ascenso a la gubernatura, para incursionar, voluntariamente, en el conflicto, en el que, literalmente, nada pudo hacer, pues, una de las partes, no le hizo caso, ni por su investidura de titular del poder ejecutivo del estado. 

Le digo a Pedro Zaragoza Fuentes que le tocó sufrir en carne propia la maldición de ser gobernado por la ineptitud y la corrupción, como la viven a diario, millones de mexicanos y chihuahuenses, víctimas de la corrupción y del mal gobierno, que nos aqueja por igual. Todos somos, en mayor o menor medida, víctimas de esa prepotencia, arrogancia e ineficiencia que ha golpeado tanto tiempo al país y al estado. El poder es para madrear, pienso, porque es ésa, la máxima con la que nos gobiernan. Empero, advierto, los que más han criticado esos males ancestrales, históricos, transmisibles, cuando llegan al poder, son aún peores, en los excesos, en el despilfarro, en la corrupción y, en la intolerable represión y autoritarismo, contra todo lo que huela a contra, verbigracia el presente . Así que, como todos nos sentimos en el mismo rasero, quién sabe si por la realidad, o por el vino tinto y el café con bailey, me tomo el atrevimiento de contarle la historia de la represión de que hemos sido objeto en La Opción de Chihuahua. Zaragoza Fuentes se interesa en el tema, motivado por saber cómo se las gasta Corral con quienes ha enlistado entre sus enemigos políticos. Le hablo de los ataques efectuados desde el púlpito del poder, la guerra de los corralboots, las artimañas de pinedito, la intentona de encarcelar a periodistas por firmar contratos con el gobierno del estado, las amenazas de muerte, los epítetos calumniosos y la apabullante represión en cada rueda de prensa, en cada evento, en cada oportunidad para utilizar el garrote del poder. Culmino con la auditoría autoritaria, arbitraria, dirigida, impuesta por el gobernador contra La Opción de Chihuahua, la cual acaba de concluir, con la imposición de un crédito fiscal abusivo e infundado, por una cifra cercana al millón de pesos. Con cara de sorpresa, escucha los tres pretextos, formalistas, sin fondo real, hallados por los seudo auditores del departamento de fiscalización, comandados por Juan Pablo Delgado, lacayo de Patricia Terrazas, hoy diputada federal, de acción nacional, a la que premió el gobernador con una curul por saber usar como herramienta política el área fiscalizadora. Una multa por declarar trabajos en una obra nueva en lugar de remodelación, otra por comprar equipo de cómputo y cámaras fotográficas, que, aunque fue pagado en la aduana el impuesto del 16 por ciento por concepto de internación, se aduce que debió haber sido por importación y, el colmo de los colmos: cobrar el impuesto de una factura del propio gobierno del estado… ¡la cual nunca se pagó! Así, como se oye, Pedro Zaragoza Fuentes abre los ojos desmesuradamente, cuando escucha que el estado pretende cobrar el impuesto, sobre la renta, de una factura que el propio ente gubernamental nunca pagó, y misma que fue cancelada por incobrable y, pese a haber transcurrido un año, término señalado por la ley para ser declarada, en automático, como incobrable, hacienda exige el pago de la contribución.

¿No constituye eso una venganza política? (¿No le pagaron la factura y le cobran el impuesto? me pregunta)

-Bueno -le digo- un millón pesa según el que deba pagarlo,(porque vi en su mirada el millón, como si fuera un grano de arroz, una lenteja, un frijolito) y, habrá casos en que signifique un peso y, otros, en los que conduzca a la quiebra, ante lo cual asiente con la cabeza, comprensivo, tanto, que, después, me entero, su caso le ha sensibilizado y habrá de construir una organización para denunciar abusos, como los sufridos por su hijo en la prisión preventiva dictada en el estado de Sinaloa, y, los de los periodistas que son acosados por el estado, por efectuar críticas contra el poder. En fin, tanto qué platicar, tanto qué escribir, pero, pues, la tarde avanza, alcanza a la noche y, baja el telón de la oscuridad, y, las teclas urgen a seguir con el trabajo, después de una agradable comida y un hasta luego, con una sobremesa que obliga a escribir algo más que una simple nota, la del día, que rellene este portal informativo, en un sábado que amenaza con apagarse.

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