Opinión

Los dos flagelos del mexicano.

  • Por José Oswaldo
Los dos flagelos del mexicano.

Por Óscar Díaz

La vergüenza, la corrupción y el escándalo que ensombrecen el gobierno del Presidente Peña Nieto son nuestra tragedia. Primero fue su esposa con la Casa blanca de las Lomas y ahora su Secretario de Hacienda con  la casa de Malinalco. Si apenas comenzaba a olvidarse lo de la Primera Dama y su propiedad, llega lo del Secretario Videgaray para recordarnos que el gobierno del PRI, del nuevo PRI, es como un viaje a los peores tiempos de nuestro pasado. Un pasado vergonzante y penoso que creíamos superado pero que cada día se extiende más y más sobre nosotros.

Lo de Angélica Rivera ha sido ampliamente discutido. Fue ella quien dio pie a la burla con su defensa en video. Ahí afirmó que la casa es producto de su esfuerzo, de los ingresos obtenidos en Televisa como consecuencia de su carrera artística y que todavía no termina de pagarla. Muy indignada, muy enojada defendía a su familia y su integridad y en un intento más bien fallido, pretendió regañar  a todo aquél que se atrevió a dudar de ella. El video sirvió para algo pues la burla se centró en su persona y en su sueldo olvidándose el fondo del asunto: los vínculos del Presidente Peña Nieto con el grupo HIGA de Juan Armando Hinojosa Cantú y como éste fue quien entregó la Casa blanca de las Lomas a los Peña Rivera estando de por medio la celebración de contratos multimillonarios del gobierno peñista, tanto en el Estado de México (en su momento), como en la Presidencia de la República,  con esta constructora.

Lo del Secretario de Hacienda es igual de detestable. Él afirma que no hay conflicto de interés y que la casa de Malinalco, con valor de 7.5 millones de pesos, la adquirió, igual que Angélica Rivera, con el producto de su esfuerzo; que efectivamente se la compró al grupo HIGA con un financiamiento de ellos (aunque en su declaración patrimonial señala que la pagó de contado) pero que no hay conflicto de interés porque la adquirió desde 2012 cuando todavía no era Secretario de Hacienda (pero sí era Coordinador General para la Transición Gubernamental).  Esa fue su explicación: escueta, seca, vacía. Aquí no hubo teatro, aquí no hubo video pero sí hubo descaro, cinismo y desfachatez.

Andrés Manuel López Obrador no se quedó callado y aprovechó el momento para comentar que la casa del Secretario de Hacienda y de la Primera Dama son sobornos, que ninguna se compró, como afirman los señalados, y que hay pruebas suficientes para acreditarlo. Lo cierto es que a nadie convencieron las explicaciones de los dueños de estos inmuebles. Lo cierto es que hay muchas dudas sobre el origen de esas casas y sobre sus propietarios.

Esta sombra de corrupción y escándalo que envuelve al gobierno del Presidente Peña Nieto es nuestra tragedia, pues son el  producto, o la consecuencia, de los vicios y de la incapacidad que ha mostrado su gobierno. La economía, la seguridad, la transparencia y el combate a la corrupción son temas del pasado y este nuevo PRI ha venido a acabar con los pocos avances que se tenían al respecto. Para desgracia nuestra, cada fracaso del Gobierno, cada escándalo, se convierte en nuestro perjuicio porque somos nosotros quienes terminamos pagando. Ésos (los escándalos, los fracasos) no son casuales y tampoco son producto de la ingenuidad, es el propio Gobierno quien ha puesto las bases para que la corrupción y la impunidad se asienten sobre sus reales y se hayan convertido en el sello particular y en la moneda de cambio de este sexenio. Es el propio Gobierno quien se encarga de difundir las mentiras que les permiten seguir gobernando, que les permiten hacer negocios al amparo del poder y hacer a un lado eso de velar por el interés ciudadano. Ya quedó claro que cuando la política se mezcla con los negocios, el Gobierno termina convertido en enemigo de los gobernados y el Gobierno, como enemigo, es pernicioso. “A los que les gusta mucho la plata hay que correrlos de la política”. Cuánta razón tiene José Mujica.

Es necesario que como sociedad despertemos y comencemos a reclamar los espacios que nos corresponden. Es necesario que nuestra participación en política sirva de freno a los abusos del poder. Es necesario que nos involucremos, que hagamos a un lado la apatía y juntos comencemos a sembrar las semillas que nos permitan ir creando una nueva sociedad más justa y más equitativa donde no tenga cabida el mal gobierno. Lo de las casas y los contratos multimillonarios ha salido a la luz dejando tras de sí un mar de dudas y desencuentros que forzosamente obligan a preguntarnos qué hay detrás de todo esto y cuántas casas, cuántos contratos, cuánto más falta por salir a relucir… si es que alguna vez sale a relucir.   

En esta nueva etapa del Gobierno del PRI en México ha quedado más que claro que el mexicano tiene dos flagelos y que ambos nos han hecho mucho daño. De la delincuencia ya estamos aprendiendo a cuidarnos pero del Gobierno, todavía no hemos entendido cómo defendernos. 

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