Opinión

La política es buena… los malos son los políticos

  • Por José Oswaldo
La política es buena… los malos son los políticos

Por Carlos Mario Armendáriz V.

En medio de tantas y recurrentes calamidades ocasionadas por los “políticos profesionales” mexicanos, de todo signo partidista, en su actuación de partido o desde algún cargo público de cualquier nivel, era común que aquel amigo, entre dolorosa broma pero con gran sentido de lo que quería expresar, nos decía: “en este país solamente hay dos cosas serias: la Virgencita de Guadalupe y…la lucha libre”.

En cualquier otro país, los exponenciales casos de corrupción que exhibe México, tanto en las esferas del gobierno federal como en los gobiernos locales, serían motivo de remoción del cargo, al menos, del presidente, los gobernadores o los alcaldes, si no es que se fincarían responsabilidades penales e irían a la cárcel.

Es vergonzosa la manera como nuestros políticos y sus partidos han mancillado la que debiera ser una actividad noble y de servicio a los demás, la Política, concebida como el arte de conciliar y dar solución a las demandas e intereses de los ciudadanos, las personas que viven y conviven para alcanzar objetivos comunes dentro de la Polis (ciudad).

Han trastocado esos principios. Se autonombran “servidores públicos”, pero sólo persiguen cargos para servirse ellos mismos.

Desde la misma denominación de “primer mandatario”, en el caso del presidente del país o del gobernador, han tergiversado, por supuesto que deliberadamente, el real significado.

Veamos si no: en un contrato de Mandato, hay dos partes que suscriben el convenio: por un lado el Mandante y por el otro el Mandatario. El primero, en el campo de la política-gobierno, es el pueblo, de acuerdo a los principios democráticos; y el mandatario viene a ser a quien el mandante manda.

Don José María Morelos y Pavón lo definió claramente, cuando se calificó a sí mismo, y por extensión a quien ocupe un alto cargo: El Siervo de la Nación.

Luego, cuando estos gobernantes “modernos” se dignan realizar alguna obra, arman todo un escenario para que las fuerzas vivas, léase incondicionales o acarreados, les agradezcan lo que tuvieron a bien realizar para sus gobernados. ¿Qué no es su obligación?. ¿Qué no fue para eso que los eligieron?.

Y no digamos cuando nuestros ínclitos gobernantes se encargan de fijarse sus salarios.

Es tan alto y tan encomiable el sacrificio que hacen estos personajes por su patria, que, frente a más de 40 millones de pobres que la habitan, sin pena ni sonrojo se adjudican millonarios ingresos.

Además, el ingrato pueblo mexicano no sabe aquilatar el ingenio y capacidad de maniobra financiera que poseen nuestros políticos, pues cual reyes Midas, en cuanto tocan sus cheques con esos altos ingresos, los multiplican!… Ya ve usted el caso de Raúl, el mal llamado “hermano incómodo” a quien injustamente acusamos de enriquecimiento ilícito. Esos millones que tenía en Suiza, eran producto de su esforzado trabajo. Con ejemplar sabiduría supo invertir lo correspondiente al SAR y contrató a su Afore suiza… Ahora le debemos una disculpa.

Y tan ingratos somos con nuestros gobernantes, que no reconocemos cuando nos traen, para nuestro esparcimiento, juegos de basquetbol o a El Buki.

José Mujica: un llamado a la conciencia

De pronto, como un golpe a la conciencia, ciudadana y de los gobernantes del mundo, ha aparecido un raro caso de animal político (por aquello de la máxima aristotélica del zoon politikon) que a donde se para, llama la atención para tomarse fotos a su lado o las ya populares selfies.

Es José Alberto Mujica, el presidente de Uruguay.

El mismo presidente Peña Nieto no perdió la ocasión para fotografiarse con él, durante la celebración de la Cumbre Iberoamericana efectuada el pasado mes de diciembre en Veracruz.

Mujica dedica el 90 por ciento de su salario como presidente uruguayo, para destinarlo a acciones de vivienda en su país. El mismo ha dicho que más que un programa para la vivienda, lo considera un programa de ética política, considerando la gran necesidad de sus gobernados por tener un satisfactor elemental, como lo es una casa.

Como han dado cuenta los medios de información en el mundo, Mujica se traslada en un “Vocho” modelo 1987, en el que recientemente dio un “raid” a un hombre que pedía aventón en la carretera. Ya hasta le han ofrecido un millón de dólares por su carrito.

También fue muy comentado cuando Mujica regaló un billete a un menesteroso con quien topó al acudir a una reunión. Detuvo su marcha, sacó su cartera y, al extraer el billete le dijo con voz firme: “…¡pero no llores, carajo!”…”gracias, quiero que seas presidente para siempre”, respondió lastimeramente el pobre.

Mujica vive austeramente desde hace décadas junto a su esposa. Al asumir el cargo de presidente en Uruguay, se negó a ir a vivir a la residencia presidencial, la cual únicamente utiliza cuando se llevan a cabo actos oficiales.

En nuestro país, sólo sirve para los discursos y la verborrea demagógica la frase y consigna heredada por Benito Juárez, al referirse a la austeridad republicana y la medianía con que deben vivir los gobernantes, de acuerdo a sus ingresos, que igualmente deben ser modestos.

Somos un país de pobres, representados por millonarios políticos. Somos, si no la primera en el mundo, entre las más caras democracias existentes.

Debe refundarse y reorientarse la política, con sus actores, partidos políticos, instituciones relacionadas con la actividad, sobre todo electoral, y los gobiernos.

Esto es lo que demanda el ciudadano mexicano.

Por último, recogemos estas frases del periodista y destacado escritor Ryszard Kapuscinski, quien, si bien es cierto las refiere a la actividad periodística, vale la pena parafrasearlo y orientar sus expresiones para referirlas a la Política y los políticos:

• Para ser político, hay que ser buena persona, ante todo.

• Los cínicos no sirven para este oficio.

• La mía no es una vocación, es una misión.