Opinión

Gobernadores trascendentes

  • Por José Oswaldo
Gobernadores trascendentes

Almajuarense

Por Francisco Rodríguez Pérez

La posibilidad, la oportunidad, la opción de que el Gobernador de Chihuahua, César Horacio Duarte Jáquez, sea llamado al Gabinete Presidencial de Enrique Peña Nieto, o para ocupar algún otro cargo de indudable relevancia, como el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional –a propuesta de sus homólogos– me ha hecho reflexionar en la Historia del país a partir de este tema: el del tránsito de los gobernadores a posiciones  de influencia, al Gabinete y, en algunos casos, a la propia Presidencia de la República.

Podríamos incluso particularizar con los Gobernadores de Chihuahua que hayan tenido trascendencia nacional e internacional, incluso histórica, mítica o legendaria, como el General Francisco Villa, quien tras gobernar el estado se desempeñó como Jefe de los Ejércitos de la Soberana Convención Revolucionaria.

Villa no fue Presidente de la República porque no quiso.

Ya sentado en la silla presidencial, en “la grande”, flanqueado, además, por el mismísimo Emiliano Zapata, la despreció, al considerar que sólo era un “soldado iletrado” que, por lo mismo, no podía ser Presidente…

Villa esperaba que ocuparan ese honor personas preparadas para ello. Y así nos fue…

Quien sí lo logró, entonces, hace un siglo, fue el Gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, líder y ganador de la etapa constitucionalista de la Revolución Mexicana, cabe decir, la más cruenta de todas.

Al aunar las voluntades de los distintos caudillos revolucionarios frente a la dictadura contrarrevolucionaria de Victoriano Huerta, el Gobernador fue reconocido como “Primer Jefe del Ejército Constitucionalista” y con ese título se hizo cargo del Ejecutivo Federal.

Tras una rápida victoria contra Huerta, hubo de enfrentarse a los Convencionistas, especialmente a dos de los más grandes líderes populares, que le habían apoyado hasta entonces: Villa y Zapata.

Después de afianzar su posición, Carranza convocó un Congreso Constituyente en Querétaro, el que promulgaría la Constitución de 1917 y le designaría como Presidente de la República.

Les recuerdo esta historia casi centenaria, para destacar cómo un gobernador llegaba a la presidencia de la República en los inicios de la instauración del régimen revolucionario que habría de marcar prácticamente todo el siglo XX en México.

En la historia reciente del país, dos de los tres últimos Presidentes de la República han llegado a Los Pinos, a Palacio Nacional, a “la grande”, luego de su gestión como Gobernadores: Vicente Fox, de Guanajuato, quien encabezó una fallida transición democrática, luego de la alternancia electoral y política; y Enrique Peña Nieto, del Estado de México, quien tras conducir exitosamente la restauración del PRI, ha logrado imponer –con el apoyo de las diversas fuerzas políticas– las reformas estructurales para México que neoliberales y globalifílicos pretendían desde hace 30 años.

Quizá haga falta hacer un estudio detallado, pero habría que destacar cuántos de los gobernadores, y cómo, en activo, al término o después de su gestión, han sido llamados al Gabinete Presidencial de su tiempo o a otras funciones de relevancia nacional.

El caso es que se trata de uno de los pasos lógicos y hasta naturales en las trayectorias políticas: durante o después de una buena gestión estatal, gobernadores o gobernadoras, han pasado a ocupar puestos de relevancia nacional e internacional.

Cuántos de esos gobernadores, por cierto, aspiraron a la candidatura presidencial también sería bueno saberlo, aunque el tema de los “ya merito” de los que “arañaron” la candidatura presidencial, o la propia Presidencia, es un tema que puede ser apasionante.

En ese terreno hay otras funciones de relevancia nacional que no necesariamente tienen que ver con el Gabinete Presidencial, pero significan una oportunidad de ese mismo nivel, de esa alcurnia o de esa responsabilidad.

Un ejemplo que recuerdo con admiración, es el de Carlos Alberto Madrazo Becerra, quien al término de su gestión como gobernador fue llamado para dirigir al priismo nacional.

Nacido el 7 de julio de 1915 en la ranchería de Parrilla en Tabasco, destacó desde su etapa de estudiante: fue organizador de la “Confederación de Estudiantes Socialistas del Sureste”, formó parte del grupo juvenil “Los Camisas Rojas” y escribió en el periódico Redención. Ya en la Ciudad de México ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria donde fue electo Presidente de la Sociedad de Alumnos.

Licenciado en Derecho por la UNAM, fue secretario particular de Luis I. Rodríguez, gobernador de Guanajuato, al que también acompañó como presidente del Partido de la Revolución Mexicana. En abril de 1938 leyó, ante los fundadores, los Principios, Programa y Estatutos del naciente instituto político.

Más tarde fue fundador de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares, al lado de Ramón G. Bonfil y de Lauro Ortega.

Entre otros cargos, fue diputado federal y presidente de la Cámara de Diputados, Director de la Escuela Nacional de Bibliotecarios y Archivistas, así como representante en la Ciudad de México del gobernador interino de Tabasco, general Miguel Orrico de los Llanos.

El 20 de abril de 1958, rindió protesta como candidato a la gubernatura del Estado de Tabasco para el periodo 1959-1964 y el 1 de enero de 1959, tomó posesión como Gobernador Constitucional.

Poco antes de terminar su gestión, el 6 de diciembre de 1964, asumió la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional, desde donde tuvo gran influencia. En su discurso de toma de posesión planteó su intención de transformar al partido.

Después, ocupó nuevamente la Dirección de la Escuela Nacional de Bibliotecarios y Archivistas. Falleció el 4 de junio de 1969, junto con 78 personas más, entre ellas su esposa, cuando el Boing 727 de Mexicana de Aviación, se desvió y el aparato se estrelló en lo más alto de la sierra del Frayle, en las cercanías de Monterrey.

Personajes de la talla de aquel gobernador tabasqueño y líder nacional del PRI pueden emprender e inspirar grandes transformaciones revolucionarias, cuando tienen la posibilidad, la oportunidad o la opción de asumir cargos de relevancia nacional o internacional.

A inicios de mi carrera política tuve el honor de militar en las Juventudes Madracistas. Hoy veo, con orgullo, que un gobernador de Chihuahua puede colocarse en una posición de influencia y trascendencia.

Como el General Francisco Villa, Venustiano Carranza, Carlos Madrazo o tantos otros gobernadores que han logrado, en sus estados, el impulso suficiente para proseguir su trayectoria en otras latitudes, César Duarte bien que puede ocupar un cargo de relevancia nacional e internacional, ya sea en el gabinete o en otras funciones políticas. ¡Hasta siempre!