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Capilla Sixtina

  • Por José Oswaldo
Capilla Sixtina

Por León Reyes Castro

Es tan fácil satisfacer a los Mexicanos, que no me explico por qué las élites no entienden a este país y se dan cuenta que como estamos es imposible que la paz social se mantenga indefinidamente, en las condiciones en que viven las mayorías.

Les platicaré de las muchas cosas positivas que abundan en este país, ellas muestran la voluntad de sus habitantes de disfrutar de las cosas bellas, de su capacidad de organizarse y de su voluntad por ser felices, a pesar de los políticos y demás élites, dueñas de la riqueza nacional.

Hoy en la mañana pasé de la glorieta Colón al monumento a la Revolución, en la Ciudad de México.

Ahí se presenta la exposición sobre la Capilla Sixtina.

Primera sorpresa:

Muchísima gente desde las 10 de la mañana, todo en orden, policías amables que organizan el acceso a las taquillas, filas sin fin y todo es paciencia y respeto, llegas a las taquillas y resulta que la entrada es gratis.

De ahí pasas a las filas de ingreso, primera acción crítica, ¿Quiénes estamos? Pura raza pinolera, somos Dinorah y yo de los mejores vestidos, o sea la mayoría clase media baja, buen número de jodidos, pocos trepadores sociales como este escribidor.

Mas o menos el 30% rucos de la tercera edad.

Segunda sorpresa:

A los viejitos nos aborda una chava y de la manera más atenta nos conduce a una fila que dice: tercera edad, cuando me indica que ahí es mi lugar, sin pedirme identificación, pienso ni pex, ya se me notan las millas recorridas.

Tercera sorpresa:

Hay sillas acojinadas, bastante cómodas, se agradece, pues llegando a los setentas, poca carnita queda en lo que fueron unos buenos glúteos, mejor dicho nalgas.

Hay fila especial para discapacitados, creo el letrero debía decir para capacidades diferentes, pero tampoco hay que ser tan exigente.

Están organizados los horarios de acceso y la cantidad de personas que entrarán al recinto.

Nos explican el protocolo de la ruta, preguntan si alguien se siente mal para darle atención médica, te indican las salidas de emergencia, el tiempo que permanecerás en el recinto y te piden por favor: no fotos, no videos.

Veo para todos lados y me pregunto: ¿Para qué necesitamos gobierno?, si parecemos Holandeses.

Cuarta sorpresa:

Que nos tiene aquí a un friego de gente para ver una de las obras, de un tal Miguel Ángel que pintó en una capilla, en los tiempos que la gran Tenochtitlán, vivía su esplendor y según dicen los que saben de eso, comían los Tenochcas, carne humana.

Conste sólo es una referencia histórica.

¿Todo esto para qué? Sólo para decir: no la jodan dueños del país, qué les cuesta hacer bien su chamba, si los Mexas, por la buena somos buena onda, el día que nos harten, les va a ir de la madre.

Jodidos no estamos, sólo que el agandalle de las élites, es insultante. Repartan mejor el ingreso, porque pueden perder mucho si esto se rompe.

Ya es la 1:00 am. Neta estoy cansado, caminé un chorro, me compré unas guayaberas de hacendado colombiano, otro Panamá de primera y vi un resto de pinturas de Toledo, Angiano, Coronel y otros.

El dueño de la galería pensó que podía comprarle algo, me atendió fácil dos horas, todo bien hasta que le dije: déjeme pensarlo, debe haber meditado, este güey no tiene ni para comprar un póster, pero que bien simula.

Mañana les daré mi impresión sobre la capilla Sixtina.