Por Ricardo Luján
Me parece excelente la decisión de jueces y trabajadores del Poder Judicial de parar labores como medida de resistencia contra la pretendida reforma judicial. De hecho ya hasta se habían tardado.
Pero da la casualidad que el poder judicial está en paro desde hace muuuucho tiempo.
Así lo muestra el tremendo rezago en la impartición de justicia, con más de 47 mil procesos atorados en el país y unos 5 mil 600 a nivel estatal, ya sea por burocracia, tortuguismo, indolencia y los intereses creados en los tortuosos vericuetos de la justicia a la mexicana.
Ante tan perniciosa situación, apareció en Chihuahua la Pipitilla.
Pero ¿Qué carajos es la Pipitilla y qué pitos toca en el desfile? ¿A qué viene tal nombre, qué significado tiene y cuáles simbolismos evoca?
La Pipitilla no es un superhéroe anónimo que por el día anda tramitando expedientes en los juzgados y por las noche lucha contra la corrupción en el Poder Judicial.
Tampoco es una organización terrorista, ni un grupo musical, ni una pandilla o equipo de futbol de barrio...
Para empezar, el término “pipitilla” no aparece en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
Pero aquí en Chihuahua la palabra es muy conocida y aplicada.
La pipitilla es lo que sobra, el cascajo, el remanente, es el lumpen, la masa de desposeídos.
Pipitilla es lo contrario a la alcurnia en los hombres y al pedigrí en los perros.
El término se utiliza para demeritar, sobajar o desprestigiar a personas, hechos o situaciones.
Pero cuidado con la pipitilla.
La pipitilla acompañó al cura Hidalgo a coger gachupines, a Pancho Villa y a Emiliano Zapata a incendiar el país, y puso en jaque al Gobierno en el movimiento estudiantil de 1968.
La pipitilla estuvo al pie del cañón junto a Cruz Chávez y a la Santa de Cabora en la rebelión de Tomochi contra el dictador Porfirio Díaz… Y estaremos de acuerdo en que la pipitilla también ganó la reciente elección.
La Pipitilla de que hablamos es un nutrido grupo de abogados que buscan ayudar a destrabar el cuello de botella en la impartición de justicia en la entidad. Sueña con un sistema judicial diáfano y una justicia honesta, pronta y expedita.
No obstante la altura de miras y nobleza de ideales, el propósito fundamental del grupo es más mundano: que los litigantes tengan trabajo para llevar comida a casa. Y entre más procesos destrabados será mejor para ellos y sus familias.
Su modo de operar es sencillo, pero requiere mucha voluntad: establecieron conversatorios entre los litigantes y las altas autoridades del Tribunal Superior de Justicia.
Para Roberto Venzor, abogado, autor intelectual, bautizador y cabeza visible de la Pipitilla, hay indicios de buenos resultados.
“Hemos observado que, luego de entablar conversaciones con magistrados y representantes de la presidenta del TSJ, en algunos tribunales se han simplificado procedimientos y se nota mayor celeridad en los casos...”
Es un buen principio pero el camino es largo, comenta el licenciado Venzor, quien fuera de libreta atribuye el éxito de las gestiones a la diosa Themis, ante quien se postró y hasta danzó implorando justicia. Sepa. Pero el esfuerzo y los resultados de la Pipitilla están ahí.