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Mentir por decreto

  • Por lujardo
Mentir por decreto

Por Ricardo Luján

En algo fue congruente López Obrador de principio a fin: llegó mintiendo y se va mintiendo.

Cumplió además su propósito fundamental: mandar al diablo a las instituciones.

Prostituyó indignamente al Congreso de la Unión quitándole lo de “honorable” para convertirlo en un burdel a su servicio, traficando curules como mercancía.

Trastocó el sistema de partidos en una subasta, con alianzas sin un gramo de ética ideológica, de tal suerte que hoy no sirve para representarnos, pero sí para mantener como millonarios a una casta de ignorantes agachones, que rara vez se paran en las colonias donde anduvieron mendigando el voto o comprándolo en efectivo o con despensas.

Se cambian de partido con inaudita desfachatez, sin importarles los electores. Bien puedes votar por azúcar y te darán sal, por gato y te darán perro, por vida y te darán muerte.

Hemos llegado a un punto en que un hombre se viste de mujer para alcanzar un cargo público y se convierte en rock star, recibiendo la aprobación de la gente. Asquito del bueno.

Muchas otras instituciones destruyó o está destruyendo mediante fusiones absurdas el presidente populista: el Sistema nacional anticorrupción, la Coordinación general de ayuda a refugiados, la Secretaría ejecutiva del sistema nacional de protección integral de niñas, niños y adolescentes, el Instituto nacional de pesca y acuacultura y una veintena de organismos más, que fueron desaparecidos o fusionados -desintegrados- con el falso pretexto de combatir la corrupción, para que el sátrapa se quedara con las partidas presupuestales para la consolidación de su maximato.

Aunque es muy diestro en el arte de robar, traicionar y destruir, alcanza mención honorífica en el renglón de mentir. Miente como respira, cualidad que seguramente demostrará con creces hoy durante su último informe.

Cuando hace seis años asumió la presidencia prometió impulsar un crecimiento del Producto Interno Bruto de 6% anual, pero logró sólo 1.5 por ciento.

Juró que crearía 7 millones de empleos, pero no llegará ni a los 2 millones.

Aseguró solemnemente “distribuir con honradez el presupuesto público” y ya ven el desmadre y la criminal falta de transparencia en el manejo del gasto. Robadera de la buena.

Dijo que ampliaría el servicio de internet gratis a todas las escuelas y para todos los mexicanos. Vil demagogia.

Perjuró que iba a combatir la corrupción y con ello lograr ahorros de 600 mil millones de pesos para alentar el desarrollo, impulsar vivienda y crear empleos. Cosa más falsa caballero.

Mintió al decir que acabaría con los monopolios que encarecen lo precios, pero autorizó al crimen organizado el cobro por derecho de piso que despoja impunemente a empresarios, comerciantes, agricultores, ganaderos y hasta a vendedores informales y que ha ocasionado, ejecuciones y cierre masivo de negocios, así como una carestía galopante en la canasta básica, con productos como limón, aguacate y otros que andan por las nubes.

Ofreció reducir a la mitad los sueldos de altos funcionarios públicos, pero subieron como nunca.

Dijo que iba a fortalecer los subsidios al campo en pero ya lo mandó al desastre.

Prometió atención médica universal (y servicio de calidad, como en Dinamarca) pero cerró el Seguro Popular para crear el Instituto de Salud para el Bienestar y apoderarse del presupuesto, y luego endilgar los millones de pacientes a un mediocre IMSS que carece de lo elemental, como suficientes especialistas.

Juró combatir a la pobreza pero la miseria ha escalado a niveles deplorables, con gente cuyo único sustento es hurgar en los botes de basura en busca de comida y botes de aluminio.

Ofreció honestidad como estilo de vida y forma de gobierno, pero las raterías brillan cada día, como el colosal fraude a Segalmex y la farsa de las obras “emblemáticas” cuyo presupuesto inacabable utiliza para ayudar a Cuba y Venezuela. 

Ni hablar del Clan que integran los hijos y sus amigos, quienes se dan vida de reyes y trafican influencias para pellizcarle a los presupuestos.

Muchas fueron  las promesas de López Obrador en campaña y las más importantes no la ha cumplido, sobre todo en cuanto a salud, seguridad, y educación se refiere.

Porque casi 200 mil ejecuciones son muchas, aunque “no sean violentas”, así como las cotidianas masacres, extorsiones, robos y desapariciones.

En el renglón educativo la desolación salta a la vista: escuelas y estudiantes de los diversos niveles están peor que nunca, y el gobierno en lugar de esforzarse por mejorar impregna de marxismo los planes de estudio, hipersexualiza la enseñanza y abandona la prueba mundial PISA, que evalúa la calidad educativa de los países.

Tampoco cumplió con no aumentar la deuda externa que durante su nefasto gobierno se convirtió en deuda eterna.

También en los promocionales del sexto informe predominan  los datos engañosos. Jura que hay menos criminalidad, pero la verdad es que de los 40 delitos del fuero común 32 registraron aumento.

Mañosamente compara el 2018 con el 2024 para decir que bajaron los feminicidios, pero no toma en cuenta los años de enmedio con promedio de mil féminas asesinadas cada año.

Convencieramente en estos spots no se menciona la extorsión, uno de los ilícitos más cometidos a ciencia y paciencia de las autoridades.

En cuanto al delito de secuestro, las cifras cacareadas no se ajustan a la realidad por la deficiente integración de expedientes y la falta de reportes fidedignos.

Otro dato con fuerte olor a mentira es el de la gasolina, que prometió bajar a 10 pesos y ahora ya rebasó los 25 pesos el litro. Agrega que el 90 por ciento del combustible que consumimos es producido por Pemex, dato más falso de una mañanera, pues en 2024 se importó el 67 por ciento, según números de la Secretaría de Energía.

Menciona en sus engañosos promos que su sexenio sí respetó a los jóvenes, por el hecho de ya no llamarles ninis y recibir becas, pero la realidad es que los ha convertido en “siervos de la nación” y en sicarios, reduciendo cruelmente su expectativa de vida a 25 años en promedio, además de consolidarse como el quinto mejor empleador a nivel nacional.

Sin duda vive en otro mundo el presidente que prometió austeridad y se apropió del Palacio Nacional para convertirlo en su casa.

Ganas de hacerse buey y seguir viéndonos la cara…