Buen Domingo

PERRO MUNDO

  • Por lujardo
PERRO MUNDO

Por Ricardo Luján

Cuentan que Juan Mata Ortiz,  legendario azote de los apaches, era gran aficionado a cazar gavilanes de una manera peculiar: los atrapaba, les impregnaba el plumaje de grasa, les prendía fuego de noche y los dejaba volar para luego dispararles en el aire y verlos caer envueltos en llamas.

Hoy, el mayor Mata Ortiz es un héroe regional, y con su nombre fue bautizado un pueblo del municipio de Casas Grandes famoso en el mundo por su cerámica artesanal. 

Y aunque el destino en forma de karma se las cobró -pues Mata fue quemado vivo en una hoguera a manos del indio Ju, en 1882-, a nadie se le ocurriría encarcelar al militar por el ingrato pasatiempo de elaborar pirotecnia viviente para practicar tiro al blanco nocturno con gavilanes ardiendo. 

Tom Sawyer y sus amigos de aventuras, Huck Finn y Charlie,  hacían tragar piedras a las ranas de sus adversarios en las competencias de salto para que brincaran menos. Que yo sepa nunca tuvieron problemas con la justicia por esa razón.

Ya más para acá, en la década de los sesenta, otra pandilla de vagos, resortera el mano, se dedicaban a apedrear lagartijas, ardillas y hasta chanates y una que otra víbora ratonera, en las inmediaciones de las presas Chuviscar y El Rejón. No recuerdo que ningún policía nos hubiera molestado por nuestro sangriento botín cuyo objetivo era matar por diversión y no para comer.

Antes, al que mataba un perro le decían mataperros y de ahí no pasaba…ahora lo meten a la cárcel. Igual si alguien maltrata a un gato o a cualquier mascota, como consecuencia va a dar al bote sin tocar barandilla.

Si no lo creen, pregunten a Hugo Alonso ‘N’, el chihuahuense sentenciado a un año de prisión y a pagar 27 mil pesos por haber quemado un gato, al que no mató pero lo dejó tuerto, tatemado, mocho de las orejas y sin cola.

Por otro lado, para los dueños de mascotas se sigue poniendo perro el asunto, pues así como las leyes modernas protegen a los animales y les otorga derechos, también tienen obligaciones y sus dueños responsabilidades.

Ya ven el grave problema legal en que dos perros metieron a su amo, vecino de la colonia Cerro de la Cruz, cuando los animales atacaron a un niño de cuatro años mientras jugaba frente a su casa provocándole la muerte.

Ahora el propietario de los canes deberá responder hasta las últimas consecuencias, porque ni modo de llevar a juicio a los  cuadrúpedos asesinos.

Lo mismo sucede, por ejemplo,  cuando un semoviente provoca algún percance por atravesarse en la carretera, en el deslinde el dueño es responsable por traerlos sueltos o no vigilar sus desplazamientos.

Aunque estoy de acuerdo en el respeto a los animales y sus eventuales derechos, me parece que este tipo de leyes de primer mundo no encuadran en nuestra condición tercermundista. 

Para empezar, abundan perros y gatos callejeros que causan problemas de salud y son un peligro para las personas, sobre todo para los niños, ante la indiferencia de las autoridades (in)competentes.

El año que termina, la ricketsia cobró la vida de 47 personas en la entidad, de 92 que enfermaron por la picadura de las garrapatas, otro indicativo del abandono de perros, “criadores” naturales de estos peligrosos bichos.

La perrera municipal al parece ya no existe y las otrora temibles redadas de animales sueltos ya pasaron a la historia; chuchos y felinos son dueños de calles y de los botes de basura, sobre todo en colonias populares y en los cinturones de miseria de la periferia.

Hoy un ciudadano está en dificultades por lo que hicieron sus mascotas ¿Qué hubiera pasado si se tratara de perros callejeros? ¿La autoridad asumiría la culpa al considerar que el problema es de su ámbito y competencia..?

E incluso iríamos más allá con la tonada: ¿Quién sería responsable en el caso del perro negro que dio muerte a don Julián, luego que éste había matado a su amo -Gilberto- mientras dormía..? 

Porque el perro había quedado técnicamente sin dueño que respondiera por sus perrunos actos ¿Sería responsable el municipio de La Piedad, Michoacán, donde según José Alfredo Jiménez tuvieron lugar los sangrientos sucesos..?

Por otro lado, también vernáculo, ¿Acaso pisó la cárcel el belicoso gallo giro que de fieras cuchilladas mató a don Luis Camarena, el Cojo, antes de que éste soltara a su Águila Real, aquella noche en Chiconcuac cuando enmudeció el palenque..?

Sin duda son muchas las preguntas y pocas las respuestas. Lo cierto es que ya es delito jondear gatos del rabo y echarle agua a dos perros para que se despeguen.

Ahora habrá que tener cuidado al decir “al que es perro que lo ahorquen” porque te acusan de violencia doméstica, o “con dinero baila el perro” porque te acusan de explotación canina.

Por lo pronto “a perro que no conozcas nunca le espantes las moscas”.

Aunque es mejor “no tener gato ni perro ni velas en el entierro…”