
Cierto día El Menordomo Panchito Muñoz se le perdió a La Corraleja, cuando el segundo era Gobernador del Estado y el primero era su brillante Secretario Particular.
Corral encontró a El Menordomo entre la gente, en un evento, y exclamó palabras semejantes a éstas: “Te pareces a La Coty de mi colonia, nada más en el chisme”.
La Coty era vecina del Exgobernador en un barrio de Ciudad Juárez.
Imagínense cómo sería Panchito Muñoz para que otro chismoso se sorprendiera de su actividad verbal y le reclamara andar en eso.
Ciertamente, Muñoz ha sido un chismoso toda su vida, al que le encanta crear problemas con su lengua vituperina.
Armó muchos conflictos al interior de la administración de La Corraleja por su aprehensiva inclinación a inventar cosas de los demás.
Durante el quinquenio del fracaso, hizo y deshizo cuanto quiso con la flotilla aérea del Gobierno del Estado; le prestaba las aeronaves a los hermanos de Corral para realizar vuelos particulares.
Recogió maletínes en la sierra a diestra y siniestra para entregárselos a sus superiores y supo de las fotografías que su jefe se tomó con distinguidos miembros del crimen organizado.
Hoy, esa misma bocota le tiene metido en problemas, a tal grado que ha solicitado la protección de la justicia federal, mediante un amparo, para saber si existe alguna orden de aprehensión en su contra o si Fiscalía ha abierto una Carpeta de investigación sobre su ilícita conducta en los cargos que desempeñó en el Gobierno.
Jorge Espinoza y Joel Gallegos son sus abogánsters.
Hoy, La Coty tiene la boca callada, por primera vez en su vida, al menos en la zona pública.
Que así se quede.
Pero no parará la marcha de la justicia para que en la Fiscalía Anticorrupción sigan sus pasos y sus palabras y definan si se tipifica la existencia de algún delito.
Adiós, Coty-Coty.
Y lo digo desde aquí, porque éste es mi Pódium.