Opinión

Mas allá de la estética...

  • Por Guadalupe Hernández Herrera.
Mas allá de la estética...

Por: Guadalupe Hernández Herrera.

"Lo propio del artesano es trabajar él mismo, con sus manos, en su arte u oficio".

- Antonio Gramsci

El antropólogo Claude Lévi-Strauss considera que "el arte popular es un reflejo de la cultura y la tradición de una comunidad". Esta perspectiva resalta cómo las obras populares encapsulan las costumbres, valores y cosmovisiones de los pueblos que las producen. En este sentido, podemos reinterpretar que el arte popular se refiere a las expresiones culturales creadas por las comunidades, reflejando sus tradiciones, creencias y formas de vida. A diferencia del arte “de la alta cultura”, el arte popular surge de manera colectiva y anónima, transmitiéndose de generación en generación. Su valor no solo radica en su estética, sino también en su función social y cultural.

El arte popular de Chihuahua es una manifestación cultural que refleja la riqueza histórica, geográfica y social del estado. Desde las antiguas pinturas rupestres hasta las innovadoras cerámicas contemporáneas, cada expresión artística es un testimonio de la identidad chihuahuense.

Reconocer la artesanía como arte es reconocer la riqueza de la diversidad humana, la profundidad de las tradiciones y la capacidad del ser humano para crear belleza y significado a través de sus manos, por esto, en esta ocasión me permitiré destacar el trabajo artesanal que se desarrolla en la sierra de chihuahua, las artesanías Ralámuli o rarámuris, ya que son una manifestación cultural que refleja la profunda conexión de este pueblo indígena con su entorno natural y espiritual. Ubicados en la Sierra Tarahumara, en el estado de Chihuahua, los rarámuris han desarrollado una rica tradición artesanal que no solo satisface necesidades utilitarias, sino que también expresa su cosmovisión, valores y resistencia cultural.

Los rarámuris aprovechan los recursos naturales de su entorno para crear sus artesanías. Utilizan madera de pino, encino y tascate para tallar figuras y utensilios; barro para elaborar ollas, jarrones y vasijas; fibras de sotol y hojas de pino para tejer cestas, canastas y sombreros; y lana e hilo para confeccionar textiles como fajas, blusas y cinturones. Cada pieza es elaborada con técnicas transmitidas de generación en generación, reflejando un profundo respeto por la naturaleza y una visión integral del mundo.

Además de ser herramientas y objetos de uso diario como lo ya mencionado, muchas piezas tienen un significado simbólico y espiritual. Por ejemplo, las muñecas talladas en madera representan a mujeres de la comunidad y son consideradas guardianas espirituales. La mujer rarámuri desempeña un papel central en la producción artesanal y en la transmisión de la espiritualidad. Su labor no solo es una actividad económica, sino un acto sagrado que conecta a la familia y la comunidad con los ancestros y lo divino. El proceso de creación, desde la recolección de materiales hasta la confección de las piezas, es una práctica ritualizada que honra a la naturaleza y a los espíritus protectores. Cada puntada, cada trenza, es una oración silenciosa que mantiene viva la tradición y la conexión espiritual.

Los instrumentos musicales que sus propias manos tallan y moldean, como flautas y tambores, son esenciales en las ceremonias tradicionales, como la danza del jíkuri, vinculada a prácticas de sanación. Y a su vez estos instrumentos, sirven como una fuente de ingresos para las familias, al comercializarlos en otras localidades cercanas o eventos como el festival "Sekáti Newárame", organizado por la Comisión Estatal para los Pueblos Indígenas, que en los discursos de la institución se hace notar que estas actividades no solo buscan generan ingresos, sino que también fortalecen la identidad cultural y promueven la integración social.

Las artesanías rarámuris son mucho más que objetos hechos a mano; son portadoras de historia, identidad y cosmovisión. A través de ellas, los rarámuris mantienen viva su cultura, transmiten sus valores a las nuevas generaciones y mantienen su lenguaje iconográfico. Es esencial reconocer y valorar estas manifestaciones culturales, no solo por su belleza estética, sino por el profundo significado que encierran y su papel en la resistencia y supervivencia. Más allá de su valor estético, la artesanía es un vehículo de transmisión cultural. A través de sus formas, técnicas y materiales, los artesanos comunican las tradiciones, creencias y valores de su comunidad, preservando y enriqueciendo el patrimonio cultural colectivo.

El arte rarámuri, en la capital del estado y en el país, ha tenido visibilidad en los últimos tiempos y lo han llamado” El Arte Popular Contemporáneo”, dándole cabida en recintos que anteriormente solo estaban diseñados para arte académico, como galerías y certámenes; lo que válidamente nos deja las preguntas ¿Se está gentrificando el arte raramuri? ¿Lo que muestran al mundo es apropiación cultural?...