Opinión

Una mañana amarilla de sol y polvo

  • Por Editora GV
Una mañana amarilla de sol y polvo

Estas dos fotos de mediados del siglo pasado cayeron en mis redes y yo las comparto con usted para que se eche un taco de ojo azul con esta panorámica de la calle 3a Norte.
Una de ellas recrea el local donde estuvo la primera Regiomontana, establecida por el regio Pedro Matar y Matar, quien llegó a Delicias atraído por la fiebre de la fundación de dicha población agrícola. 
Pasos adelante se alcanza a ver el restaurant Margaritas, de Raúl Mar, de escendencia asiática, quien en su menú incluía comida china, algo exótico y sabroso, primer platillo de ese tipo en la joven comuna.
Enfrente,en la banqueta de Casa Sepúlveda,está una solitaria bomba expendedora de gasolina a la espera de los pocos autos y trocas que había.
A media calle, toreando un aerodinámico coche,  un chamaco vago, posiblemente el Pelón Delgado, que por ahí vivía.
El aventurero Pedro había dejado en Monterrey a Irene Sepúlveda, su joven  y embarazada esposa, quien esperaba su primer retoño.
Ya abierto su negocio, mandó por ella, quien llegó con un regordote bebé  en brazos.Pedro, se llamaría. Perico, lo bautizaría la raza.   Al detenerse el tren vio a su marido y se bajó presurosa al encuentro de una mañana amarilla de sol, polvosa y de caliente viento.
Como no vio mas que unas cuantas casitas de adobe, le preguntó a su consorte que dónde quedaba Delicias. Él, apuntando hacia las casitas envueltas por el polvo, le dijo orgulloso, pues ya se había encariñado con el escueto pueblo: "Ésta es Delicias".
La pobre mujer se sentó en su veliz a llorar, pues como venía de una urbe, aquello le pareció lo que era: un escueto caserío de tierra,tolvaneras y calor.
Al tiempo, ella también se enamoró del poblado asolado.
En la otra, una versión más moderna de la tienda, que de 3a y 3a se cambió a 3a y 2a, pues compró el local que ocupaba la Más Barata, de Nasar y Rohana.
Crónicas domingueras de aquel Delicias, notas adormecidas por los años y el peso de la nostalgia, letras renacidas por la alegría de vivir el sabor de cada día.