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El Museo del Deporte de Oscar y Miriam

  • Por editorv

Chihuahua, Chih. - Ver a Pete Rose en Las Vegas y tomarse la foto con él, para luego colgarla en sus paredes, se convirtió en una de las mejores piezas del Museo del Deporte.
Oscar Erives Domínguez y su esposa, Miriam Victoria Hernández Acosta, tienen centenares de souvenirs, pelotas de beisbol, guantes, pares de tenis, tarjetitas y fotos autografiadas, en un rinconcito de su casa.
Pero mientras que Oscar, titular de Actividades Deportivas de la UACH, le llama Museo del Deporte, Miriam, Presidenta del Tribunal Superior de Justicia, dice -a manera de broma- que es el cuarto de los tiliches.
Entre las piezas luce una pelota de Mark Mc Guire, el que metió en una histórica temporada 70 jonrones con los Atléticos de Oakland.
Oscar la toma, la muestra, la exhibe, como una preciada joya solo para los amantes del beisbol que pueden aquilatar su verdadero valor.
“Cada cosa tiene su historia, cada bat, cada pelota”, dice el entrevistado, la noche de un viernes, en el espacio que la ha dado en su morada a su mayor afición que es el deporte. 
Miriam, la Magistrada, recuerda que conocieron al mítico Pete Rose, durante un viaje que hicieron a Las Vegas 
“Lo conocimos, acá estoy con él, para mí conocer a Pete Rose… para mi es uno de los jugadores más grandes”, subraya, emocionado.
Miriam explica:
“Había visto una vez una tienda de deportes y traían estrellas; el compromiso era ir y comprar algo. Fue en Las Vegas y ese día estaba ahí Pete Rose”, señala.
Y agrega:
“Era el lugar donde él solía ir”. 
Luego Oscar muestra orgulloso un bat bicolor, en blanco y negro, que tiene toda una historia.
“Es blanco con negro, la barrera donde los jugadores de color tenían prohibido jugar”, indica y recomienda ver la película 42, en la cual se describe ese episodio.
Y así, como dicen los anfitriones, cada cosa exhibida en el Museo del Deporte de la familia Erives-Hernández, tiene su propia historia.
Algunas piezas se las hacen llegar de otras partes del Estado, del país o del extranjero, sabedores de que estarán en buenas manos y serán valoradas en su justa dimensión.
El recorrido es largo, pieza por pieza, y la narrativa, los recuerdos, las descripciones, abundantes.
Pero la hora de cenar ha llegado y también reclama su espacio, antes de agradecer a la pareja formada por Oscar Erives Domínguez y Miriam Hernández Acosta, su amable anfitrionía y atención a este medio de comunicación.