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Historia de una infamia: el asesinato que marcó la historia

Chihuahua (Por Héctor Arriaga, parte 1).- En junio próximo Sergio Arturo Alba Rojo, quien alguna vez fuera un joven y humilde trabajador, cumplirá 28 años de estar preso acusado...
  • Por José Oswaldo

Chihuahua (Por Héctor Arriaga, parte 1).- En junio próximo Sergio Arturo Alba Rojo, quien alguna vez fuera un joven y humilde trabajador, cumplirá 28 años de estar preso acusado de asesinar a sangre fría y bajo el influjo de drogas, a cuatro miembros de una familia. Sergio es hoy un hombre maduro y taciturno que pasa los días en la eternidad de una prisión que lo aplasta y le recuerda que sólo con un milagro, alcanzará la libertad que tanto anhela.

Su caso ha sido llevado ante todas las instancias legales a las que en México se puede acudir, incluyendo la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y sin embargo el aparato judicial se ha mantenido firme en su decisión de tenerlo preso y a resguardo de una sociedad que ante un criminal de tal magnitud, estaría amenazada.

Pero Sergio Arturo ya no espera mucho porque se ha cansado de esperar, y como última instancia ha acudido a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, buscando ser escuchado fuera de un país que parece sordo a su reclamo.

La historia de la matanza que le adjudicaron y de la que ante la ley es responsable, los entretelones políticos en que se desarrolló la trama, la brutalidad de los métodos policiacos que se utilizaron, y la indefensión en que víctimas del aparato judicial son devoradas sin que sus voces sean escuchadas, son una muestra de que en México, en Chihuahua, la violación permanente y reiterada de los derechos humanos fue y es una práctica común.

Una práctica común en el pasado y que pese a los avances alcanzados  se sigue dando sin importar lo que digan las autoridades, y que mantiene presos a miles que carecen de las herramientas suficientes para sostener una defensa legal adecuada y profesional, ya sean culpables o inocentes.

Las aberraciones cometidas en contra de este hombre que se auto define como víctima, van más allá de su presumible o real inocencia y no son algo nuevo como bien se sabe. Son un mal que no ha sido erradicado de nuestros cuerpos policiacos, de salas y juzgados donde jactanciosamente se pretende una impartición de justicia que en ocasiones existe solo en el papel, de un aparato judicial muchas veces viciado y corrupto.

El presente relato es solo un testimonio más que pone en evidencia los muchos casos viciados que se entretejen al interior de un sistema que ha sido denunciado una y otra vez, y su importancia radica precisamente en que saldrá a la luz pública para contribuir, algún día, a que no se sigan fabricando culpables sin esperanza.

La Opción publicará a partir de mañana y en exclusiva, un amplio reportaje por entregas que retrata el muy cuestionable y manipulado proceso judicial que este hombre ha enfrentado desde 1988, presentará las fallas y desatinos que se cometieron en su contra, y principalmente desnudará a los actores que contribuyeron, a través de la fabricación de pruebas, la tortura y otras aberraciones, a que siga preso no obstante existir evidencia de su muy probable inocencia.

Entre otros testimonios, omitidos o desdeñados en su momento por jueces, ministerios públicos y magistrados, está el del niño, único sobreviviente del múltiple homicidio, quien después de muchos años y siendo ya un hombre regresó a Chihuahua para testificar, ante la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, que Sergio Arturo no fue el asesino de su familia, y tratar, en la medida de lo posible, de revertir una injusticia pidiendo para él la libertad.

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