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Inauguran altares de muertos en el Ángel 

  • Por JR

Chihuahua.- El secretario de Hacienda, Jesús Granillo Vázquez, acompañado de la secretaria de Cultura Alejandra Enríquez y el secretario de Salud Gilberto Baeza Mendoza, inauguraron los altares de muertos en la Plaza del Ángel.

 
 

Fue Jesús Granillo quien explicó que en esta tercera edición los altares instalados en una carpa para simular un campo santo, tiene diversos objetivos uno de ellos es que los empleados de las diferentes dependencias de gobierno convivieran al elaborar estos altares.

 
 

Otro de los objetivos es que debido al éxito del año pasado cuando se instalaron en el Palacio de gobierno destacó rescatar las tradiciones mexicanas y a la vez hacer una aportación a la población con una acción social, fue así que se logró recaudar más de 25 toneladas de grano las cuales fueron distribuidas en las comunidades indígenas.

 
 

“En esta ocasión tenemos el compromiso de hacer un evento para la ciudadanía y para ello los altares están basados en alguna leyenda de Chihuahua y para ello recreamos un panteón construido por los empleados de las diferentes secretarías”.

Un Hombre sin Cabeza

Dice la conseja que cuando Pancho Villa ya había cobrado fama y unas cuantas vidas, llegó a la ciudad de Chihuahua. Ante la noticia, que corrió como reguero de pólvora, un rico hacendado, temeroso por su fortuna, corrió a las caballerizas a enterrar todo el oro que tenía.

Pasaron los años y el hacendado, al igual que Villa, murió dejando su fortuna perdida. El tesoro fue olvidado hasta el año de 1948, cuando el gobernador Manuel Bernardo Aguirre compró en una subasta el terreno, ubicado entre las esquinas de las calles Cuarta y Urquidi, para construir el Edificio de Servicios Municipales.

Durante la construcción del edificio, una noche, cuando el velador se encargaba de cuidar el material, unos sujetos llegaron silenciosamente al lugar y buscaron afanosamente el tesoro que había escondido el hacendado.

El Fanstama de la Estación de Bomberos

Había una vez un bombero que era muy bueno en su profesión, pero muy aferrado y solitario, ya que creció en un orfanato después de que, cuando era niño, hubo un accidente en su casa y toda su familia falleció. 

Este acontecimiento marcó su vida, ya que él tuvo la culpa de lo que había ocurrido.

Un jueves, encontró un encendedor que guardaba su papá en el cuarto y se puso a jugar con él. En la madrugada del viernes 13, decidió combinar el encendedor con un aerosol, sin saber los riesgos que esto conllevaba. A las 3 a.m., por equivocación, comenzó a incendiarse su cama y, eventualmente, todo su cuarto.

El niño salió corriendo de la casa, pero no avisó a su familia por miedo a ser regañado por su padre por usar el encendedor. Como resultado, ningún familiar logró escapar del incendio, y todos fallecieron en la tragedia.

La Leyenda de Muégano

Sucedió en el tiempo en que los trabajadores mineros alcanzaron sus prestaciones sociales. Fijaron su salario en un peso con setenta y cinco centavos por jornada de trabajo, que se componía de ocho horas en el interior de la mina. En ese entonces, por ahí del año 1935, se fundaron las secciones 9 de Parral, 20 de San Francisco del Oro, 11 y 50 de Santa Bárbara, que formaron el Sindicato de Mineros Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana.

Aquel mismo año se realizó el primer congreso minero en la Ciudad de México, y aunque lo conseguido no se compara con las prestaciones que pueden tener hoy en día, para esa época significaba un gran paso y una considerable conquista si se consideran las condiciones infrahumanas en que trabajaban los mineros durante las primeras décadas del siglo XX.

Los pagos por incapacidad fue uno de los más grandes logros, sobre todo porque la cantidad que se les daba a los trabajadores representaba una pequeña fortuna. Así ocurrió con Macario Contreras, quien un día de pago, llegó a un viejo establecimiento ubicado en las calles de Santa Bárbara, donde reunieron los mineros después de la larga y tediosa jornada.

La Pascualita, la Novia más Bella de Chihuahua

Una tenebrosa leyenda corre por las calles del estado desde hace 83 años. La Pascualita o la Novia más bonita de Chihuahua, observa a los transeúntes desde su altar, porque reposa en los estantes de una tienda con tradición en la ciudad, la cual se dedica a ataviar a las mujeres para el día más especial de su vida.

El maniquí parece tan real que produce escalofrío. La vidriera de “La Popular”, como se llama la tienda donde descansa, es tan visitada y todos aquellos que la observan a diario aseguran que no puede ser otra cosa que el cuerpo embalsamado de una joven mujer. Y es que la figura de cera es tan bella que de haber sido hecha con manos humanas tuvo que haber metido mano el mejor confeccionista en la materia.