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El despertar del diablo...

Chihuahua (Por Héctor Arriaga, parte 2).- En mayo de 1988 Sergio Arturo Alba Rojo tenía 29 años y llevaba una vida común sin mayores pretensiones, salvo la de subsistir y apoyar...
  • Por José Oswaldo
El despertar del diablo...

Chihuahua (Por Héctor Arriaga, parte 2).- En mayo de 1988 Sergio Arturo Alba Rojo tenía 29 años y llevaba una vida común sin mayores pretensiones, salvo la de subsistir y apoyar en lo posible a su familia. Como miles, salía temprano cada mañana a trabajar con la expectativa de que los días seguirían pasando sin mayores sobresaltos ni complicaciones.

Sin embargo, un mes después su vida cambiaría radicalmente pasando de ser un simple trabajador para convertirse, según la Procuraduría de Justicia del Estado, en un torvo asesino que había aniquilado a casi toda una familia.   

Para entender el caso de este hombre que está cerca de cumplir 30 de los cuarenta años a los que fue condenado a vivir en prisión, lo  que en aquella época representaba la máxima pena que podía aplicarse, es necesario conocer el contexto en que se dio el crimen del que fue responsabilizado.

En 1988 Chihuahua restañaba todavía las heridas que le dejó aquel “verano caliente”, cuando la autoridad de todos los niveles fue frontal y valientemente cuestionada y enfrentada por una sociedad civil enardecida luego de que el priísta Fernando Baeza Meléndez derrotara, en forma por demás cuestionable, al panista Francisco Barrio Terrazas por la gubernatura del estado.

Para principios de junio las calles de la ciudad bullían de actividad. En los cines se exhibían, en el Olimpia Vistarama de la calle 11, El Despertar del Diablo II costando la entrada mil 100 de los viejos pesos, en tanto que en la Sala 2000 que hoy alberga las oficinas centrales de la JCAS allá por la Julián Carrillo, pasaban como función estelar El Karate Kid I y II que dieran fama al novel Ralph Macchio y a un veterano pero poco conocido Pat Morita.

La elite capitalina acudía al moderno Cinema del Real que cobraba mil 300 pesos la entrada, en tanto que la “raza” pagaba gustosa 800 pesos por una función doble en El Colonial, hoy Teatro de la Ciudad.

A nivel nacional se gestaba la ruptura entre el viejo y anquilosado PRI y uno “nuevo”, provocando la salida en masa de una militancia partidista inconforme que tenía como líderes a Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, que darían forma y fundarían más tarde al Partido de la Revolución Democrática.

En la página de sociales de El Diario, la agraciada Verónica Ronquillo mostraba su bello rostro como soberana del Club de Leones.

Miguel de la Madrid Hurtado era un presidente débil que enfrentaba una severa crisis económica y social, recrudecida por la tibieza con que su gobierno respondió al terremoto del 85.

A lo largo y ancho del país las voces de la oposición se elevaban por encima del fallido discurso oficial que llamaba a la calma y a una “renovación moral de la sociedad”, en tanto que Chihuahua era un polvorín donde cada semana se publicaban desplegados cuestionando el desempeño del gobierno estatal e incluso la legitimidad del mismo.

Figuras como la de Guillermo Prieto Luján, Francisco Barrio y Luis H. Álvarez dominaban la trinchera política, con un gobernador Fernando Baeza obligado a mediar y conciliar ante la posibilidad de nuevas movilizaciones multitudinarias.

Es en ese momento cuando se anuncia la visita del presidente de la Madrid a Chihuahua.

Parte 1

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