Mi Pódium

El Becerro de Oro

  • Por Editor R
El Becerro de Oro

Por Osbaldo Salvador Ang.- Encontré en la Biblia el origen de los celos dentro del Libro del Exodo en que Moisés protagoniza ese capítulo.

Es el episodio del Becerro de Oro, en donde el pueblo de Israel adora y rinde veneración a una figura distinta a su Dios.

Moisés estaba en el Monte Sinaí, con Jehová, y los judíos se sintieron abandonados por Dios y empezaron a hacer grilla.

Convencieron a Arón, encargado de dirigirles mientras regresaba Moisés –y sacerdote supremo por designación divina- de fundir el oro de sus alhajas para darles un Dios diferente.

Dios manda a Moisés a que baje con los israelíes porque ya traen un relajo al adorar a un becerro de oro.

El tema aquí es que Jehová exterminaría al pueblo de Israel por los celos que sintió al ver que adoraban a un Dios distinto a él.

Y lo dice textualmente, según el escrito bíblico.

Soy Dios celoso.

“No los adorarás ni los servirás; porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen y muestro misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”.

Esa relación entre Dios y su pueblo, fue trasladada después entre los hombres y sus mujeres.

Ni Shakespeare en Otelo llegó a esclarecer como ahora el origen de los celos, que devienen de un pacto que prohíbe adorar a otro por encima de la vida.

Los israelítas pagaron caro su osadía al adorar a un Dios distinto, pues Moisés obligó a cada jefe de famillia a matar un hermano, un amigo y un pariente, en cada casa, para desagraviar a Jehová.

Y lo digo desde aquí, porque éste es mi pódium.