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Los genes y la historia de tu familia pueden influir en tu manera de beber

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Los genes y la historia de tu familia pueden influir en tu manera de beber

- Las investigaciones sugieren que tener un familiar directo, como uno de los padres o un hermano, con este trastorno, aumenta las probabilidades de padecerlo.

El alcohol fue una parte importante de la vida familiar de Stephen durante su infancia. Las fiestas, las barbacoas en el jardín y un duro día de trabajo eran motivos para que su padre y sus tíos se tomaran un paquete de seis cervezas, o más.

“No había nada que no incluyera montones y montones de alcohol”, dijo Stephen, que ahora tiene 53 años y es médico (pidió utilizar solo su segundo nombre para proteger su intimidad y la de su familia).

A partir de los 14 años, Stephen pudo ir con su padre a tomar una cerveza de vez en cuando. A medida que crecía, modelaba su manera de beber según la de su familia, y cualquier reunión social a los 20 años implicaba “un montón de alcohol”.

Los padres de Stephen le habían contado historias sobre las luchas de sus propios padres contra el alcoholismo, y cómo a veces se volvían violentos. Pero como el comportamiento de su familia directa no se parecía a eso, durante mucho tiempo no consideró que tenía problemas con la bebida.

Stephen dejó de beber mientras estudiaba medicina, en parte para demostrarse a sí mismo que no tenía ningún problema. Cuando volvió a empezar durante su residencia, ya cerca de cumplir 40 años, el alcohol le afectó de manera diferente. “De repente, estaba bebiendo hasta el punto de darme cuenta de que no podía parar”, dijo.

El trastorno por consumo de alcohol —la incapacidad para dejar de beber o controlar la bebida a pesar de las consecuencias negativas— es una enfermedad altamente hereditaria. Las investigaciones sugieren que tener un familiar directo con este trastorno, como uno de los padres o un hermano, multiplica por tres o por cuatro las probabilidades de padecerlo. Aproximadamente el 50 por ciento del riesgo de una persona procede de sus genes, pero su entorno familiar y social también son factores importantes.

Esto es lo que hay que saber sobre cómo se desarrolla el alcoholismo en las familias y algunas formas de protegerse.

¿Cómo te pone en riesgo la genética?

No hay un único gen responsable de que una persona desarrolle un trastorno por consumo de alcohol; en cambio, los expertos afirman que es probable que intervengan cientos de genes.

Los científicos han identificado algunos de los rasgos en los que influyen estos genes, empezando por la forma en que el organismo procesa el alcohol. Si el metabolismo del alcohol está alterado, beber puede ser físicamente desagradable, provocando náuseas y dolores de cabeza. Tener este rasgo, que se asocia con al menos dos variantes genéticas que son más frecuentes en personas de ascendencia asiática, reduce el riesgo de trastorno por consumo de alcohol, porque es menos probable que beban mucho, o nada.

En el otro extremo del espectro están las personas que “básicamente pueden beber mucho más que otras personas” antes de sentir los efectos del alcohol, dijo Marc Schuckit, profesor de psiquiatría de la Universidad de California en San Diego. Estas personas tienen un mayor riesgo de padecer un trastorno por consumo de alcohol porque es más probable que beban más.

Tener una alta tolerancia al alcohol también puede estar relacionado con la forma en que el organismo metaboliza la sustancia, aunque los científicos no han identificado variantes genéticas específicas para eso, como sí lo han hecho para la baja tolerancia. Schuckit añadió que algunas personas no se sienten tan intoxicadas como otras cuando han bebido mucho, o puede que no reconozcan lo borrachas que están en realidad, y entonces ignoren la señal de reducir la velocidad o parar.

Nuestros genes también pueden afectar la impulsividad y el modo en que el cerebro responde a las recompensas, rasgos que están relacionados con el trastorno por consumo de alcohol, así como con otros tipos de adicciones. Estas características pueden influir en que alguien busque experiencias divertidas o placenteras, como beber más, sin pensar en las consecuencias.

¿Qué explica el resto del riesgo de una persona?

El entorno en el que crece una persona también influye mucho en su comportamiento con la bebida. Si alguien se cría en un hogar en el que beber en exceso es normal, y si tiene asociaciones positivas con el alcohol, es más probable que lo pruebe, dijo R. Kathryn McHugh, jefa de psicología del Hospital McLean de Massachusetts.

La edad a la que alguien empieza a beber marca una gran diferencia en cuanto a su riesgo. Según un estudio citado a menudo, aproximadamente el 16 por ciento de las personas que prueban el alcohol por primera vez entre los 11 y los 12 años desarrollan una dependencia, mientras que solo lo hace el 1 por ciento de quienes empiezan a beber a partir de los 19 años.

Cuanto más se pueda posponer la primera bebida de alguien, más se reduce su riesgo de desarrollar alcoholismo”, dijo Kathleen Brady, catedrática de psiquiatría y ciencias del comportamiento de la Universidad Médica de Carolina del Sur. Los expertos creen que esto se debe a que la exposición temprana al alcohol puede cambiar el cerebro mientras aún se está desarrollando, sobre todo en áreas relacionadas con el autocontrol.

Estar expuesto a un trauma infantil también aumenta el riesgo de una persona. Una teoría es que los traumas tempranos en la vida aumentan la respuesta del cerebro al estrés. “Puedes tener el mismo factor estresante, pero tu cuerpo, tu cerebro, tiene una respuesta amplificada a ese estrés”, explicó McHugh. Como el alcohol a menudo se utiliza para sobrellevar la situación, sentir más estrés puede hacer que la gente beba más.

¿Cómo puedes protegerte?

Aunque hay muchos factores que contribuyen al riesgo de que una persona padezca un trastorno por consumo de alcohol, solo hay una forma de eliminarlo: no beber. “Es una solución bastante extrema, pero es la que mejor funciona”, dijo Henry Kranzler, profesor de psiquiatría de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania.

A falta de una abstinencia total, los expertos aconsejaron beber con moderación: no más de una bebida al día para las mujeres y dos para los hombres. “Establece unos límites personalizados, anótalos e intenta ceñirte a ellos”, dijo Brady. “Y si no puedes ceñirte a ellos, entonces es muy posible que necesites más ayuda profesional”.

Los expertos también sugirieron analizar por qué bebes, para que puedas ser más estratégico al reducir tu consumo. Si eres sobre todo un bebedor social, sé más consciente de tu consumo de alcohol en las fiestas. Busca actividades sociales que no estén relacionadas con la bebida. Si, por el contrario, bebes más cuando estás ansioso, intenta evitar el alcohol cuando estés estresado y busca mecanismos alternativos para afrontar esa situación.

“Todo el mundo va a ser un poco distinto en cuanto a por qué bebe alcohol, en qué ambientes lo hace, cuáles pueden ser sus factores de riesgo personales”, dijo McHugh.

Tener un amigo o compañero que conozca tus riesgos también puede ayudarte a detectar posibles problemas. Para Stephen, esa persona era su esposa. Cuando se casaron y se fueron a vivir juntos, ya no pudo ocultar el alcance de su consumo de alcohol, ni ignorar que tenía un problema. La esposa de Stephen insistió en que buscara ayuda, y aunque tardó unos años en conseguir la sobriedad, no ha vuelto a beber en siete años.

Una “ironía del alcoholismo”, dijo Stephen, es que “a veces no lo reconoces en ti mismo”.

 

 

(Información de The New York Times)