Buen Domingo

VIRGEN CADA VEZ MÁS ADMIRABLE

  • Por lujardo
VIRGEN CADA VEZ 
MÁS ADMIRABLE

Por Ricardo Luján

Relatan códices callejeros del ingenio popular que la Virgen de Guadalupe se le apareció a Claudia, quien olvidando su ateísmo le pidió resolver las finanzas quebradas por su antecesor en jefe.

La Virgen le dijo: “Se requiere una solución técnica mía y de un milagro tuyo. Te daré los 13 billones y medio de pesos para que pagues la deuda externa”.

¿Y el milagro? preguntó Claudia.

-¡El milagro, hija mía, sería que no se los robaran..!

Chistes sacrílegos aparte, la devoción por la Virgen de Guadalupe es innegable, forma parte de nuestra cotidianeidad, está tatuada en la idiosicracia nacional. Su imagen se encuentra en la inmensa mayoría de los hogares mexicanos, en cuadros, pósters, camisetas, gorra, adornos, autos y en series ramplonas de televisión.

Millones de fieles acuden cada diciembre a las peregrinaciones a la basílica en la Ciudad de México y en el resto de los santuarios guadalupanos en cada pueblo y ciudad, hasta el último rincón del país.

A casi medio siglo de las apariciones en 1531, el milagro guadalupano se yergue victorioso sobre las pruebas del tiempo y de la ciencia.

Para empezar el ayate de Juan Diego donde se plasmó la imagen es de fibra de maguey, una especie de ixtle, que debió durar si mucho 15 años.

Su perdurabilidad es un desafío para la física, pues los primeros cien años estuvo expuesta a un ambiente húmedo y salitroso, a humo de veladoras, tocamientos, insectos…

En el siglo 18 un científico italiano embriagado de escepticismo mandó pintar dos imágenes similares sobre tilmas elaboradas con fibras de maguey y las colocó en las cercanías de la basílica. Ambas pinturas se deterioraron en unos diez años.

Sobra decir que la tilma de Juan Diego no es un lienzo de pintor, pues carece del tratamiento previo que debe tener. La imagen tampoco está revestida con barniz, y aún así parece indestructible.

En 1765 un trabajador derramó accidentalmente ácido nítrico sobre la imagen pero inexplicablemente no sufrió daños.

Desde sus apariciones a Juan Diego la devoción del pueblo se desbordó hacia la Guadalupana, en un inusitado fenómeno de conversiones masivas único en la historia con 14 mil bautizados diarios durante siete años hasta completar 9 millones de indios conversos.

Esta histórica fe alertó a los gobiernos posrevolucionarios “socializantes” de Obregón y Calles, quienes en su afán de “ateizar” a la población mandaron dinamitar la imagen para tratar de desalentar la religiosidad de los creyentes.

En 1921 un empleado de la secretaría particular de la Presidencia de la República colocó una bomba entre los arreglos florales para luego darse a la fuga en un camión militar apoyado por soldados vestidos de civil.

La explosión se escuchó un kilómetro a la redonda, dobló candelabros y un crucifijo de bronce y hierro de 34 kilos, que el cariño popular bautizó como “el Cristo de la explosión que salvó a su bendita madre”, y que a la fecha se exhibe en la basílica.

CÓDICE DE MEXICANIDAD

Desde su aparición hace 493 años la Virgen de Guadalupe tomó carta de naturalización entre los habitantes de la Tenochtilán conquistada quienes desde entonces la consideraron su reina, pues la imagen está llena de simbolismos que los indios captaron de inmediato.

La flor de cuatro pétalos o Nahui Ollin: es el símbolo principal de los mexicas, marca el lugar donde se encuentra Nuestro Señor Jesucristo en su vientre, es el máximo símbolo náhuatl y representa la presencia de Dios, la plenitud, el centro del espacio y del tiempo. 

Cabello: Lleva el cabello suelto, lo que entre los aztecas es señal de virginidad. Es Virgen y Madre.

Embarazo: Su gravidez se constata por la forma aumentada del abdomen, donde se destaca una mayor prominencia vertical que transversal.

El cinto: Marca el embarazo de la Virgen. Se localiza arriba del vientre. Cae en dos extremos trapezoidales que en el mundo náhuatl representaban el fin de un ciclo y el nacimiento de una nueva era.

Los rayos: La Virgen está rodeada de rayos dorados que le forman un halo luminoso o aura. El mensaje transmitido es: ella es la Madre de la luz, del Sol, del Niño Sol, del Dios verdadero, ella lo hace descender hacia el “centro de la luna” para que allí nazca, alumbre y dé vida.

La luna: La Virgen está de pie en medio de la luna, y no es casual que la palabra México en náhuatl significa “en el centro de la luna”. También es símbolo de fecundidad, nacimiento, vida. Marca los hilos de la fertilidad femenina y terrestre.

El ángel: Aparece a los pies de la Guadalupana con ademán de quien acaba de volar. Las alas son como de águila, asimétricas y muy coloridas, los tonos son parecidos a los del pájaro mexicano tzinitzcan que Juan Diego recordó, anunciándole la aparición de la Virgen de Guadalupe.

OJOS LLENOS DE VIDA

 A partir de 1979 el doctor en sistemas computacionales José Aste Tönsmann, fue descubriendo el misterio que encierran los ojos de la Guadalupana.

Mediante el proceso de digitalización de imágenes descubrió el reflejo de 13 personas en los ojos de la Virgen Morena, que asombrosamente cumplen con las leyes de Purkinje-Samson como los de cualquier ojo vivo, es decir existe un triple reflejo de los objetos localizados frente a los ojos de la Virgen y las trece figuras se distorsionan por la forma de la córnea. 

La escena se presenta en ambos ojos, con la diferencia natural de la perspectiva de la mirada. Se trata de los espectadores de la escena donde Juan Diego muestra al obispo Zumárraga la tllma con la imagen, visto desde los ojos de la Virgen.

El pequeñísimo diámetro de las córneas (de 7 y 8 mm) descarta la posibilidad de pintar las figuras en sus ojos, sobre todo, si se tiene en cuenta el material tan burdo sobre el que está estampada la imagen.

MAPA DE ESTRELLAS CON MÚSICA

El manto de la Virgen María cuenta con 46 estrellas, que forman constelaciones que se vieron desde México entre el 11 y 12 de diciembre de 1531.

 

En base a un trabajo matemático, el contador mexicano Fernando Ojeda descubrió que surge música que expresan las estrellas.

Tomando las flores y las estrellas en la imagen de la Virgen como si se tratara de notas musicales, Ojeda esbozó un pentagrama y encontró la melodía.

Algunos estudiosos repitieron el experimento con copias de los siglos XVI y XVII, donde las estrellas y las flores están a criterio del pintor, pero lo único que obtuvieron fue ruidos, no armonía.

Solamente con la imagen original resulta una armonía perfecta y actualmente ya tiene un arreglo sinfónico.

Luego de lo anterior, y si sigues siendo un terco antiaparicionista, en honor a tu mexicanidad sería bueno que dejaras de hacer como que la Virgen te habla porque se te puede aparecer Juan Diego.

Fuentes: 

Aciprensa.

Chávez Sánchez, Eduardo. La Iglesia en México entre dictaduras, revoluciones y persecuciones.