La Fuente Móvil

ET ORBI

  • Por Editor R
ET ORBI

Particularmente a Ciudad Juárez y Chihuahua le duele la muerte del Papa Francisco porque los juarenses vivieron algo más que una visita protocolaria en 2016. Vivieron un momento que marcó a esta frontera para siempre: el día en que el jefe de la Iglesia Católica puso los pies en suelo juarense, habló con el corazón en la mano y miró de frente los dolores de esta tierra. El 17 de febrero de 2016, el pontífice argentino no vino a tomarse la foto sino a hablar sin tapujos de lo que muchos prefieren callar: violencia, injusticia, migración forzada, la desigualdad. Y no lo hizo desde el púlpito del poder, sino desde el terreno de lo humano. “No más muerte ni explotación”, exclamó frente al muro, en una misa que se escuchó en ambos lados del río Bravo. “Siempre con ustedes, hermanos y hermanas migrantes”, dijo, abrazando con palabras a quienes huyen del hambre, del miedo o de la desesperanza. A los jóvenes de Juárez les pidió no dejarse seducir por la cultura del descarte ni por las promesas falsas del narco: “Ustedes son la riqueza de esta tierra”, les dijo, devolviéndoles la dignidad en un contexto donde muchas veces se les estigmatiza. También recordó a las autoridades que la justicia no se mide en detenciones, sino en oportunidades, en paz duradera, en reconstrucción del tejido social. Francisco propuso ver la frontera no como una herida, sino como un punto de encuentro. Una idea sencilla, pero poderosa, que entre muros, pueda haber puentes. Hoy, la voz se apagó pero no su legado para con eso, no olvidar lo que vino a recordarnos.