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La casa abandonada

  • Por Carlos Gallegos

Tiempos traen modas.

Estas cuatro muchachas,luciendo sus cuerpazos, entallados por audaces trajes de baño,pasan un delicioso domingo en una de las dos o tres albercas que había en 1951 en Delicias.

Son María Luisa Cano,Laura Castañeda, Blanca Cano y Marilú Matar.

Sus juveniles figuras fueron fueron eternizadas en la colección Liston Cano y hoy le alegran a usted su día de asueto.

En el mismo 51, la Plaza de Toros Silverio Pérez cumplía seis años y era,junto con los cines Alcázar, Rex , Lux, Río y Modelo, el principal centro de entretenimento de la también joven población rodeada de algodonales, viñedos y canales de riego, con sus dos factorías vinícolas, Bodegas de Delicias y Vinícola Delicias,   surtiendo el mercado nacional.

La segunda fotografía de nuestra  crónica semanal fue tomada ahí, en el coso taurino de Calle Central,a una cuadra de la Plaza Carranza,durante una tarde de sol,sangre,muerte y emoción,ingredientes de esa fiesta bárbara afortunadamente abolida.

 
 

Abolida en tantas partes del mundo,entre ellas Delicias,población de  avanzada en tantos espectáculos que van contra la vida en cualesquiera de sus manifestaciones.

Vida humana,animal,vegetal,aunque en este rubro aún nos falta tanto para proteger el medio ambiente de talas irracionales, por ejemplo.

En la foto vemos a  Ignacio Gutiérrez, el Carnicerito de Saltillo,capote en mano,dispuesto a jugarse el cuero ante las astas de un burel enfurecido por las crueles banderillas de punta de acero que le habían clavado en lo alto del morrillo, ni cerca de la cabeza ni muy atrás de la cruz,para despertarle el instinto de su sangre brava.

A su espalda, vea un anuncio de Brandy del Norte

Nacho vivió sobre la Calle 7a y Avenida 8a Poniente.

Su casa está abandonada desde hace muchos años,pues un día se fue para Juárez con sus hijos el Greñas y

Lupe y no regresó. Parece que acaban de cerrar su puerta.

Alguien ha de regar sus arbolitos,que han resistido tantas sequías y tanto abandono.

Es un recuerdo de aquel Delicias. 

Cuando pase por ahí envíele un saludo al valiente Carnicerito de Saltillo y perdónele los toros que mató con  su espada afilada y luego chuleteó,pues su apodo era real. Cuando no toreaba, estaba despachando  detrás del mostrador de su carnicería.