Parral

Leyendas de parral: la botuda llegó para quedarse

  • Por Isaac Molina

Parral. -En el centro histórico de la ciudad, en la esquina que forman las calles Ojinaga y Capitán Blanco existe una casona de dos pisos con ventanales para ambas calles y en su interior fue construido con paredes muy altas y anchas y un hermoso patio. Al entrar se encuentra una escalera a base de madera que aún se conserva.

Esta casona cuenta con gran contenido histórico, frente a ella, se llevó a cabo una de las batallas más épicas de México en donde cayó el General Pedro Meoqui.

Por ello que a ese sitio, entronque de las dos calles se le conoce como Plazuela Meoqui.
Quien habitó la enigmática casa fue Maximinne Bell-Azid quien nació en Argelia, sus padres eran musulmanes que se dedicaban a la agricultura y el comercio. Ella era una bella mujer, alta, atractiva que iba a la Escuela de Artes y Oficios cuando tenía 20 años.

Cuando acompañaba a su padre al comercio pasaba por un cuartel militar y siempre veía a un apuesto Sargento de 20 a 25 años, alto, con barba de candado llamado René Drincourt originario de Bruselas que a ella le gustaba, siendo correspondida.

No se sabe si se casaron, lo que se conoce es que a él le asignaron una división a la campaña de México, precisamente en Parral en apoyo a la Segunda Intervención Francesa en México, a la cual vino acompañado por Maximinne.

Ella ayudaba a su amado en varios hechos llevándole agua a los heridos. En el año de 1865 en pleno centro de la ciudad de Parral cuando en uno de los combates con el General Pedro Meoqui, René lo hirió mortalmente atravesándolo con una bayoneta recibiendo a su vez un machetazo en la cabeza.

El General Meoqui cayó muerto de su caballo al lado de Drincourt; en eso llegó Maximinne. Trató de auxiliar a su amado, pero fue inútil, murió en sus brazos. Maximinne fue arrancada del cadáver de Drincourt y hecha prisionera con los sobrevivientes.

Ya en libertad decidió quedarse en Parral y compró esa casa a pocos pasos de donde cayó su amado en combate.

Según decían que todas las noches desde su ventana veía el lugar donde fue el combate. A sus 60 años de edad no tenía ninguna amistad, poco salía de su casa, sólo al oscurecer.

Su forma de vestir era con falda que le llegaba más debajo de las rodillas y calzaba botas largas que eran de su Drincourt y por eso le valió que en aquella época se le conociera como Maximinne “La Botuda”.

En la actualidad, cuenta la leyenda que hay quien dice haberla visto tal y como se encontraba en aquellos años por las mismas calles del sector donde cayera su amado, será cierto o no, eso lo dejamos a usted y quién quizás ya le toco verla.