La Fuente Dominical

El viejo PRI

  • Por El Criticón
El viejo PRI

El viejo Partido Revolucionario Institucional antes Partido Nacional Revolucionario y después en pleno cardenismo Partido de la Revolución Mexicana, no siempre tuvo la hegemonía y el dominio pleno del país como quisieran ahora sus herederos en Morena y como sueña lo que queda de él pegoteado en  la alianza con el PAN y el PRD. En sus primeras décadas doradas tuvo caciques que se encargaron de que los comicios siempre fueran ganados por ellos a costa de lo que fuera en Chihuahua o cualquier estado o municipio del país. Los personajes que formaron parte de esa maquinaria controlaban masas entre las que se encontraban los obreros aglutinados a la CTM controlada por el eterno Fidel Velázquez o formaban parte de los sectores campesinos, de comerciantes o magisterial bajo control de los líderes charros institucionales. No era necesario encuestas, la disciplina impuesta hacía a los interesados calmar las ansias y aceptar en forma dogmática las decisiones que se tomaban arriba. En caso contrario aparecían personajes como don Gonzalo N. Santos, El Alazán Tostado y su fiel pistolero Mano Negra que eliminaban desde periodistas, opositores y en su lista hasta el hermano de un presidente que quería heredar el poder y residir en Los Pinos. “La moral es un árbol que da moras o sirve pa’ una chingada”, decía el Alazán Tostado, considerado y descrito por Carlos Monsivais el cacique más desalmado que parió  la Revolución mexicana, en la que participó desde sus inicios y con la que siempre pretendía legitimar sus actos crueles.  Santos fue fundador del Partido Nacional Revolucionario (en la actualidad el PRI hoy dividido para muchos en PRIAN y Morena por aquello de los recientes procesos internos y por miembros activos de pasado priísta como Lopitosh), con la credencial número 6 y su lema, que repetía continuamente cuando alguien le preguntaba su estado, era: “Como el Alazán Tostado, Primero Muerto que Cansado…” Fue un señor de horca y cuchillo en su natal San Luis Potosí, donde fue gobernador y estableció su feudo tras la lucha armada y también su reino, señala Monsivais. Al Alazán Tostado, se le atribuyen cientos de muertes de personas por oponerse a sus designios y caprichos. A sus adversarios simplemente los mandaba “tronar” a través de su pistolero favorito El Mano Negra o el mismo utilizando su metralleta Thompson o su .45, dependiendo su estado de ánimo.Cuando algún campesino se negaba a “venderle” sus tierras, decía: ¡Que su viuda lo decida!. En la cuestión política la misma actitud. En 1929, tras el asesinato del general Álvaro Obregón, en el país se realizan elecciones extraordinarias para presidente de la República y el candidato del PNR, Pascual Ortiz Rubio, se impone en forma fraudulenta y los seguidores de su único aspirante opositor, José Vasconcelos, el rector de la Universidad Nacional, se lanzan a protestar por el fraude que se cometió. Un mitin en San Fernando es reprimido y saboteado, y es asesinado el estudiante German del Campo. Su crimen atribuido a los pistoleros del Alazán Tostado, quien habría dicho a sus cercanos: Un pinche muerto más o menos, no me va a quitar el sueño. En los comicios de 1940 cuando él era senador, la historia de fraude y sangre se repite, pero a mayor escala. El candidato más popular era el general Juan Andrew Almazán, por lo que el resultado ni el mismo ganador, el general Manuel Ávila Camacho lo esperaba, incluso el mismo Gonzalo N. Santos recordó que en la tarde el abanderado oficial lloraba su derrota antes de que le dieran la noticia de que había ganado.  En esa elección en la que se elegiría al sucesor de Lázaro Cárdenas, hoy un símbolo de la izquierda, los almazanistas y avilacamachistas protagonizaron escaramuzas en las calles de la Ciudad de México y el más emblemático enfrentamiento fue en la casilla Juan Escutia 37 en la Ciudad de México, donde votará el presidente Cárdenas.  Para garantizar el triunfo Santos formaba parte de un operativo para asegurarse de que en cada casilla ganaría su partido y a punta de metralleta lo lograron. Aún así los almazanistas tomaron  la casilla de Juan Escutia 37. El presidente Cárdenas  al llegar escuchó a los inconformes y les prometió que gestionaría que el instalador de la casilla que reclamaban, se presentará. Después se retiró y quien se presentó en lugar del funcionario de casilla fue Gonzalo N. Santos, quien al grito de ¡Viva Ávila Camacho! dispersó a los almazanistas a punta de metralleta y sangre. En la casilla, el presidente Cárdenas había intentado votar dos veces, de acuerdo con testimonios del subsecretario de Gobernación Agustín Arroyo, pero no lo hizo por considerarlo indecoroso por estar la urna en manos de almazanistas y prefería esperar a que los avilacamachistas reaccionarán. Al Alazán Tostado no le dijeron dos veces y tras reunir un contingente de 300 hombres con sus pistoleros que portaban metralletas Thompson, se dirigió a la casilla, la cual era también vigilada desde la azotea de enfrente por personas armadas que lo recibieron a tiros. Gonzalo N. Santos se impuso y a punta de ráfagas de metralla, barrieron a los almazanistas dejando charcos de sangre en el lugar. El senador mandó llamar ambulancias y a los bomberos. Los primeros recogieron dos cadáveres y a los heridos, mientras que los tragahumos limpiaron a manguerazos la sangre que manchaba la sangre. Al final, el presidente Cardenas pudo votar y sus comentarios quedaron grabados y recordados en las memorias del Alazán Tostado, quien señala que Cárdenas le dijo que la calle estaba muy limpia y él le contestó: “donde vota el presidente de la República no debe haber basura”. Claro el episodio no forma parte de los nuevos libros de texto gratuitos que en Chihuahua una controversia constitucional mantiene frenados, pero está consignado en los libros de historia que muchos políticos deberían leer por qué el proceso que siguió el PRI como partido y después como gobierno, parece que vuela para reeditarse en versión Cuatroté.