La Fuente Dominical

Justicia sin reo

  • Por El Criticón
Justicia sin reo

Justicia sin reo no es justicia, paradójicamente así le dijo el ex gobernador de Chihuahua, el licenciado Oscar Flores Sánchez a su pupilo Javier Coello Trejo, cuando fue  procurador General de Justicia, en tiempos del otro Lopitosh, José López Portillo, quien encabezó el sexenio de la corrupción y del orgullo al nepotismo y hasta hiciera general a su compadre Arturo "el Negro" Durazo. ¡Qué tiempos aquellos!.Tiempos de convulsiones políticas y sociales en México. La guerrilla del Grupo Popular Guerrillero que encabezó Arturo Gamiz en 1965 para atacar el cuartel de Madera; La matanza de Tlatelolco de 1968 y sobre todo la represión del Estado y la falsa democracia estaban grabadas como afrentas en la memoria del colectivo popular, principalmente los jóvenes que se adherían a las ideas y agrupaciones de izquierda y grupos guerrilleros como la Liga 23 de Septiembre, y también de derecha al lado del Partido Acción Nacional que transitaba por un camino de obstáculos para ganar espacios en una democracia que no existía; pero sin duda más favorable que quienes decidieron adoptar ideas izquierdistas y tomar las armas en la clandestinidad a quienes el régimen combatió con ferocidad en una guerra sin reglas ni leyes. De esta última fue parte Flórez Sánchez quien naciera en Ciudad Juárez donde aún se le rinden honores con una estatua a su memoria colocada por César Duarte en la avenida que lleva su nombre. El juarense escribía entonces páginas negras de la historia de México que cada año, el 30 de agosto seguramente familiares de víctimas le recuerdan en el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. Nacido antes de la Revolución Mexicana, el 22 de junio de 1907 en la frontera, Oscar Flores emergió desde el privilegio en la posRevolución estudiando en escuelas de Chihuahua y egresando como abogado de la UNAM. Formó parte del Partido Revolucionario Institucional cuando la hegemonía política era total. Fue senador suplente en fórmula con Alfredo Chavez Amparan, quien fundó el grupo Chavista, emergido del Quevedismo y quien antes de ser priísta llegó a ser gobernador independiente y en contra de los deseos del PRI, de Chihuahua de 1940 a 1948. Chávez dominó la política del estado de Chihuahua por décadas hasta su muerte a finales de los años 1970s, cuando su discípulo era gobernador de Chihuahua. A su grupo con fuertes raíces en Parral, se le atribuye controlar el narcotráfico proveniente del triángulo Dorado y con destino a la frontera por aquellos años, pero esa es otra historia que reservamos en La Fuente, El Zorro y el Bisonte para otro domingo. De quién hoy hablamos, Flores Sánchez, a quien denominan el último Chavista muchos historiadores  Fue gobernador de Chihuahua de 1968 a 1974, muchos años antes, subsecretario de Agricultura, de 1946 a 1952 y senador de 1952 a 1958 cuando en las altas esferas de la política se nutrió de chihuahuenses entre los que destacan Antonio Ortiz Mena y Antonio Y. Bermudez. Cuando fue electo a la gubernatura tomó posesión el 4 de octubre de 1968, dos días después de la matanza de Tlatelolco, que convulsionó al país y en Chihuahua tuvo réplicas que provocan que los jóvenes se lancen al camino de la rebelión con la toma de la UACH en 1973 y se de el surgimiento de la 23 de Septiembre que llevo a cabo actos de terrorismo urbano, secuestros y asaltos bancarios que fueron frenados con mano dura por Ornelas, en uno de los cuales murió la abogada Avelina Gallegos y fue ejecutado el guerrillero Diego Lucero. Por estos hechos en 1976 Lopitosh Portillo lo nombró procurador General de Justicia, cargo desde el cual mantiene una política de mano dura al calor o pretexto de conjura de La Habana o comunista. dice el periodista Marco Rascón en un artículo escrito a propósito del libro de Diego Lucero, que Chihuahua se movilizó contra esa barbarie en escenarios como la universidad, los sindicatos y los movimientos urbanos donde se levantaron protestas que llevaron a otras muchas luchas sociales y políticas en el norte. En contraste la oligarquía norteña de Nuevo León, Chihuahua y Sonora se confronta con el régimen exigiendo más privilegios y, sobre todo, la represión directa. Por esos días la Liga Comunista 23 de Septiembre intentó secuestrar a Eugenio Garza Sada, pero fracasó, y ello derivó en un enfrentamiento y la muerte del empresario lo que derivan en que la oligarquía de México pida públicamente al régimen acabar y matar a los guerrilleros sin juzgarlos ni procesarlos. En respuesta, el gobierno de Luis Echeverría entregó el mando de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y sus comandantes se convirtieron en una especie de policía privada al servicio de la oligarquía con la anuencia del gobierno. Marco Razón señala que es en ese momento que se inicia la práctica de la desaparición y lo más negro de la guerra sucia. En los siguientes años desaparecieron 650 personas, entre estudiantes y campesinos de todas partes del país.
José Lópitosh Portillo nombró procurador general al ex gobernador Óscar Flores Sánchez a petición expresa de la oligarquía norteña para que le garantizara la impunidad de la venganza, pues como abogado empresarial y luego gobernador había demostrado aquel 15 de enero de 1972 lo que se debía hacer con los guerrilleros: asesinarlos y desaparecerlos. De aquellos tiempos del procurador Ornelas, en El Fiscal de Hierro, su autor escribe un pasaje: Lolita, el licenciado Coello Trejo tiene derecho de picaporte en esta oficina, cuando quiera verme me avisa de inmediato. Fue imposible ocultar mi alegría y entonces le dije:—Muchas gracias señor, no le voy a fallar…Y me interrumpe:—No me venga con mamadas, ni agradecimientos. Fíjese bien Coello, quiero resultados, a ver si es usted tan chingón como dice, —me conminó. Yo solo asentí. Y cuando estaba por salir de su oficina, me gritó: —¿Y sabe qué licenciado? Justicia sin reo no es justicia”, escribió Javier Coello, aunque del viejo régimen quienes protagonizaron la guerra sucia,  nunca fueron reos para llevar justicia a los desaparecidos.