Noticias

Se hace pasar jardinero dominicano por cirujano plástico

Ciudad Juárez.- Como parte de una mafia de charlatanes que trabajan en esta ciudad ante la inacción de las autoridades, un jardinero de origen dominicano quien se ha hecho pasar por cirujano...
  • Por José Oswaldo

Pone en riesgo vidas

Pone en riesgo vidas

Atrae clientela

Atrae clientela

Opera charlatán

Opera charlatán

El consultorio

El consultorio

Paciente afectada

Paciente afectada

Ciudad Juárez.- Como parte de una mafia de charlatanes que trabajan en esta ciudad ante la inacción de las autoridades, un jardinero de origen dominicano quien se ha hecho pasar por cirujano plástico, ha tratado, recetado y operado a un sinnúmero de fronterizos causándoles estragos físicos, emocionales y económicos.

Él es solo uno de muchos falsos médicos que juegan con la salud de las personas realizando principalmente procesos estéticos, alertó Lorenzo Soberanes Maya, presidente local del Colegio de Médicos Cirujanos.

Con el respaldo incluso de farmacias y clínicas, en esa red de corrupción existen también médicos generales que se hacen pasar por especialistas, e individuos que utilizan cédulas profesionales robadas para ejercer sin tener los conocimientos suficientes, poniendo en riesgo la vida de sus pacientes, destacó.

“La vida es lo más valioso que podemos tener y yo no veo forma de cómo podamos detener esto”, dijo quien espera el trabajo de las diversas instancias para evitar que los falsos médicos sigan jugando con la salud de los juarenses.

‘No quiero que vuelva a tocar a nadie’

“Ana” es una de las víctimas del extranjero que al menos durante los dos últimos años se ha hecho pasar cirujano plástico en esta frontera, cuando en realidad solo cuenta con los permisos para trabajar en Estados Unidos como jardinero y topógrafo.

Cuando se lo recomendaron, ella tenía 43 años, tenía ahorros para su retiro y estaba a punto de casarse, pero decidió reducir la grasa de su abdomen.

La “labia” él y su buena actuación le impidieron descubrir a tiempo la farsa. Fue hasta que le realizó tres cirugías; la segunda para corregir los errores de la primera y la tercera aprovechado que estaba anestesiada.

“Yo me sentía estúpida, me preguntaba cómo no me di cuenta… pero es que en la primera entrevista me dejó impresionada, me marcó el cuerpo y me dijo: ‘mire, le puedo hacer esto, esto y esto, la podemos moldear de así aquí y aquí así’”.

Desde la primera operación, el jardinero se apoyó de otro supuesto cirujano plástico, el cual después se descubrió que en realidad es médico general.

La operación duraría máximo cuatro horas y la cicatriz que le quedaría en la pelvis sería de máximo 10 centímetros, como una “happy face”.

También le pondrían grasa en los glúteos para redondearlos, por lo que en cada lado le quedaría una cicatriz del tamaño de una uña, con un costo aproximado de 5 mil dólares.

En realidad la cirugía de Ana duró 12 horas y antes de concluir el médico asistente le confesó a sus familiares que se estaba desangrando mucho y que no había sangre en el hospital donde la operaron.

Pero fue hasta dos días después al quitarse las vendas para poder bañarse cuando descubrió que “la sonrisa de happy face –que le dejaría como cicatriz–, quedó en realidad como la sonrisa de Guasón”.

No eran 10 centímetros, sino una cicatriz que le daba vuelta hasta la espalda y que estaba tan arriba que se le notaba al momento de levantar las manos.

Al verse los glúteos, descubrió que le había abierto sin su consentimiento, dejándole una enorme cicatriz.

“Cuando me vi quedé en shock y me desvanecí… luego le hablé al doctor para reclamarle y me dijo que al último tuvo que tomar la decisión de abrirme más para cerrar las abdominales y que decidió abrirme las pompis para levantarlas, cuando yo nunca se lo pedí, sólo me iba a poner grasa para redondearlas”, aseguró.

Tras las constantes quejas de Ana, el supuesto cirujano plástico argumentó que la sometería a un tratamiento de inyecciones que le desaparecerían las cicatrices, y le estuvo cobrando por seis meses sin ningún resultado positivo.

Cada semana le ponía de una a tres inyecciones, por lo que ella pagaba de 50 a 170 dólares, además de que le vendía un frasco de gel más pequeño que el de un esmalte, a 50 dólares, con el argumento de que si no lo usaba no tenía garantía la cirugía.

Cuando le reclamaba el mal trabajo realizado, el doctor le hacía bromas, como que se tatuara la cicatriz sobre los dos glúteos y que le pusiera “hecho por el doctor” con su nombre, el cual no puede darse a conocer debido al proceso legal en su contra que se lleva a cabo.

La autoestima de Ana, quien se sentía “partida a la mitad”, estaba tan baja, que solo agachaba la cabeza y continuaba inyectándose con la esperanza de obtener resultados, aseguró.

Dijo que después de gastar todos sus ahorros en el tratamiento, sin poder trabajar y ya alejada de su pareja debido a su baja autoestima, le exigió resultados prontos al doctor, quien la convenció de volverse operar para quitar las cicatrices.

Ocho meses después de la primera cirugía, le hizo una segunda intervención, pero en esta ocasión se trató de una operación ambulatoria, en un consultorio ubicado en la avenida Hermanos Escobar.

El falso médico se volvió a apoyar del médico general, para operar en el consultorio que, Ana no sabía, pero ya se encontraba clausurado por la Comisión Estatal de Protección de Riesgos Sanitarios (Coespris), aunque no existía ninguna denuncia en su contra ante la Fiscalía General del Estado (FGE).

La operación que sería un sábado de 10 de la mañana a 2 o 3 de la tarde, concluyó hasta las 10 de la noche, por lo que permaneció anestesiada en el consultorio hasta el domingo, cuando su familia se dio cuenta que la estaban volviendo a operar sin su consentimiento.

La intención de los doctores era operarla nuevamente el lunes, por lo cual no la querían dejar ir y la había mantenido sedada durante los tres días.

“Es que yo no soy médico… yo aprendí viendo trabajar a doctores”, fue la respuesta que el extranjero le dio a sus familiares cuando le reclamaron lo que le había hecho a Ana, por lo que se la llevaron a su casa y decidieron denunciar el caso.

Al quitarse las vendas, esta vez su decepción fue mayor, ya que la línea que le había realizado hasta la espalda había crecido cerca de 5 centímetros de cada lado, y ahora tenía las marcas de los puntos más grandes.

En los glúteos había quedado igual, pero ahora con especies de bolas por el líquido que le estuvo inyectando durante ocho meses y el cual todavía no sabe qué es.

Ana continuó reclamándole al médico, quien una de las veces le respondió: “es que yo la marqué de pie y pues ya acostada es diferente”, recordó.

Ese hombre “hizo un crimen conmigo, experimentó conmigo”, lamentó entre lágrimas.

Dijo que cuando lo consultó por primera vez tenía muchas pacientes, “entraba una y salía otra”, y en su consultorio una vez vio una jovencita con acné a la que le había quemado la cara.

Por ello, decidió denunciar el caso ante el Colegio de Médicos Cirujanos de Ciudad Juárez y con su apoyo ante la Fiscalía General del Estado (FGE), donde solicitó apoyo psicológico.

Su abogado estima que los daños por el total de lo que gastó en cirugías, tratamientos y material de curación, además de lo que tendrá que invertir para una posible recuperación, es cercano a los 350 mil pesos.

Aunque ambos médicos ya fueron citados a declarar, el extranjero dijo que el médico general fue quien la operó, mientras que este aseguró que él no lo conocía. Los dos quedaron en libertad.

Sin entender por qué no han sido detenidos, la respuesta que Ana recibió de la FGE es que no se preocupe, “que si se va a Estados Unidos piden una orden de extradición”.

“Para mí él es un hombre con un arma en la mano, que puede matar a cualquier persona cuando quiera, porque no es médico y juega con la vida de las personas”, señaló.

Lo que pide no solo es que se le regrese todo lo que gastó en cirugías y tratamientos, sino “que no vuelva a tocar a nadie más”, por lo que aceptó narrar su historia a Norte.

Juegan con la vida

La cirugía estética es una de las áreas en las que existen más charlatanes, quienes incluso realizan procesos quirúrgicos en complicidad con médicos locales, señaló Lorenzo Soberanes Maya, presidente local del Colegio de Médicos Cirujanos.

Dijo que en ciudades como Guadalajara y Veracruz proliferan escuelas que ofrecen diplomados en cirugía estética, pero sin el aval de ninguna universidad.

Por ello, un especialista que tardó cinco años en la carrera de medicina y cuatro o cinco más en la especialidad “cobra 10 pesos”, quien solo toma un diplomado en el tema “cobra 3”, ejemplificó.

Desde el punto de vista legal, para trabajar un médico debe contar y poner a la vista su título y cédula de cirujano y el diploma de la especialidad avalado por una universidad.

Explicó que todos los estudios de posgrado solamente tienen carácter académico y permiten ejercer como maestro o en la parte teórica, pero no facultan para el ejercicio de la especialidad, por lo que también deben contar con la cédula profesional de especialización que permita la práctica.

“Hay quienes toman cursos y diplomados hasta a distancia, y eso no va a sustituir los 5 años de especialidad en cirugía plástica, pero la gente desconoce esto y se deja engañar”, alertó Soberanes Maya.

“Lo barato puede salir caro y puede ser mortal; estamos hablando de vidas, de cicatrices y lesiones permanentes. Hay personas que quedaron marcadas de por vida, y que pudieron haber muerto”, lamentó.

Lo más preocupante es que a ninguna autoridad le interesa impedir que se siga lucrando con la vida de los fronterizos, agregó.

“Coespris dice que nadie ha denunciado y en la Fiscalía no han podido sacar una orden de aprehensión, porque no quieren ayudarnos a meter a la cárcel a un tipo que se hace pasar por médico”, señaló.

Lamentó también que los propios médicos locales estén faltando a la ética al traer médicos de fuera y hacer cirugías no reguladas

Caso de Juárez revela otros

El caso de José Antonio Acosta Sáenz, de 34 años, quien al menos durante un año dio consulta a los juarenses utilizando la cédula profesional y haciéndose pasar por el médico José Díaz Ordaz Castillo, reveló otros en el país.

En Oaxaca un hombre que trabajaba en la limpieza de un hospital decidió poner su consultorio haciéndose pasar por médico, en Monterrey dos enfermeros también comenzaron a trabajar como médicos poniendo botox y en Querétaro a una mujer le inyectaron aceite de carro en la cadera.

El representante legal del doctor Díaz Ordaz Castillo dijo que a través de Internet comenzó a recibir las narrativas de los casos, aunque él está enfocado en esta ciudad.

El usurpador de Díaz Ordaz pagó 27 mil pesos de fianza y quedó en libertad, pero pudo haber ocasionado un daño mayor, lamentó. (Norte Digital)

Tags: