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Padre trampitas, de la tarahumara a islas marías donde bautizó a más de mil presos

  • Por editora TV

Ciudad de México.- El centro cultural Muros de Agua de las Islas Marías, guarda miles de historias de peligrosos asesinos y de gente de bien, como la del padre “Trampitas”, quien asistió espiritualmente a reclusos.

De su historia se sabe que fue un joven rebelde anticlerical extremo, a tal grado que pretendió lanzar una bomba a una catedral, constantemente apedreaba a sacerdotes y a un obispo; además pretendió ayudar al ejército en la Guerra Cristera.

El llamado al sacerdocio lo sintió cuando vio el sufrimiento de su madre Simona Macías, por su comportamiento, por lo que ingresó a un seminario en Estados Unidos, porque pensó que en México no lo aceptarían por su oposición a la Iglesia católica.

Luego de su ordenación quiso consagrar su vida a las personas en reclusión. A su llegada a México ya como sacerdote, estuvo primero en la prisión de la Sierra Tarahumara, pasó luego a las del sureste en Puebla, Santa Martha Acatitla, en la Ciudad de México y finalmente a las Islas Marías en 1948.

Durante su estancia voluntaria de más de 30 años en la cárcel de Islas Marías, donde se aceptó como un prisionero más, bautizó a mil presos y a uno lo hizo sacerdote a los 57 años.

Su nombre era Juan Manuel Martínez Macías, hijo de Juan Martínez y de Simona Macías; nació el 14 de junio de 1900 en Aguascalientes y murió en mayo de 1990 en Guadalajara, Jalisco; tuvo dos hermanas, María Guadalupe y la religiosa Petrita.

Sus cenizas fueron llevadas a las Islas Marías, donde permanecen al lado de la tumba del criminal apodado “El Sapo”, quien antes de fallecer tuvo su conversión gracias al cura Trampitas.

Llegó a las Islas Marías como preso voluntario, sometido al régimen de la prisión, incluso en permisos para salir y entrar; comía como otro preso, sin ningún privilegio mas que el que le correspondía por su labor pastoral.

En esa prisión del estado de Nayarit, delincuentes como “Pancho Valentino”, “El Sapo” y muchos otros se doblegaron ante la bondad del sacerdote. 

“Pancho Valentino” fue un luchador que asesinó al padre Juan Holand Tavernier en la capilla de la Virgen de Fátima en la colonia Roma de la Ciudad de México. 

Cuando se presentó con el padre “Trampitas”, le dijo:

-Yo soy Pancho Valentino, el mata curas.

La respuesta fue:

-Pues mira, yo soy el padre Trampas, el que mata a los matacuras y no te me enchueques porque te lleva la…

“Valentino” tuvo la intención de asesinar al religioso jesuita, pero se detuvo ante la imagen de la Virgen de Guadalupe y pidió perdón.

Los restos del sacerdote descansan junto a los de José Ortiz Muñoz, “El Sapo”, considerado uno de los asesinos más sanguinarios en la historia de México; asesinó a más de 150 personas en un solo día.

Se sentía orgulloso de haber asesinado a 150 personas en una manifestación el 2 de enero de 1946 en Guanajuato. 

Originalmente estuvo preso en Lecumberri, donde mató a un cubano e intentó hacer lo mismo con su vecino de celda, Goyo Cárdenas, por eso y muchas otras razones lo trasladaron a las Islas Marías.

Al igual que “Valentino”, quería asesinar al padre “Trampitas”, porque no le gustaban los curas.

En su momento, el padre comentó que cuando “El Sapo” tenía listo el machete para matarlo, cayó de rodillas y le pidió perdón con lágrimas en el rostro, al mismo tiempo que a gritos le pedía por su conversión.

Desde entonces fueron los mejores amigos y se prometieron estar, a su muerte, al lado uno del otro en el cementerio del penal.

Cuando se iniciaron los trabajos de remodelación del ahora centro cultural Muros de Agua, se dijo que el cementerio quedaría intacto.

Por corresponsal Consuelo Medina