El mayorgazo: absurda confesión

Chihuahua (Parte 7. Por Héctor Arriaga).- A la manera de un guion de película de terror, con detalles como el color del cable presuntamente utilizado para ahorcar a la mujer o el número de cigarros de mariguana que el detenido se fumó antes de cometer los asesinatos, la Procuraduría General del Estado redactó una confesión en la que mezcló algunos datos auténticamente declarados por Alba Rojo y otros totalmente ficticios que lo inculpaban, todo ello con la intención de hacer creíble el testimonio que supuestamente le habían arrancado.

La declaración consta en actas y es extensa y confusa, por lo que se reproducen a continuación extractos sustanciales de lo que presuntamente dijo y lo que le fue preguntado, respetándose en todo momento la singular sintaxis del lenguaje jurídico-policiaco utilizado y las aparentes contradicciones en que cayó el detenido:

“Interrogado conducentemente sobre los hechos que se investigan, contestó que el miércoles pasado o sea primero del mes en curso empezó a trabajar echando chapopote en la colonia Aeropuerto en el local de construcciones eléctricas, que es propiedad de la señora Guadalupe Rascón Chaparro esposa del hermano del declarante Víctor Alba Rojo y que ahí trabajó como hasta las cuatro de la tarde.

Que de dicho lugar el emitente se fue a la casa de unos amigos, mejor dicho de la familia del señor Manuel Estrada y de su esposa Josefina Bonilla de Estrada ya que se estaba quedando en esa casa todas las noches porque su amigo Manuel Estrada estaba trabajando de noche en Textiles Río Florido en el turno de noche y le había pedido que se quedara en su casa porque días antes había tenido una  bronca ya que se andaban asomando a la casa.

Que llegó a casa de Manuel Estrada como a las seis o siete de la tarde y ahí se estuvo viendo la televisión hasta que todos decidieron acostarse y el declarante también ya que él lo hacía en la sala de esa casa y que la señora Josefina y sus hijos se acuestan temprano porque la señora trabaja en una maquiladora y se levanta a las cinco de la mañana”.

Enseguida, la maraña de mentiras preparadas por los que lo interrogaban llegaba a su punto culmen: “que una vez que el exponente consideró que todos estaban dormidos, decidió salir de la casa para ir a cobrarle a su conocido GUADALUPE SOTO RODRÍGUEZ, alias el maicito cien mil pesos que le debía, y que antes de llegar a la casa del maicito se fumó un cigarro de mariguana ES DECIR DOS CIGARROS DE MARIGUANA ahí por donde están unas casas cerca de la Avenida de las Américas”.

En el documento no se asienta si la corrección de uno a dos cigarros de mariguana la hace el declarante o es por parte del interrogador, dejando dudas sobre la certeza de lo que quedó plasmado en el papel.

Y sigue: “posteriormente se tomó dos pastillas que no recuerda la marca ni el nombre pero que son unas blancas que vienen en un frasquito de color café, posteriormente y ya cuando se acercaba a la casa del maicito se fumó otro cigarro de mariguana, por lo que cuando llegó a la casa de Guadalupe Soto Rodríguez ya iba no nada más drogado sino bien cruzado, llegando y tocándole y gritándole al maicito para que saliera”.

Que una vez que salió se fueron los dos al patio posterior de la casa y que ahí Alba Rojo le cobró los 100 mil pesos que le debía y que si no tenía dinero le pagara con mariguana. Como ya ha quedado establecido, el maíz y aparentemente su esposa e hijo mayor se dedicaban a la venta de drogas.

Según el testimonio, también el maíz andaba intoxicado por lo que “se puso al brinco” y con palabras altisonantes lo increpó y le dijo que no le debía nada, siendo ese momento cuando Guadalupe Soto hizo un movimiento o además que fue interpretado por el otro como un intento de sacar un “fierro”, es decir un arma blanca.

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