Ojinaga

El diablo y su columpio en ojinaga

  • Por editor FDS
El diablo y su columpio en ojinaga

Ojinaga.- Otra de las leyendas urbanas que hasta la fecha se recuerdan en esta frontera, es la del “columpio del diablo”, cuenta la leyenda que ciertos días por la tarde, el diablo salía a pasear en su columpio, el cual había colocado, desde dos grandes cerros que están en lugares opuestos, uno el cerro grande y la otra, la sierrita de la santa cruz, además la ciudad se encuentra en medio de ambos.

El 3 de mayo se conmemora el “día de la santa cruz” o el día del “albañil”.

En Ojinaga, es un día especial, ya que existe un punto en el cual, desde hace varias décadas, habitantes del lugar se congregan para realizar una pequeña oración y una verbena conmemorando este día tan especial.

Dicha reunión se realiza al pie de la sierrita de la santa cruz, en donde en su parte más alta existe una cruz de metal recientemente instalada y en cuyo lugar la cruz original (de madera), según información histórica, databa desde el año 1715, la cual el siglo pasado fuera quemada por personas desconocidas.

La cruz, venia acompañada de una leyenda, desde inicio de la población de la confluencia del conchos, en donde se cuenta que “el diablo se mecía en un columpio” que iba de la sierrita de la Santa Cruz hasta Cerro Alto.

Hace muchos años, en la región de Ojinaga, las cosechas eran muy ricas, los ríos conchos y bravo regaban las tierras y llovía con frecuencia.

Los pobladores colectaban diversos productos que sembraban: vegetales, granos y frutos, además la cría de ganado que estaba gordo y sano, gracias a las grandes extensiones de pasto que solía nacer en los campos, les proporcionaban lo necesario para vivir. Sus casas hechas de tierra todo esto les brindaba un agradable confort.

Solo una cosa les molestaba e inquietaba a los habitantes de aquel entonces; cuando el diablo salía a pasear en su columpio, al verlo se santiguaban y el diablo soltaba una risa infernal, que los tenía asolados.

Ya preocupados y muy enojados, porque el diablo que se paseaba desde las 5 de la tarde a las 8 de la noche y les quitaba la oportunidad de disfrutar de sus bellas tardes acompañados de sus familias, debido a que la comunidad quedaba sumida en nubes de polvo.

Cansados los pobladores de aquella situación, idearon correr al maligno que los mantenía encerrados en sus casas, y quien más podría ser el indicado, sino el cura del pueblo.

El sacerdote los recibió, los escuchó y los tranquilizó, diciéndoles que no era tan difícil correr al diablo de esta región, pero, que tenían que hacer mucha oración y pedirle a Dios Padre que corriera al maligno de aquí.

Los habitantes acordaron hacer una procesión hasta la sierrita, donde el diablo vivía, en una cueva, fue un 3 de mayo (hoy día de la santa cruz).

Salieron desde el templo de “Nuestro Padre Jesús” a muy temprana hora, todos usaban ropas blancas, llevaban velas de candelilla y cera, flores, los matachines danzaban y tocaban sus instrumentos musicales, que por cierto eran muy rústicos; el cura, iba adelante acompañado de los organizadores, llevaba un crucifijo en la mano derecha y en la izquierda agua bendita, rezaba unas oraciones que nomás el entendía.

Después de una larga caminata llegaron a la sierrita, los hombres y mujeres oraban en voz alta, ante las oraciones y algunos gritos, el diablo salió de su cueva blasfemando, maldiciendo y refunfuñando; que se iba, pero que les lanzaba una profecía:   “me voy, porque ustedes me corren, pero la felicidad y la abundancia en la que viven se les va a terminar, estas tierras se secaran y en vez de dar frutos, tendrán yerbas que no servirán para nada, en lugar de lluvias sufrirán sequias, los ríos les inundaran sus cosechas, serán pobres y desdichados”, gritó enojado y echando chispas por la boca, rayos y truenos por los ojos y las orejas.

Cuando el sacerdote clavó la cruz en la cumbre de la Sierrita, el demonio salió volando con su columpio, como un cohete hasta perderse entre las nubes; ya jamás volvió aparecer aquí.

Solo quedo “la cueva del diablo” y en Cerro Alto, la fuente de agua fresca que regaba las tierras se convirtió en agua que quema.

Reconocido científicamente ocurrió un cambio climático que devastaba los campos y la población.

La tradición sigue todavía a la fecha, cada tres de mayo algunos feligreses, sabedores de la leyenda del columpio del diablo, temerosos de que este ser infernal regrese, hacen una procesión año con año a la sierrita de la Santa Cruz.

La organizan un grupo de creyentes que junto con un sacerdote rezan rosarios, a cada misterio un canto, bailan los matachines, brindan alabanzas a Dios con cantos y rezos, algunos músicos amenizan el rito, llevan velas encendidas, van caminado rociando agua bendita por el camino, con la buena fe de alejar el mal y atraer el bien.

Por Francisco Jáquez, corresponsal.