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Es mucho palacio para tan poca justicia: ramón franco

  • Por Editor R

Chihuahua.- “Esto es mucho palacio para tan poca justicia”, dijo en 1982 el abogado Ramón Franco, cuando se inauguraba el edificio de la calle Once y Coronado.

Era entonces Gobernador Oscar Ornelas y se estrenaba el inmueble. Franco entró corriendo, se arrastró de rodillas y muy a su estilo, soltó su estentórea frase.

La gente, incluída el mandatario estatal, y el Presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Don Carlos González Pérez no supo qué hacer.

Por un momento se hizo añico el ruido de las conversaciones y el brindis del tradicional ágape para dar paso a un silencio que luego se escurrió entre la concurrencia.

Desde hace 50 años, el litigante arrastra igualmente los zapatos, el lápiz y las neuronas, primero en la materia penal y después en lo civil.

Dicen que le gustaba prender un porro antes de entrar a las diligencias penales, cuando los juzgados del ramo se hallaban en la vieja Penitenciaría del Estado, en la Avenida 20 de noviembre y calle 22.

Sacaba del bote a medio mundo.

El Licenciado Franco, como se le conoce por todas las calles de la ciudad, dejó de litigar penal por el cambio físico de los juzgados al Cereso de Aquiles Serdán.

Ahora anda en la materia civil, sin batallar por los traslados, en el nuevo edificio del Tribunal Superior de Justicia, ahí sobre la Avenida Niños Héroes.

Además, se decepcionó con el nuevo Sistema de Justicia Penal, en razón de que se protege al imputado y se descubre a la víctima del delito.

Figuras como la Suspensión Condicional, por ejemplo, el Plan Integral para la Reparación del Daño y en general todas las etapas del procedimiento, están diseñadas para no ir a Juicio sino abreviarlo.

Ramón Franco, con 76 años a cuestas, anda por las calles de la ciudad de Chihuahua con su maletín a cuestas.

“Para las víctimas está problemático, porque siempre tratan de llevar a cabo una conciliación, pero en perjuicio del que sufre el delito; parece que están defendiendo a las personas que cometen los agravios”, dice.

Muy elegante, el abogado anda vestido de traje y corbata, de color gris, con una tandita sobre la cabeza al estilo de antes.

Después de ser abordado en la Plaza Merino, ese viejo sitio donde la gente se abarrota por una gordita, un jugo de naranja natural, un licuado de fresa o chocolate y una boleada, se retira a paso lento.

Una fresca en la cantina aquella del Escuadrón 201 y Séptima, no caería nada mal, a pesar de haber entrado ya un poco de frío en este mes de diciembre.