Local

Sabe qué, coello, no hay justicia sin reo decía óscar flores

  • Por Editor AP
Sabe qué, coello, no hay justicia sin reo decía óscar flores

Chihuahua.-“Don Óscar no tenía pelos en la lengua, siempre tuvo unos güevotes”, así describe en su libro Memorias, Javier Coello Trejo, el llamado Fiscal de Hierro, al ex gobernador de Chihuahua y ex procurador general de la república, Óscar Flores Sánchez.

Coello Trejo en gran parte de su escrito habla de anécdotas de Don Óscar, como él le decía, además de llamarle maestro e ilustre abogado, a quien le dedica al menos dos capítulos.

De las innumerables anécdotas, de algunas fue testigo el ex funcionario y ahora escritor, otras se las contaron.
Óscar Flores fue Procurador General de la República durante el gobierno de José López Portillo, tiempo en el que Coello Trejo siendo Ministerio Público y luego de estar a punto de ser despedido, se convirtió en la mano derecha de Flores, según dice su libro.

“El 1 de diciembre de 1976 tomó posesión el licenciado José López Portillo, así que me presenté ante el nuevo
Procurador General de la República, el licenciado Óscar Flores Sánchez. El destino me tenía reservada una de las etapas más apasionantes de mi vida como ministerio público”, escribió Javier Coello en su libro Memorias.
“En ese momento no lo sabía, pero se convertiría en una persona fundamental en mi vida a nivel personal y como funcionario público. Fue durante ese sexenio que dejé de ser revisor y ministerio público federal y me convertí en la mano derecha del nuevo procurador”, añade Coello Trejo.

“Del nuevo procurador solo sabía que era originario de Chihuahua, había sido gobernador de su estado, tenía la fama de ser muy cabrón y quienes lo conocían afirmaban que tenía muchos güevos”, escribió Javier Coello.
El llamado Fiscal de Hierro, recuerda que se había ordenado su despido como ministerio público y cuando le presentó la renuncia  Don Óscar le dio otra oportunidad.

“Aún recuerdo esa primera impresión, yo tenía entonces 28 años cumplidos, el procurador andaba cerca de los 70, alto como yo, se veía fuerte y además no negaba la cruz de su parroquia. Era norteño, lo que se dice norteño, franco, abierto, sin pelos en la lengua”, dice Coello en su libro.

Después de quedar a un lado el despido, Coello Trejo dice que Don Óscar ordenó que le regresan su oficina, que ya le habían quitado y le llamó por teléfono a su secretaria.

“—Lolita, el licenciado Coello Trejo tiene derecho de picaporte en esta oficina, cuando quiera verme me avisa de inmediato. Fue imposible ocultar mi alegría y entonces le dije:—Muchas gracias señor, no le voy a fallar…Y me interrumpe:—No me venga con mamadas, ni agradecimientos. Fíjese bien Coello, quiero resultados, a ver si es usted tan chingón como dice, —me conminó. Yo solo asentí. Y cuando estaba por salir de su oficina, me gritó: —¿Y sabe qué licenciado? Justicia sin reo no es justicia”, escribió Javier Coello.

“Esa fue la primera gran lección que aprendí de don Óscar. Su frase resumía la naturaleza de la ley, de la justicia y de la lucha contra la impunidad”, añadió.

Coello Trejo también recordó la vez que Don Óscar le llamó al director de la Policía Judicial Federal, el general Raúl Mendiolea Cerecero.

“—Mi general, va para allá el agente del Ministerio Público Federal, el licenciado Javier Coello Trejo, dele lo que necesite y no pregunte, porque sé que usted es muy chismoso. Así le hablaba, pues eran buenos amigos, y como lo he dicho, don Óscar no tenía pelos en la lengua, siempre tuvo unos güevotes”.

“Don Óscar fue una figura central en mi historia como servidor público, mucho más que un jefe.” “No negaba la cruz de su parroquia: era un chihuahuense nato, entrón, de mecha corta, franco, abierto y con muchos güevos. Así lo demostró en todo momento”, dice en su libro Coello Trejo al hablar de Óscar Flores.

“Su gestión al frente de la procuraduría se
basaba en dos premisas que repetía constantemente y que con seguridad aprendió cuando fue gobernador de Chihuahua.
—No hay justicia si no hay reo, —solía decirme.

Era una frase simple, pero sin duda incuestionable, así que en todo momento nos dedicamos a investigar
minuciosamente para que ninguno de los casos que llevábamos se cayeran o los responsables pudieran evadir la acción de la justicia.

Su segunda premisa lo retrataba con nitidez, era un hombre pragmático e insistía una y otra vez:
—¿Qué duele más Coello, una patada en los güevos o un golpe en el bolsillo?

Y respondía él mismo:
—Obviamente, si recibes un golpe en los güevos te pones hielitos, aguantas el dolor y al rato ya pasó, pero si a un cabrón que le ha robado recursos a la nación le quitas su forma de vivir, le va a doler más que todo y entonces se chinga”, menciona el Fiscal de Hierro en su libro Memorias al recordar a Don Óscar Flores Sánchez.

“Don Óscar se las sabía todas, nada ni nadie lo intimidaba, era leal a carta cabal, pero también esperaba de los demás absoluta lealtad. Era un hombre serio, pero le gustaba hacer bromas en privado. Era un hombre con una lógica jurídica y lógica de vida muy especiales. Le tomé gran afecto y siempre respeté su autoridad, sus conocimientos, sus consejos. Además, su honestidad era a toda prueba. Conocía la ley al derecho y al revés, sabía cómo aplicarla, era un abogado chingón en toda la extensión de la palabra.

Tenía una virtud impresionante: leía como cámara fotográfica. Podía terminar un libro en un par de horas o un expediente voluminoso en tan solo unos minutos. Al principio pensé que me tomaba el pelo, pero no. Sabía con exactitud en qué foja estaba lo que decía.

En una ocasión leyó una consigna que yo había preparado, al terminarla me la aventó y me dijo: “cuando la entienda su empleada doméstica me la trae”, y tenía razón. Don Óscar no se dejaba impresionar por nada ni por nadie, ni siquiera por el presidente de la República”, así es como recuerda Javier Coello Trejo a Don Óscar Flores, ex gobernador de Chihuahua y ex procurador de la república. 

En aquel entonces, Óscar Flores no tenía seguridad, portaba su arma a la espalda y lo acompañaba su chofer, Elías Ramírez Ruiz, quien años más tarde se convertiría en el jefe de la Policía Judicial Federal en Chihuahua.

Con información del libro Memorias, de editorial PLANETA.