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Medidas desesperadas

Chihuahua (Parte 20. Por Héctor Arriaga).- Una vez que la defensa de Alba Rojo había echado por tierra todas las “pruebas” en su contra el Ministerio Público hizo lo imposible...
  • Por José Oswaldo

Chihuahua (Parte 20. Por Héctor Arriaga).- Una vez que la defensa de Alba Rojo había echado por tierra todas las “pruebas” en su contra el Ministerio Público hizo lo imposible por sostener el caso, por tanto, se trataba de presentar nuevos argumentos. Era indispensable probar que si Sergio Arturo no hizo los disparos, otros participaron. Presentó así nueva “evidencia” que sustentara los cargos en su contra pero al hacerlo, desmintió la propia declaración que le adjudicaron.

Es así que resultaba indispensable “tejer” el caso de manera tal que no perdiera peso. Para ello, además de refutar la legalidad de los testimonios emitidos por los peritos Coria López y Parra Mendoza, los citó a fin de someterlos a un nuevo interrogatorio.

La comparecencia, a la que acudió únicamente Coria López, tuvo lugar el día 4 de septiembre de 1989. Durante ésta y contra lo que se esperaba, el Agente del Ministerio Público no refutó lo declarado anteriormente y se concretó a solo dos preguntas.

La primera fue en el sentido de si contaba con título o diploma que lo acreditara en la materia de balística, a lo que respondió que no y dijo: “únicamente soy un ex militar oficial perteneciente a la 5ª. Zona Militar especialidad instructor de artes marciales”.

La otra interrogante fue que si de acuerdo al estudio que hizo del expediente “y según su legal saber y entender” podía asegurar si en el homicidio de la familia del maíz tuvo que haber participado más de una persona, a lo que su contestación fue que Sí.

Al día siguiente, el 5 de septiembre, el Juez Segundo emitió acuerdo para solicitar a la 5ª. Zona Militar, a petición del MP,  la comparecencia de dos nuevos peritos en balística. En respuesta, la autoridad militar designó al capitán Federico Crisanto Santiago y al Teniente Jorge Trejo Sandoval.

Y de pronto, el Ministerio Público prácticamente hizo magia. Presentó al criminal más famoso, detestable y sanguinario de la época como otro de los partícipes en el asesinato del maíz y su familia.

Se trataba de Ramón Parga Palafox, “el lobito”. Como no fue posible probar que Alba Rojo lo hizo, había que sembrar la posibilidad de que lo había hecho en complicidad con otros y de ello existe constancia.

En el oficio 1370 de fecha 21 de septiembre de 1989 el Ministerio Público expone: “que por medio del presente oficio vengo a ofrecer como prueba “superviviente” las diligencias tanto de la Policía Judicial como las actuaciones que se le sigue (n) a RAMON PARGA PALAFOX por los delitos de asalto, robo, asociación delictuosa, lesiones, homicidio y otro y donde aparecen las declaraciones de éste; por lo cual solicito se mande oficio al Juez Sexto de lo penal para el efecto de que se sirva remitir copias de la causa penal 639/89”.

Con ello el Ministerio público, que había presentado la “confesión” inicial de Alba Rojo como prueba irrefutable de un crimen cometido en solitario, se desdice y acepta una “nueva” confesión de un criminal muy conocido y abre el caso para dejar entrever que el asesinato lo habían cometido varias personas.

No se cuestionó entonces que si el acusado había reconocido, y el Ministerio Público dado por hecho, su autoría personal en el asesinato del maíz y los restantes 3 miembros de su familia, ¿porqué de pronto el MP presentaba y daba por cierto que en el multi homicidio habían participado más de una persona?

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